Mal tiempo el que desde hace ya días estamos teniendo en Liébana, como en todo el norte de España. Frío, viento, agua y la nieve que baja hasta los 800 metros. Todos estos contratiempos hacían temer por la celebración de la cacería de la cuadrilla 103. Menos mal que toca cazar en el lote de Arabedes que, parte de él, tiene las cotas más bajas de Liébana.
Cuando los cazadores se iban juntando en Ojedo para hacer las presentaciones, todos tenían la misma conversación. “Yo creo que va a parar, lo acabo de ver en el móvil”, decían algunos. “Si no echamos hoy la cacería, yo el miércoles no puedo venir, tengo que trabajar”, comentaba algún otro.
“Sí, vamos a cazar hoy.....”, les comentaba Chanchel, el jefe de la cuadrilla. “Dan agua para todos los días, así que a ver si tenemos suerte y descansa el cielo de botar agua. El lote de Arabedes es muy grande, pero vamos a echar la parte baja porque de Colio para arriba hay nieve, así que vamos a empezar desde la depuradora de Castro y subir hasta Colio y Cabañes. Creo que nos vamos a entretener porque hay jabalís. Estuvimos el jueves mirando y se ven bastantes rastros”, les seguía diciendo Chanchel.
Una vez que se colocaron los puestos, empezó el trabajo de los sabuesos que desde la depuradora y el pueblo de Castro comenzaron a explorar el lote. No tardaron en coger demandas y, como es lógico, pronto salieron a escena los jabalís. Alguno se vio tan apurado que no tuvo reparos en cruzar el rio Deva con la cantidad de agua que llevaba hoy. Su valentía le sirvió para escabullirse, cruzar la carretera general y ascender por la peña de la Ventosa.
La cacería se iba animando porque cada vez se oían más disparos, pero nadie avisaba de haber acertado. Tuvo que ser el montero Emilio el que primero cogió la emisora para avisar a sus compañeros que tenía un jabalí a sus pies con los perros mordiendo. Emilio había metido los perros por el hondón del río de Colio y pronto cogieron demanda. Vueltas y más vueltas hasta que el jabalí subió por toda la orilla del río hasta por encima del puente de Colio. Allí le estaba esperando Emilio y un par de disparos fueron suficientes para dejar al marrano a merced de los perros.
El siguiente en caer fue en la Peñuca donde estaba Chanchel que no dudó en disparar al jabalí que subían los perros desde el Habario. Chanchel le vio acercarse durante bastante trayecto. Le dio tiempo a respirar fuerte, a coger el rifle, y cuando el jabalí se fue acercando, le metió en la mira y un único disparo fue suficiente para dejar al marrano en letargo.
Minutos más tarde, y muy cerca de allí, entre la Peñuca y Colio, estaba Abelín que también se le presentó la ocasión de disparar y cuando Abelín aprieta el gatillo, todos sabemos que falla pocas veces. Hoy tampoco quiso saltarse la regla y el jabalí quedó tieso a merced de los perros.
“Atentos arriba, que acaban de levantar en la riega de Cabañes, atentos que llevan un jabalí muy grande”, avisaban por la emisora. “Sí, ya le estoy viendo, yo creo que se mete para el collau de Pelea, sube a mucha leche”. Pero no llegó al collau, ya que por encima de Cabañes estaba Pablo, el de Besoy, que hoy estaba de invitado y no tuvo mayores problemas para detener al marrano, aunque necesitó dos disparos. Tenía una buena boca.
Para algo vale ir armado a una cacería y si no que se lo digan a David. Estaba el montero por debajo de la carretera que va a Pendes, en el mismo lugar donde hace unos años colocaron la casa de Heidi. Allí mismo, en un urcial, empezaron los perros a ladrar de una forma que alertó a David. Se acercó pero de allí no salía nadie. Voces, ladridos y gritos, hasta que de repente saltó un jabalí a toda velocidad. David ya estaba preparado y no dio opción al jabalí para escapar. Era ya el quinto de la jornada.
“Nos queda uno para hacer el cupo, así que vamos a espabilar para ir a comer a los Guardo”, avisaba Chanchel. Pocos minutos después Fonso, el de Lebeña, que hoy estaba de invitado, estaba de puesto en el encinal de Castro, fue el que cogió la emisora para “Ya podemos bajar a comer, aquí tengo el jabalí”.
Eran las dos y media de la tarde y el jefe de la cuadrilla da la orden de recoger los perros y bajar a Ojedo. Creo que todos se lo agradecieron porque la mayoría tenía encima una buena mojadura y el frío se había adueñado sobretodo de los que estaban de puesto. Se había hecho el cupo y las alubias que tenían esperando en los Guardo supieron de rechupete.
Informó: Abelín