Cuadrilla 31

La cuadrilla 31 puso fin a la temporada con cinco jabalís

 

El decir que la jornada del sábado 22 de Enero amaneció muy fría, no es ninguna noticia, pero si decimos que los coches marcaban 7º bajo cero, entonces ya suena a palabras mayores. Con estas condiciones se presentó la cuadrilla 31 en La Serna de Potes, en el nuevo bar del Pajeru, donde se mostraron las acreditaciones ante la guardería y donde Tasín, como jefe de cuadrilla, les daba las últimas recomendaciones.

Hoy toca cazar en Dobra-El Mazo, que está por la zona de Torices y Aniezo y entre los miembros de la cuadrilla se atisba un sano y agradable ambiente. Es la última cacería de la temporada y hay que dejar alto el pabellón, por lo menos por las ganas que no quede. Además, "os aviso que hoy vamos a cenar aquí en el Pajeru. Nos trajo Felín unas "alubias verdinas" de Asturias y a la noche nos las preparan aquí, ya están a remojo así que ya quedais todos avisados", les informaba Tasín.

Una circunstancia negativa era que hoy había pocos cazadores. Algunos llegaron para presentar su licencia y luego tuvieron que marchar porque tenían otras obligaciones. "Yo tengo hoy una boda...., yo tengo que abrir la tienda....., yo tengo que ir para casa que mi padre quiere matar hoy el chon...., yo tengo un gripazo...., anoche tuve fiebre....". Total que una vez presentadas las licencias, Tasín tiene que hacer el recuento para saber el número de cazadores con que cuenta. No eran muchos, pero se cubre el lote de la lejor manera posible, aunque dejando bastante distancia entre ellos, lo que podía repercutir en el buen desarrollo de la cacería.

En cuanto Tasín dio la orden de inicio de la cacería, se empezó a animar el entorno con el eco de los ladridos de los perros y las voces de los monteros. Y no tuvo que pasar mucho tiempo para oir los primeros disparos. Eran las 10 y media de la mañana y el primero que lo hizo fue Juan, el de la Gestoría de Potes, que hoy estaba de invitado y no quiso quedar mal ante los componentes de la cuadrilla. Dos disparos necesitó para ver cómo un jabalí quedaba a merced de los perros.

Minutos más tarde, un chaval, Fran el de Rases, también tuvo la oportunidad de disparar. Fran se comportó como un diestro cazador. Se quedó inmóvil en cuanto avisaron por la emisora del levante y el sonido de los perros le puso en máxima alerta. "Seguro que me viene a mí", pensó. Sabía que los jabalís tienen un olfato y oído muy superior a los humanos y se supone que la vista no es tan mala como se suele decir. Por eso Fran se parapetó detrás de un árbol, echó el arma a la cara y esperó a que apareciese por allí la presa. No tardó mucho en hacerlo y un único disparo sirvió para que el jabalí diese unas cuantas vueltas sobre si, rodando y quedando a continuación inmóvil.

De nuevo lo intentó Juan. Estaba viendo a otro jabalí que cruzaba a bastante distancia. Desde allí no le podía tirar, así que después de echar una veloz carrera para tratar de cortarle el paso, aún jadeante y con el corazón a cien, le pudo disparar por dos veces, con un fenomenal resultado. No era fácil acertar desde tan lejos y Juan lo consiguió.

Bauti también acertó cuando los perros le presentaron bastante cerca otro jabalí, además bastante grande. Primeramente le disparó y el jabalí siguió su ruta aún más veloz, un segundo disparo tampoco valió mucho. Hasta que con el tercer impacto Bauti vio cómo el jabalí daba un salto y aunque siguió unos metros más, quedó tendido en el limbo de los justos.

Dicen que no hay quinto malo, y si encima anda por allí Elías, con más motivo. Elías lleva una temporada de las de quitarse el hipo. Cada vez que se le acerca un jabalí, ya sabe lo que le espera, además "Elías siempre tiene suerte..., siempre pasan por donde está él", apostaba un compañero. Puede ser, pero la suerte también hay que buscarla. Luego ya viene la destreza y la puntería de cada uno y en eso Elías es un maestro. La pericia por la caza no se aprende en ningún libro, únicamente la experiencia de pasar muchas batalles en el monte y la serenidad del momento. Hoy ni siquiera le trajeron la presa los perros, le salió sin esperarla, de sopetón, pero como siempre hay que estar con los cinco sentidos en alerta, en cuanto el jabalí asomó por aquel territorio, no tuvo tiempo ni de otear el horizonte. La bala de Elías le sumió en el más profundo de los sueños.

Era ya mediodía y ya se habían matado cinco, que no está nada mal. Los perros siguieron levantando de sus encames a los jabalís, pero éstos lograron evadirse sin tampoco muchos problemas. Había mucha distancia entre cazadores y el que se animaba a tirar, lo tuvo que hacer desde mucha distancia. Se puede preguntar a Basilio que disparó varias veces y sin resultado. A Tasín le ocurrió parecido, Luis Manuel, Angel el hijo de Ceto, en fin, muchos conejos, demasiados. Pero todo se olvidó cuando bajaron a la Serna con los cinco jabalís en los remolques.

Allí les estaba esperando el Pajeru que les obsequió con unas "alubias verdinas con almejas" donde pudieron revivir todas las incidencias de la jornada. Buen remate para finiquitar el día y no menos para poner fin a la temporada, una temporada donde se mataron bastantes jabalís y donde al final todos lo pudieron contar sin incidencias dignas de mención. "Las "verdinas" picaban un poco y estaban buenísimas..., yo me serví tres veces...". Lo que sí es cierto es que de allí salieron todos en órbita.

(Datos facilitados por Miguel González)

CUADRILLA 31

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