 Bonita mañana la que amaneció el  Domingo en Liébana, nubes altas con un molesto viento del sur que poco a poco  se fue disipando. La cuadrilla 103 se reunió en la Viñona para realizar los  preparativos de la cacería. Hoy toca cazar en el lote de Pámanes, que está  entre los pueblos de Valdeprado, Venta Pepín y Cueva.
Bonita mañana la que amaneció el  Domingo en Liébana, nubes altas con un molesto viento del sur que poco a poco  se fue disipando. La cuadrilla 103 se reunió en la Viñona para realizar los  preparativos de la cacería. Hoy toca cazar en el lote de Pámanes, que está  entre los pueblos de Valdeprado, Venta Pepín y Cueva. 
            “Vamos a cubrir desde Valdeprao,  por encima de la Venta Pepín,  hasta la  praería de Sarres y el límite de la provincia. No pudimos venir a ver el monte,  pero nos dijeron que había jabalís, así que a ver si los despertamos y los  ponemos al buen recaudo”, les iba diciendo José Angel, el jefe de la cuadrilla. 
                          Una vez colocados los puestos, se  dio orden de entrar a los monteros y los vaticinios pronto se cumplieron, ya  que los perros cogieron enseguida varias demandas. Tantas que estaban todos muy  ocupados, unos en una dirección y otros en la contraria. Era tal la cantidad de  jabalís que ni los perros sabían a cuál atender. 
                          Los primeros jabalís que salieron  a los puestos llegaron donde Francisco, el de Pendes, que le salieron cuatro a  la vez. Kiko se centró en el primero y le soltó un pepinazo que le hizo rodar  unos metros para quedar inmóvil. Los otros tres respiraron fuerte y marcharon a  toda velocidad, pero Kiko parece que tiene imán, le vienen jabalís en todas las cacerías.
                          Pero lo verdaderamente importante  fue lo que le salió a Chuchi, también de Pendes. Pum, pum, pum…., fueron varios  los disparos que hizo el joven Chuchi, pero……, “se me escaparon, eran unos  cuantos, venían en reata y casi me atropellan, no sabía a cuál atender”,  avisaba el cazador. Efectivamente, eran muchos, tantos como que …..“entre chicos y  grandes son más de catorce, los acabo de contar, iban en reata por tou el prau,  ocupaban tou el prau”, avisaba instantes después Nisi, un invitado, que llegó a  hacer un disparo, pero estaban muy lejos. También Chico les tiró, pero los  jabalís lograron  salirse del lote. “Nos  quedamos sin jabalís, se nos marcharon todos ….”, anunciaba Chico. 
                          Pero estaba equivocado, aún  quedaban, porque instantes después, encima de Valdeprao, a Benjamín le salió un  jabalí que tumbó de un disparo. Era un buen ejemplar. Estaba Benjamín  inspeccionando el marrano para comprobar dónde tenía el tiro, cuando un ruido  le sorprende. Era otro jabalí que venía lanzado. Benjamín, tan pronto como  pudo, echó el rifle  a la cara y lo soltó  otro disparo, pero sin suerte. El jabalí cogió aún más velocidad, tanto que  llegó a donde estaba Nel, que también le tiró pero tampoco con suerte. “Esti  rifle le voy a tirar, no me vale pa ná”, murmulló Nel. El marrano, al oir el  disparo, se dio la media vuelta y volvió donde Benjamín y claro, no sabía cómo  se las gasta el cazador de Salarzón. Un certero disparo fue suficiente para  dejar al marrano a sus pies. Era el segundo de Benjamín. 
                           Más arriba de Nel, estaba  Chanquel, un invitado de Lomeña, pero no sabía que hoy iba a ser un día que no  va a olvidar fácilmente. Los perros de David venían muy apurados, así que  Chanquel se preparó y, lo que nunca podría suponer, fueron apareciendo jabalís.  Un, dos, tres….., tantos jabalís y tantos disparos que perdió la cuenta, pero  el cañón del rifle estaba ardiendo. Una cadena de jabalís fue pasando delante  de sus ojos. Cuando se apaciguó la cosa, el cazador hizo recuento y vio que  había tres jabalís esperando a que les subieran en los remolques. Tenían ganas  de probar ese medio de transporte.
Más arriba de Nel, estaba  Chanquel, un invitado de Lomeña, pero no sabía que hoy iba a ser un día que no  va a olvidar fácilmente. Los perros de David venían muy apurados, así que  Chanquel se preparó y, lo que nunca podría suponer, fueron apareciendo jabalís.  Un, dos, tres….., tantos jabalís y tantos disparos que perdió la cuenta, pero  el cañón del rifle estaba ardiendo. Una cadena de jabalís fue pasando delante  de sus ojos. Cuando se apaciguó la cosa, el cazador hizo recuento y vio que  había tres jabalís esperando a que les subieran en los remolques. Tenían ganas  de probar ese medio de transporte. 
                          Como queda dicho más arriba, los  perros no daban abasto, y si no que se lo digan a Pepe, el de Ojedo, que estaba  siguiendo a sus sabuesos, cuando de repente se clavan en un bardal y de allí  sale un bulto negro que llegó donde Pepe, pero éste le dio su merecido castigo,  aunque con suspense, ya que el jabalí siguió su camino, pero entre los perros y  el montero pronto le encontraron ya moribundo. 
                          Jorge, el de Trillayo, éste año  dejó la jefatura de la cuadrilla, y eso le viene bien, pues puede estar más  concentrado en su tarea de cazar. Hoy, una vez más, dejó sin aliento a buen  jabalí que traían los perros de Raúl.
                          Por la tarde se echó la parte  baja del lote, entre la carretera de Cueva, por el Argayu y la Venta de Pepín,  y para no cambiar mucho la actividad de la jornada, tampoco faltaron jabalís.  Al invitado Nisi, que estaba por debajo de la Venta Pepín, le salieron cuatro y  quería desquitarse del fallo de la mañana, así que echó el resto y todo su  empeño para quedar bien y lo consiguió, matando a uno de ellos. 
                          El siguiente le tocó a Primo  Cuevas que disparó a otro, pero no fue lo suficiente para detenerle y se marchó herido. Un poco más abajo estaba Fermín Coello, de Tama, que pudo rematarle.  
                          En mitad del monte estaban los  monteros David y Milio y se encontraron con un jabalí que bajaba monte abajo  muy asustado. David, cosa rara en él, hoy traía arma y le hizo un disparo que  tocó pelo, pero no lo suficiente para detenerle. Milio Gómez se encargó también de  rematarle.
            “¿Cuántos van, ya tenemos  bastantes…..?”, preguntaban por la emisora. José Angel, que llevaba buena  cuenta de todo lo sucedido, les avisa que “falta unu para hacer el cupu…..”..
                          Y no hizo falta esperar mucho  para lograrlo, ya que los perros de Aquilino y de Jorge Olejo traían otro  rebaño. “Son por lo menos cinco……, atentos los que estáis por Valdeprado..….”,  les avisaba Aquilino. A la hora de acercarse a los puestos, la piara se fue desperdigando  y cada uno se las compuso para salir de aquel atolladero. Pero uno de ellos   tuvo la suficiente picardía y se metió dónde estaba de puesto Nel. El marrano "sabía que el rifle de Nel no tenía peligro", pero hoy se equivocó y el rifle funcionó perfectamente y  un par de disparos fueron suficientes para cerrar la cuenta de un fantástico día, donde tanto los perros, como los monteros  y no digamos los cazadores disfrutaron de lo lindo. Se gastó mucha munición y  eso es señal de que la jornada fue movida.
                          Eran las tres y media de la tarde  cuando José Angel les ordena recoger los perros y retirarse. Pero acababa de  hablar y un hermoso jabalí cruzó delante de sus barbas. Parecido le ocurrió a  Abelín que se tuvo que quedar con las ganas con otro hermoso marrano que le  pasó muy cerca. “Era muy buenu…..”, comentaba después. Allí quedaron en el  monte para otro día. 
                          Una merienda-cena en los Guardo  de Ojedo puso fin a la bonita jornada, donde no faltó el humor, las risas y las  anécdotas vividas durante el día. Ahora ya hay que esperar hasta el próximo año, el 26 de Enero, para la siguiente cacería.   
            Informó Abelín