La cuadrilla 103 subió al monte al pasado sábado para cazar en el lote de Margaperas, un lote difícil, pequeño y estrecho, que se encuentra entre los pueblos de Avellanedo y Vendejo. A las ocho de la mañana se iban juntando los cazadores en la Viñona y se notaba algo extraño. La novedad se debía a que había pocos cazadores, faltaban más de una docena, al parecer debido a varias bodas y temas de trabajo.

“Como somos pocos, vamos a echar lo primero la parte de arriba, lo que linda con Caloca y Sierrasalbas hasta Avellanedo”, les iba explicando Chanchel, el jefe de la cuadrilla.

Todos subieron a sus puestos pensando que el viento sur que soplaba en la Viñona sería el mismo que lo hacía allá arriba. Pero no era así, en la parte alta del lote había una helada de consideración y el aire no era precisamente caliente, sino todo lo contrario.

Los monteros entraron al monte y dieron vueltas y más vueltas, pero los perros no dieron señales de que por allí habían andado los jabalís. Tanto es así que no llegaron ni siquiera a soltarles. Así que el jefe de la cuadrilla mandó echar la parte de abajo, cubriendo por Vendejo y aquí sí que tuvieron que soltar.

Los perros de Aquilino sacaron de su encame a un precioso jabalí que pasearon y luego guiaron delante de su amo. Aquilino no dudó en dispararle. El marrano dio un revolcón y en pocos segundos se volvió a levantar para seguir su marcha, aunque ya muy disminuido. “Creo que no puede ir muy lejos, aquí dejó parte de las tripas…..” avisaba el montero.

Pero el jabalí sacó fuerzas de donde ya no había y pudo meterse en un bardal debajo del puesto que estaba cubriendo Santos, un cazador de Espinama, que hoy estaba invitado. Ni corto ni perezoso se fue acercando al bardal y allí vio al jabalí con los perros muy cerca a los que hacía frente. Tanto le calentaban, que el jabalí arrancó súbitamente y lanzó a un par de perros por los aires. Santos no podía disparar porque se lo impedían los perros hasta que por fin lo pudo hacer. Un gran brinco del jabalí le catapultó en las barbas del cazador rodando ambos por el suelo. Por fin Santos pudo hacerse con el rifle y terminó con la vida del marrano. Pronto avisó por la emisora: “Me enganchó, me enganchó, estoy sangrando por la pierna……”. Mientras el cazador  estaba inspeccionando la herida sus compañeros le preguntaban, pero Santos no respondía, lo que motivó la alarma general entre los cazadores. Por fin se oyó al herido. “Es poca cosa, estoy sangrando por el muslo, pero creo que no es mucho”. De hecho siguió en la cacería sin necesitad de pasar por el médico. No fue nada pero el sobresalto fue muy grande. Tan grande como el jabalí que dio en la báscula un peso de 99 kilos.

Después de ésta incidencia la cacería siguió su curso y por la zona de Avellanedo a José Angel el de Cobeña le salió un jabalí. Después de soltarle un par de disparos, el jabalí siguió su camino aunque bastante disminuido ya que “le di, le di…., pero marchó con una pata arrastrando….”, anunciaba José Angel por la emisora. Minutos más tarde, Francisco de la Vega, que estaba en el puesto más abajo, anunciaba que acababa de rematarle. “Estaba parau, casi no andaba…….”.

Por la zona de la Cadena salió otro jabalí. “Es muy grande, atentos que baja para la carretera…...”. Allí estaba Jorge que le pudo disparar, el jabalí se revolcó y cayó al suelo, pero logró recuperar y siguió su camino, cruzando la carretera general que sube a Pesaguero y adentrarse en el lote de Cuesta Bernizo. Curiosamente, al día siguiente la cuadrilla 55 batió éste último lote y le pudieron rematar. Era un gran jabalí, posiblemente superior a los 100 kilos y una descomunal boca.

Era ya la hora del cierre y Chanchel mandó recoger los perros y “vamos hasta los Guardo que tenemos encargada la comida”. Aunque tarde, la comida se convirtió en merienda-cena con una sopa de pescado bien caliente y para rematar una parrillada de costillas, chorizo y panceta. Ahora a descansar hasta el año que viene ya que hasta terminadas las fiestas ya no hay cacerías. Felices fiestas a todos.

Informó: Abelín