Después de haber suspendido la cacería el pasado sábado por la intensa lluvia que caía, la cuadrilla 31 por fin pudo cazar el pasado jueves. Hoy en el cielo no se veía una nube, aunque había una buena helada. Debido a ser un día por semana, la afluencia de cazadores no era la deseada, pero los suficientes para poder llevarse a cabo la cacería. El punto de reunión fue en el pueblo de Cicera para batir el lote de Poda-Cordancas.
Mientras los cazadores presentaban a la guardería sus acreditaciones, Juan Carlos, como jefe de la cuadrilla, les iba informando cómo se iba a cubrir: "Vamos a cerrar por el collau de Arcedón, la pista de Veres, el Canalón y toda la cresta de la Braña de los Tejos. Los perros van a entrar desde aquí mismo, desde Cicera. Si terminamos pronto, por la tarde echaremos por encima de Lebeña".
Y pronto terminaron, porque apenas se vieron jabalís y los pocos que asomaron, lograron escaparse tanto de los perros como de las escopetas. Y si no, que se lo pregunten a Javier, de Cicera y que hoy estaba de invitado, que tuvo la oportunidad de quitar la pelusilla al rifle pero con ningún resultado positivo. El jabalí marchó aún con más vida que la que traía.
Otro que también tuvo la oportunidad de tirar fue Angelín Gutiérrez (hijo) pero hoy el pulso no estaba en su punto. En su descargo hay que decir que no es nada fácil matar a un jabalí cuando viene en carrera. Y si encima está un poco lejos, la dificultad aún es mayor. Eso es lo que le pasó a Angelín que vació el cargador pero el jabalí siguió su rumbo quedando en el monte para mejor ocasión.
Cuando en una cacería salen pocos jabalís, los fallos siempre se notan más. Si se matan muchos, nadie habla de fracasos, así que hoy toca hacer una reseña de todos los jabalís que se asomaron. De este modo hay que hablar también de Bauti que vio cómo un jabalí marchó "riéndose" de su puntería después de haberle disparado un par de ocasiones.
Como había dicho Juan Carlos, por la tarde se echó la zona por encima de Lebeña hasta la Fuente de San Pedro porque más arriba ya estaba cubierto de nieve. Aquí salió un marrano que estaba en su encame junto al depósito del agua. Los perros le siguieron hasta debajo de la Cueva Mora, donde el jabalí se adentró en la Peña de la Ventosa, llegando a un sitio donde los perros recularon por lo agreste y accidentado de aquellos parajes. El jabalí no tuvo problemas para esconderse por allí.
Y así se dio por finalizada la cacería, con los remolques vacíos y con el mal sabor de boca por haber fallado en las pocas oportunidades que se presentaron. Otra vez será al revés.