Era todavía de noche cuando los cazadores de la cuadrilla 103 estaban ya en el aparcamiento de Lebeña para presentar las acreditaciones a la guardería y recibir las recomendaciones de Jorge para cazar en el lote de Poda-Cordancas, un lote difícil de batir, pero los cazadores son sabedores de ello ya que, en ésta misma temporada, es la tercera vez que cazan en él. “Estuvimos ayer viendo el monte y la verdad es que no se ven muchos rastros, pero seguro que tiene que haber……”, comentaba Chanchel.

El día amaneció bastante bueno. Había llovido la noche anterior y aunque el cielo estaba nublado, la temperatura era alta para el tiempo que estamos. Luego, durante el día, lució tímidamente el sol, aunque por ponerle algún pero, diremos que azotó muy fuerte el viento en las zonas altas del lote, lo que dificultó bastante la batida.

“Vamos a cerrar desde el Collau de la Huerta, continuando por Verés hasta bajar al desfiladeru. En el riu pondremos dos puestos y otru en el Caminu Vieju. Los monteros van a entrar por encima del pueblu…..”, les comentaba Jorge, el jefe de la cuadrilla. “Por la tarde echaremos la zona de Poda y Pasaneu”, añadía.

Una vez colocados los puestos, entran los monteros a escena y no tardaron los perros de Aníbal en coger demanda. Sacaron un jabalí de su encame por debajo de Verés. El montero le pudo hacer un disparo, pero el jabalí siguió su curso. “No le dí, se metió para abajo, en dirección al río…...”, avisaba Aníbal por la emisora. Más abajo, ya cerca del río Deva, estaba su hijo Rubén con sus perros cuando vio aparecer al jabalí, aunque a bastante distancia. “Va muy jodíu….., apenas puede correr, voy a meterle los perros…..” pensó el montero.

Los perros siguieron el rastro hasta el mismo río y cuando llegó Rubén hasta ellos, vio que estaban intentando cruzar el río, lo que anteriormente ya había hecho el jabalí, haciendo gala de unas vitales dotes natatorias.

En Liébana éste invierno llovió muy poco, pero hace unos días cayó algo de nieve en las cumbres y, con la ayuda del viento sur, contribuyó a que el río Deva baje con bastante caudal. Suficiente para que los perros tuvieran serios problemas para poder cruzarlo, ya que la corriente les arrastraba. Rubén tuvo que echar a correr unos cuantos metros, a la vera del río, para poder ayudarles a salir, pero viendo la dificultad por la que estaban pasando los tres perros, tuvo que tirar el rifle al suelo y meterse hasta la cintura en las frías aguas corriendo también el riesgo de ser arrastrado por la corriente. La odisea no pasó a más y pudo sacar dos perros, el tercero siguió escudriñando, aguas abajo, un sitio donde poder hacer pie para salir. Lo encontró unos metros más abajo, pero en la orilla contraria, lo que originó que se saliera del lote y siguiera detrás del herido jabalí.

Después de cambiarse la indumentaria, Rubén tuvo que emprender la ardua tarea de ir a buscar al perro. Hoy día todos los monteros tienen un collar GPS para localizarlos. Dicho aparato le señalaba que el perro había ascendido la montaña por encima del Allende, así que Rubén tomó esa ruta y bastante más arriba, en el Ajero, le encontró sano y salvo, pero con una grata compañía a su lado. Era el jabalí, ya inmovil, que había perseguido con tanto peligro y esfuerzo. El disparo de Aníbal, a la postre, había resultado letal. Era el primero de la jornada.

Pero la cacería seguía y los perros de Pepe, el de Ojedo, levantaron en Tundes, cerca de la Cueva Mora, un jabalí que emprendió una veloz carrera, encinal abajo, también en dirección al desfiladero. Pero éste no llegó a mojarse, ya que antes de llegar a la  carretera general tomó el rumbo del “Caminu Vieju”, en dirección a Castro. Allí estaba de puesto José Angel, el de Cobeña, que de un único disparo le paró los pies. “Quién tiró…..?, preguntaba Jorge. No tardó mucho en responder, con la consecuente alegría José Angel: “Acabo de matar un jabalí……”. Y es que era su estreno en ésta temporada.

“Dice un señor que junto al puente de Lebeña acaba de ver un jabalí heridu….., a ver si algunu se puede acercar por allí con perros”, comentaba un vecino del pueblo a Aníbal. Cuando el montero llegó al lugar se sorprendió con lo que allí había. Encima del puente de Lebeña había media docena de perros rodeando a un jabalí que apenas se movía. Aníbal no podía disparar ya que los perros se lo impedían, pero pudo comprobar que el marrano tenía una pata rota, quizá a consecuencia de anteriores batallas. En cuanto se apartaron un poco los perros le soltó un disparo que fue suficiente para que los sabuesos ahora pudieran morder con total libertad.

Era ya mediodía y el jefe de la cuadrilla mandó cambiar los puestos hasta la zona alta del lote, por Poda, Pasaneu, La Mesa, Porrumán, El Collau, Los Llaos……, pero allí no hubo mucha suerte ya que no salió ningún animal, solamente cinco venadas que cruzaron por Poda. El fuerte viento que azotaba la zona, también pudo influir, pero allí no salió ningún marrano.

Y así se dio por finalizada la cacería. Resulta curioso que en todo el día se vieron únicamente tres jabalíes. A los tres se les mató y curiosamente con tres únicos disparos. Hoy las ferreterías de Potes no hicieron negocio con la cuadrilla 103 a la hora de venderles munición.

Una merienda-cena, en los Guardo de Ojedo, puso fin a la cacería donde se analizó la jornada vivida y donde se habló más de la batida del próximo fin de semana en Bedoya, donde todos piensan que será la batida estrella de la temporada para ésta cuadrilla.