Después de haber sido suspendida la cacería en Barajo por causa de la lluvia, por fin se pudo echar el pasado miércoles. A las ocho de la mañana ya estaban los componentes de la cuadrilla 141 en Vieda para hacer las presentaciones ante la guardería, con la particularidad que hoy faltaban varios componentes debido que al ser día laboral, no todos pudieron acudir.
Tino, como jefe de cuadrilla, fue el encargado de decirles por dónde iban a empezar. "Vamos a cubrir por la Praería de Tornes y los monteros van a entrar por Buyezo y Lamedo".
Una vez distribuidos los puestos y sin que aún se mandase entrar a los perros, ya se oyó un disparo. Parecía que la cacería había empezado con alegría. "¿Quién tiró.....?". "Fui yo", respondió Chico. "Acabo de ver un lobu que me salió a dos pasos. Mientras me preparé y le tiré ... solo lo pude hacer dos veces y se escapó corriendo monte arriba. No se si le daría..". Cuando Chico fue a ver por dónde había pasado el canino, pudo observar manchas de sangre en las hojas del suelo. Aunque herido, el lobo logró adentrarse en terrenos de Polaciones.
Con este malogrado aperitivo del lobo, a continuación Tino mandó entrar a los monteros y pronto empezaron a dar señales que allí había jabalís. Como testigos lo pueden certificar Pedrín, el del Bodegón, Pascualín, Roque, Pablo el de Colio....., todos ellos tuvieron ocasión de disparar pero hoy no tuvieron su día. Unas veces porque estaba lejos la presa, y otras, la mayoría, por la poca puntería....., todos dejaron la casa por barrer. O Como le ocurrió a Pedrín que primeramente vio al jabalí cruzar una ladera que iba derecho a Pascualin. "Ahí te va, Pascualín...", avisó a su compañero. Pascualín recibió el aviso, pero no fue capaz de ver al jabalí. "Me daba el sol de cara y no veía nada", diría luego el cazador. Pedrín al ver que Pascualín no disparaba, lo hizo él en dos ocasiones, pero con poca fortuna ya que estaba bastante lejos. Y hablando de Pedrín hay que dejar constancia que a media mañana le salió otro jabalí. En esta ocasión le vino de morros. Pedrín se echó el rifle a la cara y cuando le tenía a menos de 20 metros apretó el gatillo varias veces......, y a continuación se le vino el mundo abajo. Resulta que no había entrado la bala en la recámara. Rápidamente volvió a cargar y aún le dio tiempo a soltar un disparo pero el jabalí escapó con más vida que la que traía.
Era ya media mañana y aún no habían matado nada. No por culpa de los jabalís, sino por la poca puntería de los cazadores. Por fin se estrenaron con el acierto de José Centeno, el Gordo, que estaba por encima de la Praería de Tornes. Dos disparos fueron suficientes para ver rodar al jabalí monte abajo.
Por esa misma zona salieron más y Primo necesitó un único disparo para parar al segundo de la jornada. Y Enrique, por no ser menos, hizo lo mismo, aunque precisó dos disparos para lograr el tercero del día. Los tres merodeaban los cuarenta kilos.
Y para rematar, al Gordo le salieron siete de una vez. Le pasaron a escasos metros pero ni siquiera intentó tirarles. Era una hembra con seis crías. Allí quedaron para el año que viene, si tienen suerte.
Una vez comido el bocadillo, se volvieron a organizar para echar la parte de arriba. En cuanto se soltaron los perros, el de David cogió un buen rastro. "Algo lleva, va caliente...". "Sí, es un jabalí muy buenu, le acabo de ver cruzar para la zona de Riotuerto, ¿quién está allí?". "Allí no hay nadie, no tenemos suficientes escopetas...", le respondieron. Vaya desilusión.., después de vueltas y más vueltas, el perro logró cambiarle de giro y le introdujo de nuevo en el lote de Barajo. Ahora solo hacía falta un buen tirador y el jabalí le encontró, ya que se fue de bruces donde estaba Jose Llorente que falla muy pocas veces. PUMM., pero el jabalí apenas lo notó y siguió su marcha. De nuevo Llorente, sin bajar el arma de su rostro le volvió a disparar y en esta ocasión el jabalí abdicó quedando en el sitio. Le había volado la cabeza, aunque por suerte no le tocó las grandes defensas que portaba. Cuando le fueron a vaciar se dieron cuenta que el jabalí ya estaba capado. Con el primer disparo, Llorente le había volado los "cataplines". Así y todo, sin cataplines, dio en báscula un peso de 95 kilos. Un gran ejemplar que se llevaron a Cobeña.
Como ya eran más de la cinco de la tarde, Tino mandó recoger los perros y retirarse. Había sido una buena jornada, donde salieron muchos jabalis y donde la puntería de los cazadores les privó de un bote mayor. Otro día será.