Bonito y fresco día, el que amaneció en San Pedro de Bedoya el sábado día 26. La cuadrilla 31 tiene que cazar hoy en Bicobres y por todos los cazadores es conocida la abundancia de jabalís en el lote. Más de uno ya no durmió bien pensando en los jabalís, en dónde le tocaría estar de puesto, si tendría ocasión de dispararles, si se le escaparían, o si lograría hacer diana.
Mientras la guardería iba tomando nota de las acreditaciones de los cazadores, Tasín, el jefe de la cuadrilla, les iba informando de cómo iban a plantear la montería. "Vamos a cubrir todo el monte, empezando por la Sieta, el Collau, Canal Mayor y la Calleja de Sária. Como veis es bastante terreno el que hay que cubrir y no tenemos muchas escopetas. Tenemos que poner los puestos algo separados unos de otros, así que tenéis que estar muy atentos para que no marchen entre unos y otros. Ayer estuvimos en el monte y está bastante revueltu, así que hay jabalís. Los perros van a entrar por la Dobra y el Ojeu".
En cuanto los sabuesos empezaron a rastrear el monte, ya dieron señales inequívocas de la presencia de los marranos. De hecho, a los pocos minutos se oye el primer disparo en la Calleja de Sária. Allí estaba Álvaro que vio cómo el jabalí cruzaba los praos en dirección a Lobá. Era bastante grande y venía sin perros cerca. Álvaro se preparó y le soltó un disparo que para poco sirvió. Un segundo tiro solo valió para dar al marrano más alas para emprender su huida por el hayedo arriba. No había empezado con buen pie, o mejor dicho, con buen pulso el cazador porque el jabalí no le había pasado muy lejos.
Los monteros que estaban en la Dobra anunciaron a continuación el levante de otro jabalí. "Atentos en la Calleja que los perros llevan un jabalí muy buenu. Atentos que enseguida se planta ahí". El jabalí no se debió de levantar con muchas ganas de correr. De vez en cuando se paraba para hacer frente a los perros y trataba de defenderse de aquellos inoportunos "roncones" que tenía al lado. En vista de lo pesados que le resultaban los sabuesos, por fin decide emprender la carrera, pasando por Sarrullá, cruzó el río y trató de meterse por Lobá. La suerte para el jabalí fue elegir de nuevo la posición de Álvaro que quiso resarcirse de sus fallos anteriores. Viendo el cazador que ya tenía al jabalí en la mira, le soltó un zambombazo pero se dio cuenta que hoy no era su día. Dos disparos más para poco valieron, dejando al jabalí en el monte para otra ocasión. "También se escapó monte arriba.....", anunció a sus compañeros ante el requerimiento de estos.
Pocos minutos después, anuncian la presencia de un jabalí en la Sieta que pretendía cruzar la barrera y pasar para la zona de Cobeña. Primero fue Pilín y luego Paco, el de Castro, los que dispararon, pero daba la impresión de que hoy nadie ponía la bala donde ponía el ojo, pues el marrano logró su objetivo y también quedó en el monte.
Eran ya más de las once de la mañana y todavía no se habían estrenado. Tuvo que ser una vez más Elías el encargado de poner las cosas en su sitio. Elías tenía un puesto bastante alto, estaba en el Canchal y desde allí podía divisar todo el monte. Se dio cuenta de la ruta que traían unos perros tras una pieza. Habían levantado en La Pandilla y llevaron al jabalí monte arriba. Cuando salió a la zona que no había arbolado, Elías le pudo divisar. Estaba aún lejos pero, sin duda alguna, venía a guarecerse entre los peñascos del Canchal. Elías ni se movió. "Tiene que pasar por aquí.....", pensó. Y pensó bien porque en apenas un par de minutos ya le tenía colocado en la mira de su rifle. Un único disparo sirvió para anunciar a los compañeros que había caído el primero del día.
Cuando los perros empezaron a llegar a los puestos,el camino para los jabalís se iba angostando y tenían que llegar por narices hasta las escopetas para intentar salvar esa prueba final. Alguno lo consiguió, como uno que se le escapó a Basilio en el Escontrín. El cazador vació el cargador, pero el jabalí, pese a ir dejando sangre, marchó con mucha vida aún por delante, por lo menos corría bien.
Los que corrieron poco fueron dos jabalís que salieron en la Selva al encuentro de dos monteros. Está el mundo al revés ya que uno de los marranos vino de bruces contra Chanquel que de dos disparos le dejó en el sitio. El otro jabalí también lo intentó pero Carlos, el de Viñón, echó una pequeña carrera para cortarle el camino y de un único disparo vio cómo rodó unos metros para quedar a merced de los perros.
Desde el Collau de Taruey sonaron varios disparos, todos dirigidos a un jabalí que cruzaba por la cabecera del prau de Retorturas en dirección a Poda. En la Peñuca estaba Luis Manuel que fue el autor de los disparos pero estaba muy lejos y para poco sirvieron. Lo que sí pudo ver fue como el jabalí cruzó por medio de una reata de caballos que estaban en la campera del Collau.
Entre Sotoja y Jayumenudu estaba Héctor, que vio meterse a un jabalí en el río. El marrano no acababa de salir de allí. Héctor dudaba en acercarse o esperar a que saliera. Decidió esperar. No se movió. Cuando el marrano acabó de bañarse intentó ascender monte arriba, pero todo quedó en el intento. Dos disparos de Héctor bastaron para que no sucediera. Era el cuarto de la jornada.
En la Cabanilla Angel Gutiérrez disparó a otro jabalí, pero el marrano siguió su ruta. "Atentos en Puentevau, que se metió monte abajo, está heridu porque va dejando sangre.....". En las Bárcenas estaba Adolfo, el de los Cos, que cuando vio al jabalí se llevó una sorpresa. "Un jabalí con la cabeza colorá.....", pensó. Pero no era así. Lo pudo comprobar después de tirarle dos petardos y quedar a merced de los perros. Traía el hocicu deshecho del disparo de Angel. Como no hay quinto malo, éste fue el mejor jabalí de la jornada con un peso de 65 kilos.
Cuando toca cazar en Bicobres, la mayoría de cazadores quiere ir de puesto a Canal Mayor, paso obligado de jabalís. Son puestos donde se pasa bastante frío, allí no entra el sol y la mayoría de los inviernos hay que estar pisando nieve todo el día. Hoy no había nieve, pero al pasar las horas ya se notaba el frío en el cuerpo.
Los jabalís acudieron a la cita y allí se encontraron primero con Marcos, el de Brez, que solo necesitó un disparo para parar al jabalí. En realidad estaba a menos de veinte metros de donde intentaba pasar el marrano. Un poco más lejos se encontraba Tasín que, como jefe de la cuadrilla, quiso poner broche de oro a la jornada. Dos disparos bastaron para ver cómo el jabalí rodaba unos metros para quedar totalmente inmóvil.
Eran ya casi las cinco de la tarde cuando Tasín manda recoger los perros y la "mercancia", que sacaron a cuestas hasta los remolques, dando por terminada una buena jornada donde los perros trabajaron bien y muchos de los cazadores tuvieron ocasión de demostrar su destreza o su fracaso, según las circunstancias, con las armas.
(Información facilitada por Miguel González)