La tercera cacería de la cuadrilla 131 se celebró el pasado Domingo en el lote de Arretuerto que, para los que no lo sepan, abarca terrenos desde Puente Asnil hasta las estribaciones de Peña Sagra, pasando por Torices.
Estaba amaneciendo cuando los cazadores iban llegando donde los Guardo en Ojedo, lugar donde se iba a proceder al sorteo de puestos, a recibir las oportunas recomendaciones y a presentar la documentación ante la Guardería.
“Vamos a echar primeramente desde el pueblo de Torices, cubriendo por la Pajarita hasta la carretera que sube a Buyezo”, les iba comentando Chanchel, el jefe de la cuadrilla. “No tenemos buen día porque el viento que sopla no es bueno para cazar, pero estuvimos el otro día mirando el monte y vimos rastros de jabalís”, les seguía comentando.
Efectivamente, el viento sur y el calor fueron un obstáculo para la cacería. Por todos es sabido que los jabalís, cuando sopla el viento, toman comportamientos muy raros y huyen hacia sitios más resguardados. Otro problema más a añadir es el trabajo de los perros que con el calor, la extensa vegetación y aún el poco entrenamiento, les hace más costoso su labor.
De todos modos hoy empezaron bien y pronto cogieron demanda. “Llevan dos jabalís, unu es muy grande…..”, se oye por la emisora. Pero nadie les volvió a ver, solamente cuando llegaron los perros pudieron comprobar que se habían salido del lote en dirección a Aniezo.
Los perros de Pepe, el de Ojedo, tuvieron la “suerte” de encontrarse con otro jabalí, al que pasearon por el monte durante un buen rato, pero el marrano no se atrevía a cruzar la línea de fuego. Sabía que era peligroso pero el acoso de los perros le obligó a tomar esa decisión. Y la jugada le resultó fatal, ya que acertó a pasar por donde estaba Kirlr, un invitado de Viñón, que con poco ruido, ya que sólo necesitó una bala, le dejó seco.
En vista de que no aparecían más demandas, el jefe de la cuadrilla mandó descender para echar la parte baja y media del lote, "Vamos a cambiar los puestos para echar desde Labandón, por encima de San Andrés, hasta el puente San Cosme y Perejita”, les avisaba Chanchel.
Pero no hubo fortuna. El viento sur que seguía soplando definió, como tantas veces, el devenir de la montería. El cansancio de los perros, la ausencia de jabalís y el calor propiciaron la retirada de los cazadores. Eran las dos y media de la tarde y el jefe de la cuadrilla les avisa: “recoger los perros y nos vamos bajando todos a Ojedo, seguro que ya nos tienen preparada la comida”, como así fue. Seguro que el convite resultó lo mejor de la jornada.