En principio, hoy es un gran día de ocio para la cuadrilla 141: toca cazar en Bedoya y el semblante de los cazadores es distinto. No se lo que pasa, pero siempre suele ocurrir lo mismo. Quizá, como se conoce el monte, los ánimos son distintos y al final, en la mayoría de las ocasiones esa alegría se traduce en excelentes resultados para la cacería.
La mañana se presentaba desafiando agua, pero no hacía excesivo frío cuando los componentes de la cuadrilla 141 se presentaron en San Pedro para recibir las últimas recomendaciones de Tino, el jefe de la cuadrilla. "Hoy vamos a empezar por la Cuesta del Joyal, Miseja y Sierratama, los puestos estarán desde Carondinu, Llandelpozo, Carrascal, Peñalajo y todo el cortafuegos hasta Sierrratama. Ya estuvimos recorriendo toda esa zona y hay muchos jabalís, así que ahora nos toca a nosotros apuntar bien".
¿No sería mejor echar la parte de la Dobra?, le comentó un cazador. "No", le contestó Tino. "En la Dobra está una chona parida, y hay otra también con crías en Toja. Si vamos por esas zonas, se lían los perros a dar vueltas con los pequeños y echamos ahí el día". Bien pensado por Tino, la experiencia siempre vale un grado.
Una vez que se colocaron los puestos, el jefe de la cuadrilla dio la orden de meter los perros y no hubo que esperar mucho para que cogieran demanda. Pero había un problema, que toda la zona de la Cuesta del Joyal, el Ríolallena y encima de la Molinera está impracticable tanto para perros como monteros por la maleza que hay. No así para los jabalís que en ese terreno se defienden a sus anchas. Fue muy difícil el sacarlos de ahí y cuando lo hicieron, los jabalís casi siempre se las arreglan para escapar por donde no están las escopetas.
El primer jabalí que se atrevió a salir a descubierto fue en Miseja y le tiró Chanchel que solo necesitó un disparo para verle bajar rodando por la cabecera de los prados. No era muy grande y a la postre sería el más pequeño de todos.
Poco después, un trozo más arriba, en el Coteru de la Campana estaba apostado Francisco, de Cosgaya, que hizo dos disparos para que el jabalí quedara tumbado en el cortafuegos que intentaba cruzar.
Volvió a ser Chanchel el que mató el tercero, también en Miseja, aunque en esta ocasión necesitó dos disparos para detener al jabalí que había salido del Riolallena.
En la otra parte de la cordillera, muy cerca de Fuentepernal, también se estaba fraguando algo, ya que Pascualín no desperdició la oportunidad de tirar a un jabalí. Con dos disparos quedó listo para que le mordieran los perros a rabiar.
En otra fuente, concretamente en Fuentelaespina, estaba de puesto Chucho el de Cobeña, que también se estrenó esta temporada matando un jabalí que cada poco se paraba, pero Chucho tuvo la suficiente serenidad para esperar a que se acercara y cuando le tuvo dentro de la mira le soltó un disparo que fue suficiente para verle parar definitivamente unos metros más adelante.
Francisco tampoco desperdició la segunda oportunidad que se le presentó y muy cerca de donde había matado el primero dejó sin aliento a otro. Poco a poco, el remolque se iba llenando de inquilinos, aunque hay que reseñar también que fueron bastantes los que lograron burlarse de las armas.
Al que no lograron burlar fue a Manuel que hoy no le tembló el pulso y en poco más de media hora dejó el monte sin dos jabalís. Con el primero no tuvo problemas y de un único disparo fue suficiente para pararle los pies. Con el segundo jabalí, le disparó y el marrano, herido, aún tuvo arrestos para refugiarse en un tupido bardal en Cedablo, donde los perros lo tenían peliagudo para sacarle de allí. Tanto insistieron que el jabalí mandó a dos perros de Aníbal al veterinario. "Me marcho con los perros a Potes, los enganchó el jabalí.....", avisaba a sus compañeros Aníbal. "Pues también voy a ir yo, me rajaron al Galvanas en el Riolallena", le respondió Chanchel. Dentro de la desgracia, parece que las cogidas no fueron de demasiada consideración. Por fin el jabalí salió de su escondite y fue el mismo Manuel el que le acabó rematando en Fuentegrillosa.
El noveno de la jornada le mató Luismi y fue con diferencia el de mayor peso, rondaba los cien kilos, y lo hizo en Llandelpozo. Luismi le vio venir de lejos, ya que metía un gran estruendo con las hojas de las hayas. Se apostó detrás de una y tuvo la serenidad suficiente para esperar a que se acercara y con el primer disparo, el jabalí dio un salto pero siguió su marcha unos metros hasta que Luismi con un segundo impacto le frenó en seco.
A última hora, eran las cuatro y media de la tarde, a Ramón Gaipo se le escapó un jabalí en Carondino al que siguieron los perros hasta las inmediaciones de Sierratama y allí, en los Castros, estaba de puesto Roque que no tuvo compasión del marrano y le tumbó de un disparo.
Era el décimo de una jornada en la que se pudo hacer perfectamente el cupo. Fueron muchos los jabalís que se escaparon, muchos disparos que no hicieron diana, pero los cazadores bajaron la mayoría contentos, unos por el botín alcanzado y otros porque tuvieron oportunidad de limpiar los rifles, aunque con resultados dispares. Aquí siempre aparecen las disculpas: "que si metí ruidu.....", "que si me salió por atrás......", que si me pasó muy lejos......", en fin ....., cuando Tino dijo que se había acabado la cacería, empezaba de nuevo a llover y la peña de las Segás aparecía una blanca capa de nieve. "Ahora vamos a quitar el fríu a Potes....., que es la fiesta del oruju".