Cuadrilla 31

La cuadrilla 31 bajó dos jabalís de Cuesta Bernizo

 

El Domingo no era el día más apropiado para ir de caza. Estamos inmersos en las fiestas del Orujo y todos sabemos lo que pasa. Pero así estaba programado y así tuvo que llevarse a cabo. A las ocho de la mañana ya estaban los cazadores donde los Guardo, en Ojedo, para presentar las acreditaciones ante la guardería. Muchas caras de sueño y en alguna que otra se reflejaba aún la resaca de la noche anterior. Hoy toca cazar a la cuadrilla 31 en Cuesta Bernizo que está entre Pesaguero, Vendejo y Caloca.

"De la Viñona para arriba no se ve nada, hay una niebla que impide ver más allá de 50 metros", comentó Elías que lo pudo comprobar cuando bajaba desde Lomeña. El guarda también corroboró las palabras de Elías. Ante ésta contingencia no se podía comenzar la cacería, así que se presentaban dos alternativas: la primera, suspender la cacería y dejarla para el próximo jueves y la otra, esperar a que levantase la niebla para llevarla a cabo.

El celebrarla por la semana no parecía la mejor solución, ya que, aunque estemos en tiempo de crisis, aún muchos de los integrantes de la cuadrilla tienen que trabajar, así que se optó por la segunda alternativa.

Por fin a las doce de la mañana la niebla se fue disipando, aunque de forma intermitente y, a la vez, una fina lluvia acompañaba a los cazadores; de ese modo, se autoriza la entrada de los perros en el lote.

Alguno de los dichos cazadores ya se había ausentado. Las obligaciones mandan. Hay que recordar que Tasín y Luis Manuel tenían que estar presentes en Potes repartiendo chupitos de su orejera "Valle de Bedoya," y a la vez esperar a la proclamación del ganador del certamen. A la una de la tarde suena el teléfono de Miguel. Su interlocutor era Tasín. "¿Cómo va eso?, ¿Ya hicisteis algo?". "Nada", le contesta Miguel, "acabamos de empezar la cacería hace un ratucu y los perros no encontraron demanda. Además hay bastante niebla". "Y vosotros qué?. ¿Ya sabeis quién ganó la alquilara de oro?", seguía hablando Miguel. "Sí, lo acaban de anunciar, ganaron los Camachos", le respondió Tasín. "Buenu, otru añu será...". Por desgracia para ellos, no lograron el preciado galardón, pero estaban satisfechos por haber participado en el evento.

Minutos más tarde, loa cazadores se dieron cuenta que había jabalís en el lote porque los perros encontraron sus rastros. Pero hoy, por la falta dicha de los tiradores, no se pudo cerrar suficientemente el lote y los jabalís, como de tontos tienen muy poco, encontraron siempre una puerta abierta para poder evadirse.

Tampoco se oyeron muchos disparos, aunque hubo uno que sonó distinto a los demás. ¿Qué pasó para que así ocurriera?. Todo sucedió en muy pocos minutos, los justos para que los perros levantaran de su encame a un viejo jabalí que puso tierra por medio. Era muy grande y de vez en cuando se paraba para otear el terreno. Hoy le fallaron los cálculos, porque no percibió la presencia de Elías, el de Lomeña, que estaba perpetrado detrás de un roble. Cuando Elías se percató de la presencia del marrano, apagó la emisora, respiró hondo, se encaró el rifle en el hombro y esperó unos instantes dejando que el jabalí se aproximara. Un solo disparo fue suficiente para verle dar cuatro pasos más y quedar a disposición de los perros que mordieron donde quisieron, pues el jabalí estaba muy gordo (100 kilos) con una "muy buena boca". Orgulloso y radiante respiró Elías, que ya lleva tres ejemplares en éste temporada.

Pero no había terminado aún la cacería. "Acaban de levantar los perros tres jabalís que van en dirección a Caloca, son bastante grandes, atentos arriba que van en esa dirección", anunciaban por la emisora. Sonaron varios disparos pero el posterior silencio de los cazadores delataba que no había habido acierto. "Pasaron a toda velocidad por esa ladera y luego cruzaron por encima de Caloca; eran bastante grandes, sobre todo dos de ellos", les dijo un vecino que estaba cuidando unas vacas y casi se tuvo que apartar para que pasaran los jabalís en dirección a terrenos ajenos al lote.

Pero uno de ellos no sabía de confines, ni de mojones y los perros le volvieron donde estaba David, el chaval de Los Cos. El joven le estaba viendo acercarse con los perros muy cerca. "Esi viene pa mí...", pensó. Con los lógicos nervios que requería la ocasión, preparó el arma y la echó al hombro buscando con la mira la silueta del jabalí. Cuando creyó que ya lo tenía, le lanzó un disparo y la reacción del marrano fue coger aún más velocidad, pero seguía en la misma dirección, lo que permitió a David tirarle por segunda vez; el jabalí pegó un brinco y se metió en un hormazo cercano. Con las lógicas precauciones se acercó el muchacho. "Tiene que estar aquí, ésta vez le dí, estoy seguru...". Con la ayuda de los perros logró sacarlo de allí y solo tuvo que rematarlo. "Le maté, le maté...", explotó un exultante David. Era el primer jabalí que mataba y todo era poco para exteriorizarlo. Era un macizo macho, muy cercano también a los cien kilos, pero con peor "boca" que el que había matado Elías.

Eran ya las cinco y media y, como manda el reglamento, se dio por finiquitada la cacería. Algunos cazadores lo agradecieron porque tenían encima una buena mojadura. Ahora a esperar hasta Navidad que hay que ir a sacar de sus portales a los jabalís que duermen en Arabedes.

(Datos facilitados por Miguel González)

CUADRILLA 31

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