La cuadrilla 103 mató ocho jabalíes de Bicobres Norte
Durante la cacería se registró la presencia de un Oso Pardo en Jayumenudu
Vídeo de la cacería
Hermosa mañana la que amaneció el Domingo 11 de Octubre para los cazadores de la cuadrilla 103. Hoy toca cazar por segunda vez consecutiva en Bicobres Norte, en Bedoya, y cuando se caza aquí, los ánimos y bríos de la cuadrilla suben como la espuma.
A las 8 de la mañana ya estaban todos en San Pedro para presentar las acreditaciones y recibir las recomendaciones de Jorge Cuevas, el Jefe de la cuadrilla: “Vamos a echar la parte alta del lote, vamos a cubrir por La Sieta, Los Llaos, El Collau, Sandelasierra, Cantu Pinau, la peña de las Segás, Canalmayor, Jayumenudu y Sotoja. Los perros van entrar por Armiceu y Los Llanos de Anebru. Estuvimos en el monte y como hay muchas bellotas está muy andau, así que andar finos que hay jabalís”.
Una vez colocados los cazadores en sus puestos, se da la orden de entrar los monteros con los perros y enseguida se produjo la anécdota de la jornada: “Acabo de ver un osu…..…”. El que así se explicaba era Santi que estaba de puesto en Jayumenudu. A Santi, como ocurre muchas veces, le acompañaba en la cacería su hijo, Santi junior. Un estruendo en el monte les puso en alerta y segundos después vieron aparecer ante sus ojos un ejemplar de oso pardo que venía en su dirección. “¿Qué es eso?”, le pregunta el inquieto y asustado joven a su padre. “Tranquilu, estáte quietu”, le contesta su padre que, no menos nervioso que su hijo, “por si las moscas” encaró el rifle apuntando al plantígrado, que cada vez se acercaba más. Una potente voz del cazador hizo que el oso cambiase su dirección y velozmente abrió camino monte abajo, cruzando el río Santo para dirigirse hacia Toja. Angel Cuevas, que estaba de puesto unos metros más abajo, también pudo oir el estruendo que el oso generaba en el monte. “Yo no le vi porque se metió entre la maleza, pero oí perfectamente los “bufíos” que iba dando”, contaba luego Angel.
Aún con los nervios a flor de piel, Santi cogió la emisora para comunicar el suceso a sus compañeros: “Acabo de ver un osu, me pasó a menos de diez metros”. “¿Qué dices, que viste un osu?”, le replicó el jefe de la cuadrilla. “Sí, se metió a toda leche monte abajo, no era muy grande, pero nos metió un buen sustu”, tartamudeaba Santi aún preso de la emoción.
Dejando la anécdota aparte, la cacería seguía celebrándose y enseguida se oyó el primer disparo de la jornada. Su autor fue Nel, que estaba de puesto en la Tená, debajo del Chozu. “¿Qué hiciste, Nel, mataste?, le preguntaban por la emisora. “No, no le dí y se escapó, le tiré un tiru cuando pasaba entre dos carrascos y marchó más listu que otru pocu”. Al cabo de un rato, vuelven a requerir los servicios de Nel. “Oye, tienes que subir un pocu por encima de donde estás, porque están los perros allí ya hace un ratu y no se mueven. Tienes que ir a ver lo que pasa”. Así lo hizo Nel y se encontró con los perros que estaban mordiendo con rabia al jabalí que él había disparado y estaba allí muerto. “Los perros están mordiendo al jabalí que tiré antes, está muertu”, comunicó por la emisora. “Muy bien, cuando se ceben bien los perros, los vuelves a meter pa bajo, que por aquí tienen que salir más”, le contestó David.
“Los mis perros van de levante”, avisaba por la emisora Anibal. “Estoy en el Lomberu y no se los bichos que llevan, así que atentos en Canalmayor”, proseguía el montero. Al poco rato se oyen dos disparos y pronto es José Antonio Llorente el que coge la emisora para anunciar que acababa de matar un jabalí. Llorente estaba de puesto, curiosamente en la “Matuca del Osu”, encima de Rejedas, y el jabalí no estaba muy cerca, pero el cazador hizo alarde de su puntería. “Aquí tengo al jabalí, pero los perros se volvieron y no llegaron a morderle. Yo no me muevo de aquí, igual traen otru”, razonaba Llorente. Y no pensaba mal, porque minutos más tarde se le presentó otro marrano y también de otros dos disparos le convirtieron en manjar para la boca de los perros que en ésta ocasión sí que mordieron lo que les apeteció.
“Estoy con el perru en Jayumenudu que le está dando un patatús, está muy jodíu”, anunciaba Rubén. “¿Qué le pasa al perru, le pescó algún jabalí?”, le contesta Jorge. “No, indica Rubén, yo creo que se trata del calor que hace, voy a bajarle hasta el rio para refrescarle y que beba”. Así lo hizo el montero y el perro recobró de nuevo las fuerzas necesarias para seguir corriendo tras los jabalís. Precisamente, media hora después, fue el protagonista de llevar a un buen ejemplar hasta Canalmayor donde estaba de puesto Julio Sebrango que necesitó tres disparos para verle rodar por un gran precipicio. “Le estoy viendo allá abajo, pero si no viene alguien a ayudarme, yo no puedo sacarle de allí. Es muy grande, igual pasa de los 80 kilos”. Sebrango recibió la ayuda de Serafín pero la tarea fue inútil. “A ver, Jorge, no podemos con él”. “Pues entonces cortarle la cabeza para presentarla al guarda y lo demás dejarlo allí”. Y así lo hizo Sebrango que, como los buenos toreros, se presentó en San Pedro con las dos orejas y el rabo del animal para que no hubiera dudas.
Pese a recibir un buen susto a primera hora de la mañana cuando tuvo al oso a diez metros de distancia, a Santi no le afectó para nada al pulso cuando se le puso delante un jabalí. En esta ocasión no tuvo necesidad de vocearle para que se apartara, un único y certero disparo fue suficiente para acabar con la galopada del jabalí.
Otro cazador que empezó la temporada de caza en plena forma es Serafín Alles. Hoy estaba de puesto en el “Senderu de los Cocinos”, encima de Canalmayor y desde allí pudo observar cómo se le acercaba un apuesto y hermoso jabalí. A Serafín le dio tiempo suficiente a preparase y cuando le tuvo en la mira dos disparos retumbaron contra la Peña de las Segás que fueron suficientes para tener que bajarle a rastras los 90 kilos que pesaba hasta Jayumenudu, donde estaba el remolque. Era ya el sexto de la jornada.
En Sandelasierra estaba de puesto Abelín y desde allí pudo apreciar cómo los perros de David sacaron del Canchal un jabalí que trataba de huir camino de Lamasón. Abelín le estuvo mirando y aunque el marrano estaba bastante lejano necesitó dos disparos para cortarle el camino hacia terrenos masoniegos.
Era ya mediodía cuando la emisora vuelve a funcionar: “Ahí te van tres, Ceci, ahí van derechos a tí”. Ceci estaba de puesto en la Tuemba, pero enseguida responden: “Ceci ya se marchó para casa”. Así que los tres marranos encontraron el camino libre y expedito para adentrarse en terrenos de Cobeña, fuera ya de las escopetas.
“Vamos a meter los perros por Cobeña para ver si los podemos volver”, ordenó Jorge. Y así sucedió, ya que eran las cuatro de la tarde cuando los tres jabalís vuelven a atravesar los prados de la Sieta en dirección contraria. Jesus Caviedes les hizo un disparo, pero la distancia era muy grande y los tres se dieron de bruces con Marcos. Pummmm, pummmm, pummm, pummm, hasta cuatro veces disparó. La última fue para rematar al único que mató. “Venían los tres frente a mi. Unu estaba muy flacu, seguramente que era una chona, yo disparé a los tres pero el segundu fue el que mejor se me puso. Después del disparo, el jabalí se tiró para atrás y pensé que estaba muerto, pero unos segundos más tarde se levantó y echó a correr, le tuve que volver a tirar. Pesaba unos 50 kilos. En total hice cuatro disparos”, comentaba luego Marcos.
Era ya el octavo logrado en la jornada y minutos más tarde, fue el jefe de la cuadrilla el que dio aviso de recoger los perros y bajarse todos a San Pedro a sacarse la foto de recuerdo.
Un gran día el vivido hoy, la temperatura fue buena para los cazadores que estaban en los puestos, algo peor para los monteros y perros que tuvieron que soportar el calor, pero hubo suspense, temor y sobresalto por la presencia del oso. Luego salieron muchos jabalís, hubo muchos disparos y los perros lograron morder en numerosas ocasiones. No se puede pedir más.