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Honorina Gaipo Cayado

"Mi padre a las mujeres no nos mandaba a la escuela"

En una calurosa tarde del mes de Junio tropecé en Esanos a Honorina que iba a dar su pequeño paseo. Después de los saludos de rigor, la digo que tiene que contarme algo de lo que hacía cuando era una niña.

¿Salías a pasear de pequeña?, la pregunté

No, entonces no se paseaba, de aquella los paseos eran de otra forma, pero qué quieres que te diga, la cabeza ya no me da para más, me contesta.

Sí, mujer, ya verás cómo salen muchas cosas para contarnos. Mira, vamos a seguir con el paseo hasta la mesa que hay en los columpios y allí me cuentas algo.

Mientras íbamos en esa dirección, empezaron a caer unas gotas de agua y Honorina me dice que en vez de ir a la mesa de los columpios…..
Vamos a sentarnos en la casa del cura, debajo del corredor, que allí está más cerca y hay un banco para sentarse y estamos resguardados de la lluvia debajo del corredor de la casa. Y así lo hicimos.

¿Me vas a grabar?

Sí, de esa manera vamos más rápido, ya verás cómo terminamos pronto. ¿Se puede decir tu fecha y lugar de nacimiento?

Sí, yo nací en Esanos el 17 de Noviembre de 1931. Mis padres se llamaban Victoriano Gaipo Caviedes y Amparo Cayado Huerres.

Tu madre creo que no era lebaniega….

No, era asturiana de un pueblo que se llama San Martín de Vallés que está por la zona de Infiesto y Villaviciosa. Mi padre iba por esa zona a trabajar a la sierra y la conoció por allí.

¿Cuántos hermanos sois?

Somos cinco hermanos: Aurelio, Delfín, Marina, Honorina y Beatriz. En la actualidad, no siendo Aurelio, vivimos cuatro.

De aquella no se iba a los hospitales, ¿cómo se arreglaban las mujeres para traer los hijos a este mundo?

Había varias mujeres que hacían de matronas, la tía Goria que era la madre de Consuelo, Eloisa Movellán y a veces también subía la tía Rosa Mayo desde Pumareña.

¿Cuál es tu primer recuerdo?

Bueno, mira de lo primero que me acuerdo es que yo quería ir a la escuela y no me dejaban porque unas veces había que ir delante de las vacas para arar las tierras, otras veces con los cerdos, y otras veces, bien de mañana, me mandaban por esa cuesta arriba a buscar palucos para avivar la lumbre. Bajaba brazaucos de leña seca. ¿Tú no sabes lo que es avivar?

Pues la verdad que nunca lo oí, la dije

Pues siempre se dijo así. Mi madre siempre me decía. “Aviva primero la lumbre, anda…..”

¿Llegaban los Reyes a Esanos?

Sí, sí venían con dos o tres galletucas o algo parecido. En mi casa, poca cosa.

¿Pedíais los aguinaldos?

A mí no me dejaban. Mi padre era muy raro

¿A qué jugabais?

A la comba, al relonchu, decíamos nosotras, a los guardias y pasiegos, al calvu. Algunos juegos eran de los muchachos pero nosotras también éramos unas pingonas buenas….; no éramos tan buenas, no.

¿Te acuerdas del nombre de algún maestro?

Ay sí…., cómo no. Yo fui con doña Margarita y resulta que siempre estaba mala, o tenía que estar al cuidado de los hijos o se ponía mala de la garganta. En muchas ocasiones nos daba la clase Silvino que era su marido. Ella siempre estaba mala, pero no era mala maestra.

¿Te acuerdas de algún maestro más?.

Pues no, porque después me mandaron para Asturias. Mira, a Asturias fui la primera vez con tres años y medio o cuatro, porque éramos muchos en casa y de esa manera quedaba una boca menos.

Allí, de bien pequeña me mandaban a cuidar las vacas y cuando volví de un poco mayor también me encargaban de lo mismo. Me mandaban al monte con ellas porque no podían entrar a los praos que estaban sin segar. A mí, como eran tan lista, se me escabullecían las vacas y no sabía para dónde. Andaba por el monte buscando las vacas y un viejucu que me oyó llorar me dijo: “¿Qué tienes Honorina?, ¿qué te pasa?”. Que se me escabullecieron las vacas y no sé pa onde. Y me dice, pero “¿las estás buscando por el monte?”. Pues por dónde las voy a buscar, si por aquí las metí, le decía. “Vete a los praos que allí están las vacas”, me dijo. Fui a los primeros praos que estaban cerca del monte y allí estaban las mis vacas. Yo como una tonta andaba por el monte buscándolas y llorando, ay Dios mío. Allí estuve varios años y si pudiera cortarlo…. Y también me mandaban a tierrar, había que subir como del hondón de esa huerta que ves ahí, había que subir la tierra a la cabecera. Con unas angarilles, con dos palos largos y la cesta en el medio; se llenaba la cesta de tierra al hondón y la subíamos entre dos a la cabecera. De eso me tocó mucho en Asturias. 

Me decías que tu padre no os dejaba ir a la escuela, explícanos eso.

Mira mi padre siempre decía que a la escuela tenían que ir los muchachos que luego tenían que salir por el mundo y no iban a saber, pero nosotras para traer un litro de aceite, un kilo de arroz y otro de azúcar, no hacía falta tanto ir a la escuela. Que vayan los muchachos, decía. Y cuando iba a la escuela me decía mi padre: "nada más que salgáis de la escuela, venir aquí ¿eh?". Una iba con los cerdos, otra a pelar patatas que a veces eran pequeñinas y como éramos muchos en casa, había que pelar muchas… Nos mandaban también con las vacas, con la recilla, con las burras.

¿Se pasaba hambre?

En mi casa, hambre no; mi padre siempre tenía vacas de leche, había patatas. Me acuerdo que algunas veces almorzábamos, comíamos y cenábamos patatas. Hambre no, pero necesidad de algunas cosas sí que pasamos.

¿Iba la gente a misa?

Sí, me acuerdo que la gente iba los Domingos a misa y era raru que alguien faltara. En mi casa la verdad que no se rezaba el Rosario. Te diré también que yo hacía los primeros Viernes de mes.

¿Te mandaban a aprender a coser?

Nada, yo no sé ni cómo se coge la aguja. Y como no iba a la escuela pues tampoco lo pude aprender allí. A la escuela sólo fui un año y entre vacaciones y como estaba mala la maestra pues no fui ni el año entero. No, yo fui burrina de todas las maneras. De bien joven me mandaron a atender a Dª Paula y a Mariano Dobarganes que vivían al lado de mi casa. Eran indianos.

¿Eras miedosa?

Yo sí, que lo era y no sé por qué. Mira…., me mandaban a San Pedro y por junto a la iglesia no podía pasar, salían los Santos a pescame y por el cementerio menos. Mira tú qué tonterías.

¿Cómo os divertías ya de jóvenes, ibas a las romerías?

Yo sí iba. Era algo pingona, nada más que oía tocar la gaita y el tambor, ya estaba Honorina allaaá. Me juntaba con Teresina Vega que era de mi tiempo, con Josefina Cantero, con Victoria Cuevas, nos juntábamos para ir a los bailes.

¿Fuisteis a las fiestas de la Cruz en Potes?

Vaya, vaya…, claro que íbamos. Me acuerdo que un año eran ya las 12 de la noche y había mucha gente de Bedoya y no había taxis para venir y andando la gente no quería, estaba muy cansada. Fíjate que estaba allá el padre de Elenita, Luis Vega, y decíamos, pero bueno, cómo vamos a estas horas andando a casa. Cuándo llegamos allá, que tal y cual. Entonces dice Luis, voy a ir donde uno que se llamaba, ya no me acuerdo del nombre, y que tenía un camión bastante grande. Voy a hablar con él a ver si nos lleva en el camión. Al momento volvió y sí, sí, “vamos a montar en el camión, ahí viene”, nos dijo. Empezamos a coger los pocos bultos que teníamos, pues habíamos llevado merienda, y todos al camión. Unos se agarraban delante de todo, otros a una cadena que llevaba más atrás y también unos a otros. Cuando llegué a casa, dice mi padre: “Coño, sube un camión a estas horas ¿qué pasara?”. Pues a traernos a nosotros, le contesté. No me dijo más.
En otra ocasión bajábamos a bailar a San Miguel, junto a la ermita y D. Baltasar que era el cura, bajaba también para pasear por el camino y por la bolera; con un ojo leía un libro y con el otro nos miraba a nosotras cómo bailábamos. Un día se acercó a nosotras y nos dice: “ya está bien, ya habéis bailao bastante, creo que ya os podíais ir para casa”. Me acuerdo que Julia González, la de Cobeña, le respondió: “Hombre, somos jóvenes, cómo no nos deja bailar, si no tenemos otra diversión”. Y no me acuerdo quien le dijo: “Buenu, el cura para decir misa, lo demás no tiene porqué meterse en esto”. No le gustó mucho y dijo: “tenemos que enseñar a los que no saben”. Y Vitoria la de Pumareña, que no solía hablar mucho, pero cuando hablaba lo hacía bien le dijo: “el cura para decir misa y los feligreses para trabajar y divertirse”. Don Baltasar se metía muchísimo con nosotras.

¿Bailábais la jota o a lo agarrau?

A lo que hiciera falta. Yo bailé bastante a lo agarrau. Era lo que disfrutábamos algo.

¿Qué gente de Bedoya te acuerdas que destacara por su beneficencia con los demás?

Los de la Torre, me acuerdo de oírselo a Salvador, mi marido, que en su casa habían pasado épocas malas. Eran muchos de familia y escaseaban los alimentos. Me contaba Salvador que en una ocasión estaba su padre muy triste porque no había ni pan, ni nada en casa. Salió su padre de casa y se fue a la Torre y le dijeron que cuando se haga de noche vuelves acá que algo te daremos. Así lo hizo y esa noche bajaba su padre loco de contento con dos panes debajo del brazo.

¿Se trabajaba mucho?

Los hombres hacían los trabajos más duros, pero después le quedaba todo a la mujer, los hijos, la cocina, la huerta…... Trabajaba más la mujer que el hombre. A mí también me tocó ir a cavar las viñas. No tenía muchas viñas, pero cuando se marchó Salvador para Holanda, yo me quedé sola con el críu mayor y me tocó hacer de todo. Honorina cavando por las viñas, ¿cómo? no lo sé. Yo era de la tierra, planté muchas cebollas. Ay Dios mío…., ¡cuántu había que trabajar….!.

Cuéntanos algo del estraperlo y al cambio

Yo fui varias veces para la zona de Celis, Celucos, Riclones y toda esa parte donde vivía un vaqueru que tenía Gerardo Cantero que se llamaba Ramón. Yo llevaba cebollas, manzanas y lo que hubiera. Nosotros teníamos muchas manzanas, allá en las Bárcenas, en Rilón, siempre había mucha manzana en mi casa. Llevaba también orujo y lo cambiábamos con maíz para engordar el chon para luego matarle. Nos ayudaban a desgranarlo para que abultara menos y se traía mejor. Yo llevaba un burru que se me acostaba cada sí y cada no por el peso que traía. Echábamos encima unas heminas pa pescalo yo y quitárselo al burru. Lo tenía que traer yo a cuestas para que descansara algo y no se me acostara.

¿Y del Racionamiento?

Entonces estaba todo bien racionau. Nos daban a cada casa según los que fueramos. Estaba bien racionau, de azúcar, arroz, aceite….

¿Amasábais en casa?

Mi madre siempre amasó; yo no, nunca lo hice. Cuando mi madre ya no podía valerse, quitamos el hornu para hacer allí un pocu de bañu. Yo no aprendí nunca a amasar.

Ya terminamos ¿sabes lo que es Internet?

No sé nada de eso, ni quiero saberlo, jeje.

Pues muy bien, Honorina, ya viste al final todo lo que nos contaste para que todos nos enteremos de cómo se vivía en el valle de Bedoya hace ya unos cuantos años. Fue un placer escucharte y por tanto te damos las gracias por ello y a seguir dando muchos paseos por Esanos.

José Angel Cantero
Junio - 2.023

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