La cuadrilla 103 de nuevo subió al monte; en ésta ocasión hay que ir a cazar al lote de Arretuerto, que comprende terrenos que van desde Puente Asnil hasta el Santuario de la Virgen de la Luz, pasando por Torices. Es un lote largo y a la vez estrecho, pero bastante bueno a la hora de albergar jabalís, aunque aún está la vegetación muy alta y eso es complicado a la hora de cazar.

Después de pasar un otoño con temperaturas altas, hoy amaneció una mañana fresca, más bien fría, ya que una vez que despuntaba el día, se vislumbraban los campos blancos por la helada que había caído. Era la primera helada de la temporada, pero enseguida fue encubierta por los rayos de un reluciente sol.

Como de costumbre, los cazadores se juntaron en Ojedo, donde los Güardo, para entregar sus credenciales y recibir las instrucciones oportunas del jefe de la cuadrilla.

“Vamos a echar lo primero la parte alta del lote, desde San Andrés hasta la Majá del Prau. Los puestos van a cerrar desde el Collau Perejita hasta la praería de Tornes y por la riega que baja al puente de San Cosme.  Estuvimos viendo el monte y la verdad es que no se ve “mercancía”, pero algo habrá. Por la tarde echaremos de Torices para abajo”, les decía Chanchel, el jefe de la cuadrilla.

Una vez colocados los puestos se inicia la cacería y los perros no cogían demanda. Era lo previsible, ya que es un lote que hasta que no caen las primeras nevadas los jabalís no suelen visitar. Pero siempre hay algún despistado que se deja caer por esas tierras, como el jabalí que salió por encima de San Andrés a Carlos, un invitado de Cambarco, que cuando se quiso dar cuenta ya estaba fuera del alcance de las balas. De nada sirvieron los disparos que hizo, solamente para que el jabalí se asustara y cogiera más velocidad. 

“Algo llevan los perros….., atentos arriba” avisaban por la emisora. Uno de los cazadores que estaba arriba era Serafín Alles, concretamente en la Majá del Prau. Serafín es un cazador de los que fallan pocas veces. En ésta ocasión oía los perros que se acercaban cada vez más. Se puso en guardia hasta que llegó el momento que tenía a los sabuesos a escasos metros encima suyo, pero del jabalí nadie supo, ni nadie le vio. Era evidente que por allí había pasado, pero las zarzas, los helechos, escobas, árgomas y demás maleza pudo salvar al jabalí que desfiló sin pasar por la aduana.

Por encima de Buyezo, salieron dos jabalís que llevaban los perros de David. “Atentos arriba, creo que son dos, van en fila india……”, avisaban por la emisora. Al hondón de la praería de Tornes estaba Manolín, el de Bejes, que le pasó algo parecido a Serafín, solamente pudo parar a los perros, pero al jabalí ni siquiera le vio. 

El que tuvo más suerte y mejor vista fue Chico, que unos metros más arriba, cerca de la riega, esperó al otro jabalí que venía sin los perros; Chico le pudo divisar mientras cruzaba la praería. No estaba muy lejos, así que, sin ponerse nervioso, le soltó un único disparo que paró en seco al marrano. “Ya cayó, aquí le tengo…..”, avisaba Chico todo contento, que hoy repitió la faena de la última cacería que también tocó pelo.

Por fin la cuadrilla se había estrenado, pero los perros ya no encontraban más rastros, así que Chanchel mandó cambiar los puestos y echar la parte baja del lote, por debajo de Torices. Nada de nada, ni un solo ladrido se oyó, así que se acercaban ya las cinco de la tarde y el jefe de cuadrilla mandó recoger los perros y bajarse todos a Ojedo, para degustar una sopa de pescado bien caliente, lomo con patatas fritas y postre, regado todo con un exquisito vino que dejó a todos contentos.

Informó: Jesus