 Está finalizando el mes de Enero  y ya está a punto de finalizar la temporada de caza. A la cuadrilla 103 aún le  faltan dos cacerías. Una de ellas se echó ayer sábado en los montes de Bedoya,  en Bicobres Norte. Desde siempre, cuando toca cazar en casa, los ánimos entre  la cuadrilla se alteran en el buen sentido de la palabra. Y hoy no iba a ser  menos. No eran las 8 de la mañana y ya estaban prácticamente todos los  cazadores en Ojedo para presentar las acreditaciones y recibir del jefe de la  cuadrilla las oportunas recomendaciones.
Está finalizando el mes de Enero  y ya está a punto de finalizar la temporada de caza. A la cuadrilla 103 aún le  faltan dos cacerías. Una de ellas se echó ayer sábado en los montes de Bedoya,  en Bicobres Norte. Desde siempre, cuando toca cazar en casa, los ánimos entre  la cuadrilla se alteran en el buen sentido de la palabra. Y hoy no iba a ser  menos. No eran las 8 de la mañana y ya estaban prácticamente todos los  cazadores en Ojedo para presentar las acreditaciones y recibir del jefe de la  cuadrilla las oportunas recomendaciones.
                          El día se presentaba bastante  bueno, había caído una pequeña helada, pero el sol pronto empezó a iluminar los  montes de Bedoya. “Estuvimos viendo ayer el monte y la verdad que no hay muchos  jabalís. Yo creo que es por la presencia de los lobos. Esta semana todavía  vieron a plenu día dos lobos en el Dobru. Vamos a cubrir como otras veces, de  San Pedro a la Calleja de Sária, Sardanes, la Burdia, Pandilla, los Llaos y la  Sieta. Tenemos bastantes escopetas, así que vamos a estar atentos para que no  se nos escape ningunu. Los monteros van a entrar por San Pedro, el Ojeu y  Salarzón”, les advertía José Angel el de Cobeña.
                          Una vez desplazados a Bedoya y  después de cubrir los puestos, entran en escena los monteros con sus sabuesos y  lo que se barruntaba una jornada con pocos alicientes, pronto cambió de  sentido. Los perros se encargaron de levantar varios jabalís de sus encames y  entre ladridos y disparos se animaba la jornada. 
                          En el Ojeu levantaron un jabalí  que llevaron en volandas en dirección a Sarrullá. “Atentos en la Calleja, que  para allá os va..….”. El marrano llegó al río y no dudó en cruzarlo, a pesar  del fuerte caudal de agua que arrastraba. No tuvo problemas, ni tampoco los  perros que le seguían. Llegó al prau de Genaro pero se tropezó con la pared que  le rodea para pasar hacia el monte de Lobá.  A pesar de ese inconveniente, el jabalí logró  salir de allí para  ascender por el monte.   Por allí estaba Clemente, que hoy estaba  de invitado, pero no pudo ver toda la maniobra y cuando se quiso dar cuenta ya  estaba el jabalí encima de él. Un par de disparos no fueron suficientes para  detenerle. 
                           Clemente tuvo que recargar el  rifle y lamentarse del poco acierto que había tenido, aunque en su descaro hay  que decir que el marrano ya estaba a bastante distancia. Pero las lamentaciones  duraron poco, porque a los pocos minutos llegó por allí otro jabalí, pero éste  tuvo menos picardía que el anterior y llegó derecho a Clemente que con un  disparo le vio rodar hasta el camino.
Clemente tuvo que recargar el  rifle y lamentarse del poco acierto que había tenido, aunque en su descaro hay  que decir que el marrano ya estaba a bastante distancia. Pero las lamentaciones  duraron poco, porque a los pocos minutos llegó por allí otro jabalí, pero éste  tuvo menos picardía que el anterior y llegó derecho a Clemente que con un  disparo le vio rodar hasta el camino.
                          Un poco más arriba, en Nozalín,  estaba Francis, el de Cosío, que también tuvo que detener a otro jabalí que  pretendía escapar de la quema. 
                          Fue todo tan rápido y tan  seguido, que alguno tuvo la valentía de anunciar por la emisora: “hoy vamos a  comer prontu, pa mediudía hacemos el cupu…..”. Y no estaba muy equivocado,  porque enseguida se oyen nuevos disparos un trozo más abajo. “Aquí tengo a mis  pies al jabalí, es muy buenu..….”, anunciaba Nel que estaba de puesto en los  Huertos de Sária, junto a los depósitos de agua, y que cada vez está más  contento con su flamante rifle. 
                          Los disparos se oían por todo el  monte, algunos lejanos, como los que hizo Santi, el de Camaleño, en la Sieta.  Santi es de los que falla pocas veces y hoy tampoco lo hizo, lo que pasa es que  el marrano recibió la pólvora, rodó unos cuantos metros por un prau y se  introdujo en un escobal. “Traed los perros que tiene que estar aquí”, anunciaba  el cazador. Llegaron los perros y allí no encontraron nada. “Fue un misterio,  porque todos le vimos rodar y le dimos por muerto”. 
                          Un invitado, José Elías, estaba  en el Caldillu y allí le salió un jabalí que traían los perros desde la zona de  Jaltrabe. El marrano le llegó a toda velocidad, pero José Elías se encargó de  pararle en seco. 
                          Para alegrar aún más la mañana,  un elegante venau con una preciosa cornamenta salió en las Llamizas, por debajo  de Salarzón. El venau bajó praos abajo y llegó hasta la Vega donde la recorrió  un par de veces de arriba abajo hasta que cruzó el río y se metió para la  Molinera. Fueron varias personas de Esanos las que tuvieron la fortuna de  disfrutar del evento.
             “Atentos los que estais en el  Collau, ahí os va mercancía…...”. La mercancía no era mucha porque el jabalí no  era muy grande, pero en los Llaos estaba Abelín que se encargó de dejarle a  buen recaudo. Era ya el quinto de la mañana.
“Atentos los que estais en el  Collau, ahí os va mercancía…...”. La mercancía no era mucha porque el jabalí no  era muy grande, pero en los Llaos estaba Abelín que se encargó de dejarle a  buen recaudo. Era ya el quinto de la mañana. 
                          Aún hubo más, ya que en uno de  los diferentes puestos que había en la Sieta estaba Felipe, que vio venir al  jabalí desde la Mata de Salarzón. Le dio tiempo a prepararse y esperar ya que  venía derecho a él. Tuvo que echar una pequeña carrera para dejar claro que no  se le olvidó disparar.
                          Eran ya mediodía y en vista que  ya se había andado todo el monte, José Angel mandó recoger los perros para  cambiar y echar desde Cobeña a la Sieta. “Hay que empezar por Castro, estoy  viendo que anoche dieron vuelta un prau debajo de Cobeña, ayer no estaba hozau…...”,  les avisaba Benjamín. 
                          Y así se hizo, los  monteros entraron por Castro y uno de ellos,  Kike, de Beranga, que hoy estaba de invitado se encontró por encima de Cobeña  con un jabalí que tenía problemas para desplazarse. Le esperó y de un disparo  acabó con él. Era una hermosa chona, la misma que se le había escapado a Santi  por la mañana en la Sieta. Tenía una pata rota. 
                          Por debajo de Cobeña, los perros  levantaron un par de jabalís. Las voces de los curiosos que estaban en la  Curvona de la carretera que sube al pueblo, alertaron a los cazadores. “Unu se  metió pa la parte de Dobros……, el otru le llevan los perros praos abajo….”. 
              Este último llegó hasta el coteru  del Pandu y allí estaba Abelín, que todos sabemos cómo se las gasta éste  cazador y hoy, para no ser menos, logró un doblete.  
                          El que se metió para la zona de  Dobros llegó hasta la Sieta y allí estaba hoy Angel, el de Salarzón, que les ve  casi todos los días cuando va a dar un paseo, pero Angel hoy no iba a pasear,  llevaba el rifle en las manos y no le tembló el pulso para acabar con el  jabalí. Era ya el noveno de la jornada y como se acercaba ya la hora de  dejarlo, el jefe de la cuadrilla dio la orden de recoger los perros y bajarse  todos a San Pedro para hacerse la foto.
                          En los Guardo de Ojedo se remató  la jornada con una merienda-cena. Patatas fritas, huevos y picadillo fue el  menú, todo regado con un exquisito vino, mientras se comentaba entre ellos  todas las incidencias de la jornada. Un precioso día, con buen tiempo y donde  tanto los perros como los cazadores tuvieron ocasión de divertirse, con la particularidad  de que salieron once jabalís y se mataron nueve. No está nada mal.  
            Informó Abelín