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Entrevistas

Maria Paz Cuevas González

"Si yo volviera otra vez a nacer, volvería a Alemania"

Por todos es conocida la despoblación rural que sufre Liébana desde hace ya muchos años con la evasión de la juventud a zonas industriales. Sin embargo, en la temporada veraniega, los pueblos lebaniegos adquieren una nueva vida debido al regreso por esas fechas de gente originaria o simplemente incondicional. Una de esas personas, desde hace ya muchos años, acude a Pumareña todos los veranos desde Italia donde vive con su familia. Me estoy refiriendo a María Paz Cuevas que retorna junto a Jacinto Caputo, su marido, al pueblo que la vio nacer.
Hoy la encontré de “palique”, resguardándose de un impecable sol, junto a Josefina Cantero. Estaban hablando de épocas pasadas, de historias que ahora nos parecen imposibles y sin embargo fueron reales.  

Tienes que contarme a mí alguna de esas historias, ¿te animas?, insinúo a María Paz a la que en Pumareña todos conocemos como Pacina.

Muy bien, no tengo problemas, me comenta.

Así que con esta disposición por su parte empezamos la charla. ¿Nos puedes decir lugar y la fecha de nacimiento?

Sí, nací en Pumareña el 22 de Octubre de 1945. Mis padres fueron Teodoro Cuevas y Concepción González. Yo fui la más pequeña de seis hermanos. En la actualidad ya quedamos sólo cuatro hermanas; los dos varones ya fallecieron.

De aquella los niños no nacían en los hospitales…..

Sí, nacíamos todos en casa. La tía Rosa Mayo fue la encargada de ayudar a mi madre a que yo naciera.

¿Cuál fue el primer recuerdo de niña?

Recuerdo que iba con mi madre a Misa y me llevaba en brazos. Yo en Misa buscaba la forma que pudiera mamar. Lo hice hasta bien grande, me acuerdo que mi hermano Celestino le ponía sal en el pecho de mi madre para que yo dejara de chupar.

¿Llegaban los Reyes a Pumareña?

Sí, sí llegaban. A mí solían traerme unas botas de goma. Yo estaba contentísima porque me podía meter por los sitios con agua y cuanto más me metía por zonas embarradas, más me gustaba porque sabía que no me mojaba los pies.

¿Pedíais los aguinaldos los niños?

Yo no fui nunca. Iban todas, todas las niñas del pueblo y mi madre no nos dejaba ir. Me acuerdo que Dolores Gómez, que era vecina, se enfadaba con mi madre por eso mismo, porque éramos las únicas del pueblo que no íbamos.

¿Érais muchas niñas en Pumareña?

Sí, éramos varias de mi tiempo; estaba Conchita Soberón, Rosi Vega, Tere Gómez, Flora Arranz que era de Valladolid, pero estaba aquí con su tía Sabina Soberón. Éramos un grupo que nos llevábamos muy bien. Yo estaba muy unida a Flora; por cierto que hablé hace poca con ella y me dijo que igual venía por acá para vernos. Cuando se fue para Valladolid quedé con ella en que cuando yo la escribiera, la iba a mandar cinco pesetas para que me pudiera volver ella escribir a mí. “Y cuando me escribas tú, haces lo mismo, me vuelves a mandar las cinco pesetas”, la dije.

¿Os mandaban a la escuela?

Sí, sí, a mí siempre me mandaron. La primera maestra que tuve se llamaba Cecilia Lorenzana, que fue malísima por lo menos conmigo. A mí me enseñó a aprender las letras y cuando me las preguntaba, yo me ponía tan nerviosa que no daba una. Me pegaba con unas varas que nosotros llamábamos “tontas” y nos daba en las piernas. Solamente al pensar que tenía que ir al lado de ella para decirla las letras ya me ponía nerviosa.

¿Alguna maestra más?

Después de Cecilia vino una maestra que no me acuerdo cómo se llamaba; vino de interina y era muy maja. Luego vino Rosita. No, antes vino doña Socorro que era buena, buena…..; cuando llegaban los Reyes nos traía estuches de lápices de colores y luego ya vino doña Rosita. Ésta estaba de pensión en casa de Sinda y me acuerdo del día que marchó que bajaba por la carretera con el burro, que le habían dejado, cargado con sus enseres, ropa, etc. Me acuerdo que yo estaba cuidando los chones y fui a despedirla porque era rígida pero buena maestra. Lloramos las dos. Me recuerdo también de otra que se llamaba Mari Carmen que se casó con Jandrín el de Potes.  Me acuerdo que cuando llegó nos dijo que para ella todas las niñas éramos iguales, porque siempre había alguna preferida. “Aquí, para mí, sois todas iguales, no sois unas diferentes a las otras”. Y nosotros quedamos muy contentas. Fue muy buena maestra, enseñaba muy bien. Yo ya había cumplido los catorce años y me tenía que salir de la escuela. La dije que si podía seguir y me dijo que no había ningún problema. Luego ya me fui a Santander a las Adoratrices donde estuve hasta los diecisiete años.

¿Qué juegos practicabais en esos años?

Jugábamos el relonchu, creo que se llamaba. Había que saltar con una piedra por unos cuadros que pintábamos en el suelo. Me acuerdo también que jugaba mucho con Rosi Vega a hacer “catalinas”.

¿Cómo es eso?

Hacíamos un hoyo y le metíamos polvo y agua. Me acuerdo de una vez que no habíamos ido a la escuela y nos quedamos haciendo catalinas y pasaron por allí los guardias. A los guardias los teníamos mucho miedo. Y nos dijeron: ¨estas dos muchachas son las que sacaron un ojo a la burra de Eloisa la de Esanos”. Empezamos a correr para casa y allí estaba mi hermana Victoria que para hacerme rabiar no me abría la puerta. Pasé mucho miedo y los guardias luego se reían de nosotras por la broma.

Cuéntanos algo del Colegio de las Adoratrices 

Fui con Rosi y lo primero que nos hicieron fue un examen para saber el nivel que tenía cada una. A mí me pasaron a la penúltima escuela. La última era ya para cuando te salías del colegio. Teníamos muchas clases y también nos enseñaban a escribir a máquina. Me acuerdo de una monja que se llamaba doña Elisa y nos puso un problema. “A ver si alguna de vosotras lo puede sacar”. Yo estaba junto una compañera de La Vega que se llamaba Celina a la que me gustaría volver a ver. Yo la decía a Celina la forma de resolver el problema; ella me decía que no. Al día siguiente nos comentó doña Elisa: “Ahora os voy a decir una cosa: solamente una de vosotras ha sabido resolver este problema” y esa era yo.

¿Se te daban bien los estudios?

No por hacerme grande, pero yo los problemas matemáticos los resolvía muy bien, a la vez que me gustaban.

¿Qué diversiones tenías de jóvenes?

Yo cuando salí del colegio iba mucho con Rosi Vega al río a bañarnos y a coger truchas a mano. Rosi era muy hábil para cogerlas. Por el contrario, yo para eso era bastante mala. Alguna vez toqué alguna, pero se me escapaban.

¿Teníais bailes por la zona?

Íbamos a todas las romerías de los pueblos alrededor. Nos gustaba mucho bailar, aunque yo apenas sabía. En una ocasión fuimos a la fiesta de la Cruz a Potes. Era ya muy tarde y no había taxis para volver. Estábamos Luisín Vega, Rosi, su hermano Cheles y yo y decidimos venir andando hasta casa. Subimos por Trillayo y yo me llevé al día siguiente una paliza tremenda, no de mi madre, sino de mi hermano Tino. Oliva se enfadó con mi hermano ya que éramos como hermanos: Rosi, su hermano, su primo carnal y yo.

¿Saliste a trabajar a fuera?

Sí, mira, Rosi y yo nos llevábamos como hermanas. Un año fui con ella a trabajar al restaurante Miramar en San Vicente de la Barquera. Nos pagaban muy bien, me acuerdo que nos dieron 15.000 pesetas en tres meses que estuvimos allí. Era una riqueza. Cuando volvimos a casa paramos en Unquera y allí compramos faldas, jerseys…., de todo.
Después, Rosi fue a trabajar a Santander y como no nos separábamos, por mediación de ella, me hablo de una casa que necesitaban una chica y allá que fui yo. Estuve muy contenta con ellos.

Pero acabaste en Alemania….

Yo tenía a mi hermana Adamina ya en Alemania, y cada vez que venía traía ropa preciosa y a mí me dejaba sin palabras. Tienes que encontrarme un trabajo en Alemania, la comenté para ver si me mandaba un contrato. Y me lo mandó, así que tuve que dejar el trabajo de Santander. Recibí una carta y la dueña donde trabajaba creyó que iba a volver a San Vicente. “No te vayas, lo mismo que te van a pagar allí, te lo pago yo”, me decía. Pero ya la dije que a San Vicente no, pero sí a Alemania. “Ay, por Dios, no te vayas a Alemania”, me repetía y “si es por dinero te aumentamos el sueldo” que entonces era de 800 pesetas. Yo estaba muy a gusto allí y me apenó marcharme, pero me fui a Alemania.

¿Cómo te fue por Alemania?

Me acompañaron mi hermana Victoria y su marido a Santander a coger un tren que luego se unió a otro tren que venía de Galicia. En ese tren venían personas preparadas que ya nos guiaban a los que íbamos con un contrato para trabajar en Alemania. Apenas que llegué a Alemania, me dijo un señor que me tenía que bajar. Enseguida llegó un intérprete y me llevaron a la fábrica…..; era una fábrica de hilos, de hacer canutillos. Luego me enteré que en la Telefunken necesitaban gente y allá fui. Se ganaba más. Tuve que pasar una prueba junto a Tere Alvarez, de San Pedro, para conocer nuestro nivel de alemán. Después de varios problemas con la asistente social, que no se portó nada bien con nosotras, nos ayudó el cura para entrar en la Telefunken.

Muy bien, pero quiero entender que en Alemania te echaste novio

Sí, yo iba a Misa y al lado de la iglesia había un cine italiano. Un día al salir de Misa iba yo con una amiga íntima que se llama Maribel. Ese día me acuerdo que venían dos chicos detrás de nosotras y nos invitaron al cine italiano. En un principio les dijimos que no, pero luego nos insistieron y aceptamos ir. Así conocí a Jacinto; la primera vez que le vi ya me gustó y lo mismo creo que le pasaría a él. Estuvimos cinco meses saliendo juntos, pero él era menor de edad, no había cumplido los 18 años y los padres le llevaron a su país, Italia, para entrar en un Cuerpo Militar. Yo me disgusté bastante porque le quería. Me prometió que, en cuanto pudiera, iba a volver a Alemania.

Por lo que veo fue un hombre de palabra….

Yo no lo creía mucho, estaba en la flor de la vida y tenía chicos los que quisiera, pero no volví a salir con ninguno. Nos comunicábamos por carta, pero llegó un momento que ya me cansé de escribirle. Al ver que yo no le mandaba nada, me escribió una carta para preguntarme la razón por la que no le escribía. A la vez me decía que si podríamos vernos ese verano. Le dije que no había ningún problema, pero él pretendía que yo fuese a Italia. A eso me negué y aceptó ir él a Alemania, pero solamente de visita. Entonces, ya otra vez juntos hablamos de una posible boda, pero había un problema: en Italia los cuerpos militares no autorizaban casarse antes de los 25 años y menos mal porque un poco antes el permiso era hasta los 30. Tuvimos que esperar tres años más a que Jacinto cumpliese los 25 años para casarnos.

¿Cómo se vive en Italia?

Yo me encontré muy mal, muy mal. Me acuerdo que cuando le dije al maestro mío de la fábrica que me iba a Italia, ya me dijo que no lo hiciera que allí no me iba a encontrar. “Si quieres, yo busco un trabajo a tu novio y que se venga él para Alemania”, me decía. Se lo comenté a Jacinto y me dijo que ya tenía un trabajo que estaba contento y que a Alemania no volvía. Estuvimos otros tres años para casarnos y ya hicimos la vida en Italia.

¿Te acordabas mucho de Pumareña estando por esos países?

Estando en Alemania, me acordaba muy poco. Allí me encontré en el reino de la vida. Me acordaba de la familia, de mi madre claro, pero de otra cosa no. Me acuerdo que hablaban tan mal de los alemanes y para mi fueron educados, te trataban como si serías alemana. Mejor imposible. Si yo volviera otra vez a nacer, volvía a Alemania. Decir que yo tenía nostalgia de volver a Pumareña, pues no. En Italia ya fue otra cosa muy distinta.

¿Te acuerdas de Pumareña de gente que se interesaba por sus vecinos?

Pumareña para mi siempre fue todo el pueblo una familia, pero si quieres te voy a dar un nombre que para mi fue especial: Angeles Cantero, a la que quería mucho. Pasaba en su casa muchos ratos y también la ayudaba a hacer la comida, a fregar los platos…, a lo que hiciera falta. Me gustaba hacerlo. No lo hacía en mi casa y lo hacía en la suya. Para mí era como una segunda casa. 

Bueno, Pacina ya llegamos al final. Nos relataste muchas cosas de tu vida y ya veo que de memoria andas muy bien.

Pues sí, no me quejo, y otros muchos temas que no te conté por no hacerlo tan extenso.

De acuerdo, te agradecemos tu tiempo y toda la información que nos aportas de tu vida, seguro que lo vamos a leer todo con suma atención para estar al corriente de cómo se vivía en esta tierra no hace aún mucho tiempo.  

José Angel Cantero
Setiembre - 2.023

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