Estreno para la cuadrilla 141. En realidad debía de haberse producido la semana pasada pero por motivos ya conocidos por todos, hubo de suspenderse la cacería en Caloca. Así que hoy estaban todos reunidos en el cruce de Cicera para presentar las acreditaciones y luego distribuirse para cazar en el lote de Poda-Cordancas, que abarca terrenos del mismo Cicera y Lebeña hasta el collau de Taruey y el repetidor de la Mesa.
José Antonio Llorente fue el encargado de colocar a tiradores y monteros. "Vamos a cubrir en largo, los puestos se van a situar en todo el cumbre que va desde Arcedón, Taruey, La Mesa, Pasaneu y Venta de los Lobos. Los monteros van a entrar desde Cicera subiendo por el río del mismo nombre".
Como los cazadores tenían que subir bastante arriba y algunos tuvieron que volver por Bedoya para subir a los puestos, fueron varios los minutos que tardaron en mandar empezar la cacería. Eran casi las 10 de la mañana cuando dio la orden de inicio Llorente.
Mal empezaron las cosas, los perros hoy no encontraban a quien ladrar. Vueltas y más vueltas y los monteros ni siquiera los soltaban. Por fin, cerca de los invernales de Ogabia, parece que cogieron demanda y quedaron libres de la cadena de sus amos. A la poca presencia de jabalís hay que añadir otro inconveniente: la mucha maleza que acumula el lote. Mucho mato bajo, y sobre todo mucha árgoma que dificulta la tarea de perros y monteros y beneficia a los jabalís.
Resumiendo, que los pocos jabalís que había no salían a los tiros quedándose en la espesura del monte para desesperación de los monteros y sobre todo para provocar un gran cansancio en los perros.
En cuanto alguno se decidió a arrancar también pudo eludir la destreza de los tiradores. En el Cabeceru estaba de puesto José María Gaipo (Mari) y mucho antes que le avisaran los perros, vio entre las hayas la silueta de un jabalí que cruzaba en dirección a Sandelasierra. Un disparo resonó en el monte, pero el jabalí siguió su camino sin inmutarse. "Atentu Chucho, que te va a salir a ti, para allá te va...", avisaba Mari a Chucho que estaba en Sandelasierra. Chucho lo oyó perfectamente. Se puso de pie, se echó el arma al hombro ojeando la salida al raso del marrano. Por fin, le ve. El jabalí se paró un instante para a continuación iniciar de nuevo una veloz carrera en dirección al cazador. "Viene derechu..., le voy a dejar que se acerque", pensó Chucho. Cuando le tenía a menos de veinte metros apretó el gatillo y...., "¡Qué pasa aquí...!, no dispara...". Efectivamente a Chucho se le encasquilló su Winchester 30-30 y cuando quiso solucionar el problema ya era demasiado tarde para él. Aún le dio tiempo de hacer un par de disparos pero el jabalí ya estaba a una gran distancia y marchó en dirección al Canchal ya fuera del lote. Mala suerte la de Chucho y buena la del jabalí que pudo salvar su vida.
No muy lejos de allí, en Pasaneu, estaba de puesto Rubén que disparó también a otro marrano pero estaba bastante lejos y de poco le sirvió gastar la munición. No era muy grande pero por lo menos había podido salvar la honrilla de la cuadrilla que al final tuvo que regresar a San Pedro de Bedoya con los remolques vacíos. Otro día resultará mejor.