Había muchas ganas y divertidos ánimos en Vieda entre los componentes de la cuadrilla 31. Hoy hay que cazar en Dobra el Mazo que para los no entendidos diré que está por la zona de Cabezón de Liébana hasta Aniezo y Torices. Digo que había buen ambiente debido a que es una cacería donde siempre salen jabalís, así que Juan Carlos, como jefe de la cuadrilla, fue explicándoles por dónde debían colocarse los tiradores: "Vamos a cortar por la riega de Valtorín y por toda la pista que va desde Aniezo hasta Perejita. Los monteros vamos a entrar por la zona de Cambarco. Estuvieron ayer viendo el monte y por lo menos jabalís hay bastantes, ahora nos toca a nosotros darles caña".
Una vez colocados los puestos se da la orden de entrar a los monteros y bien pronto empezaron los perros a avisar con sus ladras. "Atentos en Valtorín, que acaban de levantar un buen jabalí que va para allá. Le llevan los mis perros y los de Oscar. Atentos que no va a tardar en llegar, le acabo de ver y es muy grande....", avisaba por la emisora Carlos el de Viñón.
Todo el mundo estaba con cien ojos, era un buen arranque de la cacería con el jabalí acercándose a los puestos. A ver a quién le tocaba..., pero casualidades de la vida, o mejor dicho, astucia del animal, ya que se pasó de la raya sin ser visto por nadie. Los tiradores se dieron cuenta al ver pasar también los perros. "A ver si parais los perros...". "Los perros también se pasaron, iban por lo menos tres perros y se metieron en dirección al puente de Vieda. Unu por lo menos era el de Carlos, los otros no los conocí.. ", contestó Miguel.
Daba la impresión que todo se había torcido, que el jabalí ya no iba a ser visto en todo el día, pero en el monte nunca dos y dos son cuatro. Luis, el de Los Cos, se unió a los monteros para intentar cortar los perros para reintegrarlos a la cacería. Los canes fueron tras el jabalí hasta casi el puente de Vieda, pero nadie se atrevió a cruzar la carretera. Y cuando digo nadie me estoy refiriendo al jabalí y a los perros, ya que todos siguieron casi en paralelo de la carretera en dirección al pueblo de Cabezón.
Encima del pueblo estaban los perros cuando se aproximó Luis y al llegar allí pudo comprobar que estaban parados y con los nervios a flor de piel. Una vuelta rápida le dio el corazón, más rápida aún que las que le estaba dando por la caminata que se había dado. Efectivamente, allí estaban los perros y el jabalí que le tenían acorralado. Luis desenfundó el arma, esperó un momento a que se apartasen los perros del medio y solo necesitó un disparo para ver al jabalí dando los últimos espoleos. Tenía razón Carlos, era un buen jabalí con unas buenas defensas.
"Atentos los que estais en Aniezo, acaban de levantar los perros, atentos que va para allá...", avisaba por la emisora Angel Gutiérrez. Allí estaba Elías que cuando le quiso ver ya estaba casi desapareciendo. Le hizo un disparo, pero con poca suerte. Elías no es de los que suele fallar, pero en esta ocasión apenas tuvo tiempo a nada. Fue verle y no verle ya que aún está el monte con mucha maleza.
Era ya mediodía y un alto siempre viene bien, además el calor ya hacía mella en los perros, así que después de comer algo y descansar, Juan Carlos les avisa que van a echar la zona que va desde Valtorín hasta la Argayada.
Igual que ocurrió por la mañana, enseguida los perros cogieron demanda. "Acabo de soltar los perros, van muy apuraos, atentos en Vallorin", avisaba Mente. Cuando el jabalí llegó a la pista no se entretuvo mucho y de un salto la cruzó sin que nadie le pudiera disparar. Visto y no visto.
Oscar también levantó un jabalí, mejor dicho los perros de Oscar. Estaba en el Pico los Robles y tomó la ruta hacia la Argayá pero sin llegar a los puestos. Algo olió, oyó o vio que no le gustó y decidió cambiar de rumbo y meterse monte abajo para cruzar la carretera general entre Cabariezo y Cabezón y salirse del lote. Solo se pudieron coger los perros que iban detrás de él y como ya era la hora, todos a refrescarse a la Venta de Vieda y allí surgieron las consabidas conversaciones entre los cazadores donde todos se dieron por satisfechos y aunque solo se mató una pieza, salieron bastantes jabalís pero la puntería no estuvo muy fina. Todo lo compensaba el tamaño del jabalí abatido.