Magnífico día el que amaneció en el valle de Bedoya el sábado día 22 con una excelente temperatura. A las ocho de la mañana ya estaban todos los componentes de la cuadrilla 141 en San Pedro donde Tino, el jefe de la cuadrilla, les fue informando de cómo se iba a desarrollar la cacería. "Hoy vamos a echar la zona de la praería. Vamos a cerrar por la Calleja de Sária, la Burdia, Retorturas, los Llaos y la Sieta. Los perros van a entrar por aquí, por San Pedro, por la Dobra y el Ojeo. No va a hacer falta ir más arriba. Hace quince días aquí mismu hicimos el cupu para mediodía y hoy hay que volver a hacerle".
Con esa fundada esperanza dio comienzo la cacería. Además con buenos principios porque pronto se levantaron los jabalís. Pero dicen que los gitanos no quieren buenos principios y algo de razón deben de llevar porque.......
"En el Ojeu está un perru muy apurau..., algo lleva.....", avisaban por la emisora. Pero el perro no se movía de un pequeño círculo. Tuvo que ser el montero Rubén quien decidió acercarse para ayudarle a salir de aquel atolladero. Cuando el perro vio a su amo acercarse, más que se afanaba por sacar de su escondite al jabalí. El joven Rubén, valiente donde los haya, entró allá y cuando se quiso dar cuenta tenía al jabalí metido entre sus piernas. No sabía de donde había salido ni supo reaccionar a tiempo para poder esquivarle. Pero, una vez superado el susto, le encaró con el fusil y de un único disparo vio al marrano patas arriba a merced de su perro. Después de la satisfacción por ver muerto al jabalí, Rubén sintió una pequeña corriente de aire fresco que le entraba por las piernas. No pudo por menos que fijarse y ver que tenía los pantalones rajados de arriba abajo y un pequeño hilo de sangre le corría por las espinillas. "Qué cabrón, se me vino encima y si me descuido me raja.....", avisaba a los compañeros. Nada grave, pero es cierto que lo pudo ser.
Minutos más tarde....., "los perros de Chanchel llevan algo, no se lo que será pero entraron muy apuraos por Sierra la Cal y van en dirección a la Cabanilla". "Esos van a acostarse a la perrera que tienen allí.....", comentaban en plan jocoso por la emisora, ya que allí los guarda el montero. Pero no fue así, en ésta ocasión llevaban un buen jabalí que cruzó por Sarrullá y luego se metió monte abajo en dirección a Sária. Aquí estaba apostada Ivana que vio al jabalí bajar por el prao de las Bárcenas, junto al invernal, en dirección al río. Ivana estaba en Lobá, en la zona boscosa y desde allí le vio cruzar el río. "Viene para aquí", pensaba la cazadora. Y no se equivocó. En cuanto el marrano vadeó el río y salió al prao de Genaro, un estampido resonó en toda la zona. El jabalí siguió su marcha, aún más veloz. A Ivana aún la dio tiempo para hacer un segundo disparo, pero con el mismo resultado porque el marrano logró llegar al camino que cruzó velozmente y se adentró en el monte por la zona donde estaba Ivana. Ahora no le tenía muy lejos, además tampoco corría mucho ya que el terreno se empinaba. Ivana encaró de nuevo el rifle y soltó un tercer disparo para ver a continuación al jabalí rodar por la pendiente hasta que llegó al camino. Allí solo faltaba que llegaran los perros para morder. Ivana feliz y contenta en cuanto pudo cogió la emisora y ..... "ya le maté, es muy grande.....". Efectivamente no estaba confundida, era un macho que dio un peso de 70 kilos.
Y para redondear la mañana, en la Dobra los perros de Pepe el de Ojedo levantaron un jabalí que cruzó en dirección a Sarrullá, pero en el Caldillu estaba precisamente Pepe que le vio acercarse y de un único disparo le dejó seco. Era una guapa hembra que rondaba los sesenta kilos.
Todo marchaba sobre ruedas, pero el hombre propone y Dios dispone..., ya que, a continuación, los jabalís parecía que se los había comido la tierra, aunque alguno apareció pero entonces salió a relucir la poca puntería de los que estaban en los puestos.
Por la tarde, una vez que se ya se había "andado" todo, se echó la parte de Cobeña y aunque salieron dos jabalís, a la hora de la verdad nadie supo por donde se escabulleron.
Cuando Tino mandó a las cinco y media de la tarde recoger los perros y bajar hasta San Pedro, la mayoría de los cazadores se juntaron un poco desalentados por el resultado de la cacería, pero no siempre se puede hacer el cupo, además hay que dejar alguno en el monte para que críen. La que no tenía ningún desaliento era Ivana que estaba radiante de alegría. "¿Te resultó dificil? Te pusiste nerviosa?". "Si, por supuesto, llegué a pensar que se me escapaba, pero cuando enveredó por el monte, ya vi que no podía correr mucho por la pendiente que hay y entonces aproveché para disparar, pero la verdad es que pensé que se me escapaba". Así de radiante lo explicaba Ivana al terminar la jornada.
Resumiendo, aunque no se hizo el cupo, por lo menos los cazadores pudieron disfrutar de una excelente jornada con una temperatura impropia de esta época del año. Alguno llegó a perder los pantalones, pero de ahí no pasó la cosa.