No había acabado de amanecer, cuando empezaron a llegar al bar el Pajero de Potes los componentes de la cuadrilla 141. Hoy toca batir el lote de Vallejas de San Pablo que está ubicado desde Valmayor hasta Lubayo, pasando por Tudes y Porcieda.
Bonita mañana, con unas nubes altas que tapaban las cumbres de los montes y que impedían a los rayos del sol llegar a la superficie. Y eso, a éstas alturas de la temporada, se agradece tanto por parte de los monteros como de los perros.
"Vamos a entrar con los perros por Valmayor y los tiros se van a colocar unos en la carretera de Tudes, otros por encima de Porcieda y otros pocos se colocarán por encima del pueblo de Lubayo", les iba diciendo Tino, el jefe de la cuadrilla, mientras presentaban las acreditaciones ante la guardería.
Y así se hizo. A las nueve de la mañana empezaron los perros a trabajar, pero era tan grande el espesor del ramaje que presentaba el bosque, que los monteros decidieron volverlos a coger por miedo a que se marchasen a otro lote distinto donde correspondía cazar. Entraron por más arriba, por Tolibes, y enseguida cogieron demanda. Sacaron a un jabalí de su encame y apresuradamente cruzó por medio del pueblo de Porcieda siguiendo su ruta hasta que llegó donde se encontraba Francisco, el de Cosgaya, que le disparó, pero solo sirvió para que el marrano se asustase con el ruido del fogonazo. Una segunda descarga de Francisco sirvió para que el jabalí lo acusase de tal forma que aminoró su carrera y no le dio tiempo a mucho más, ya que un tercer balazo le facturó al mundo de los sueños. Dio un peso de 50 kilos.
Más abajo, los perros encontraron otro escondite donde estaban varios jabalís. Pero era tal la espesura del hormazo que les resultaba imposible entrar a sacarlos. Llegaron los monteros y entre los gritos alentadores y los ladridos de los perros lograron que saliera solamente uno, de no mucho peso, de aquella "conejera" y pudo escabullirse entre los helechos sin ser visto por los tiradores. En el hormazo quedaron los demás abrigados, cobijados y arropados por las zarzas, los helechos, las bardas y las ganzabas. "Era imposible entrar allí, ni los perros ni nosotros" comentaban David y Rubén. "Mira cómo tenemos las piernas y los brazos de arañazos....". Efectivamente, los rasguños descubrían, en las extremidades de los recios monteros, unas largas y rojas rectilíneas, mientras la sangre quedaba plasmada como rúbrica.
La montería seguía y Francis, el de Cosío, tuvo su oportunidad cuando vio venir hacia él un jabalí bastante bueno desde un pinar que hay por encima de la carretera de Tudes. Pero hoy no era el día de Francis ya que, aunque estaba lejos, le soltó varios disparos pero con poco acierto pues el marrano llegó a cruzar la carretera y se adentró de nuevo en el monte por encima del pueblo de Tollo. Ver para creer, que le pasen éstas cosas a Francis......
A Porcieda llegó otro jabalí pidiendo audiencia, pero por allí estaba Felipe que no se dignó dársela y le soltó dos disparos. Ante el asombro de Felipe, el marrano siguió su camino y logró esconderse en un gran bardal que había cerca. "Se me ha ido.., se metió entre la maleza y no se si saldría, yo por lo menos no le vi salir, pero estoy seguro que le di.." comentaba por la emisora un desolado Felipe, para volver a hablar: "A ver si puede acercarse alguien con los perros para ver si le sacan de la maleza...". Minutos más tarde acudió por allí Chanchel con los perros y pronto encontraron a un herido jabalí que no podía andar, tenía la columna rota. Chanchel solo tuvo que rematar lo que había ejecutado Felipe.
Al mediodía los tiradores que estaban en Lubayo no tuvieron tiempo de comer el bocadillo. A Mariano Gaipo se le cruzó un jabalí al que no pudo ni siquiera disparar. Cuando le tuvo en posición de tiro, rehusó a hacer uso de su arma ya que estaba en línea recta con los tejados de las casas del pueblo y con buen criterio declinó apretar el gatillo. El jabalí pudo eludir con suerte a Mariano, pero se tropezó más tarde con Luis Miguel que solamente necesitó un disparo para verle rodar por una campera. "Este ya cayó", dijo escuetamente el bueno de Luismi.
El calor apretaba y los perros lo acusaban. Los montes aún están con mucha maleza y el trabajo de perros y monteros tiene muchas dificultades para lograr los objetivos marcados, de todos modos hoy trabajaron lo indecible y aunque la "cosecha" no fue de las grandes, tampoco hay que desesperar. Todo cambiará cuando las condiciones climatológicas sean distintas.
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