A las ocho de la mañana ya estaban en la Viñona los componentes de la cuadrilla 31 para presentar las acreditaciones ante la guardería. La niebla cubría los valles más bajos de Liébana, pero en las cumbres del Bistruey y Peña Prieta ya despuntaba un radiante sol. Hay que ir a cazar a Cuesta Bernizo que para los que no lo conozcan, diré que se encuentra en terrenos que van desde el pueblo de Lomeña hasta Vendejo.
Hoy es un día atípico en la cuadrilla ya que se presentaron menos cazadores de los habituales. La razón es que algún cazador hizo acto de presencia y enseguida cogió el vehículo para trasladarse hasta Panes para correr la carrera pedestre entre la localidad asturiana y Potes. Por esa razón, Tasín se las vio y deseó para poder cubrir el terreno donde se iba a cazar. Una vez colocados los puestos y ya pasadas las nueve de la mañana, se ordena entrar a los monteros con los perros.
Vueltas y más vueltas pero sin ningún resultado. "¿Qué pasa hoy que no se oyen a los perros?, ¿están mudos?", preguntaba uno desde su puesto. "Están trabajando bien, pero no encuentran rastros", contestan los monteros. "Me parece que hoy estábamos mejor donde los Camachos tomando un blancu que aquí arriba, aunque me da la impresión que le vamos a tomar aquí, porque vamos a bajar con un roscu..." pronosticaba otro.
Y era verdad, los perros recorrieron el lote para arriba y para abajo, pero allí no había jabalis. El calor cada vez apretaba más y también los sabuesos lo acusaban, menos mal que el monte es fresco y tiene bastante agua donde los perros podían saciar la sed.
Era ya casi mediodía cuando la cacería se anima y toma otros derroteros. Los perros acaban de levantar de su encame a una jabalina con sus jabatos. La madre la emprendió monte arriba, pero los pequeños en realidad nadie los vio. Los perros se liaron con ellos y se hartaron de dar vueltas, pero no salió ninguno. Cuando la jabalina pretendió cruzar la barrera de las escopetas, escogió el lugar donde se encontraba Miguel Angel, que la vio cruzar por una ladera. Un estampido sirvió para que la marrana cambiara el rumbo y se viniera derecha al cazador. Un segundo disparo se perdió en el aire y un tercero sirvió para ver a la jabalina correr y desaparecer por el monte arriba. No dejó ni rastro de sangre.
No tuvo acierto Miguel Angel, pero por lo menos tuvo el honor de ser el único cazador que gastó munición, pero con nulo resultado. Otra vez será. "Me pegaba el sol en la cara y no pude disparar mejor" decía luego un cariacontecido Miguel Angel. Pero no todos los compañeros lo entendieron, ya que uno de ellos, medio en broma, medio en serio, le dijo por la emisora: "Creo que en Santander están terminando de construir un campo de tiro. Tenías que ir por allí para afinar el rifle y adquirir un poco de práctica.....".
Con los perros agotados y los cazadores aburridos, fue Tasín el que anunció por la emisora que se podían bajar todos para casa. En esta ocasión no pudo ser. El calor y la maleza que todavía hay en los montes se convierten en los principales obstáculos para los cazadores en este inicio de temporada. Por mucha voluntad que se ponga, las fechas en las que nos encontramos no son las mejores para cazar. No lo son para los monteros, que tienen que vérselas con el calor y con el poco entrenamiento que todavía tienen sus perros. Tampoco son buenos momentos para los que están en los puestos. Pero si encima no hay jabalís..., y los pocos que hay tienen el camino abierto para burlar a los cazadores pues en ocasiones pasan a escasos metros de ellos y los del puesto ni se enteran. Solamente lo pueden ver cuando minutos más tarde los perros señalan el camino que llevaron los jabalís.
En fin, se terminó la cacería con un resultado inesperado, pero no siempre resultan las cosas como uno quiere. Otro día será.
(Información recibida de Miguel González)