Primera cacería para la cuadrilla 103. Hay que ir a cazar al lote de Monte Cubino, que está por la zona de Dobres. En principio es un lote bastante bueno, pero debido a la época en que estamos, a la sequía y al sol que hizo hoy en Liébana, las perspectivas no eran muy halagüeñas.
A las 8 de la mañana ya estaban todos los cazadores en Vega de Liébana para recibir las instrucciones de Chanchel y acreditarse ante la guardia. Como novedad, al ser la primera cacería de la temporada, diré que había algunas ausencias de gente que dejó de pertenecer a la cuadrilla, pero a la vez también hubo altas, como los jóvenes “cebolleros” Manuel Cuevas, de Trillayo, y David Fuente, de Salarzón, que hoy suben al monte ya con su arma reglamentaria.
“Vamos a empezar a dividirnos y unos se van a quedar debajo de Dobres, por la zona de los túneles. Me dicen que el otru día vieron por allí seis o siete jabalís. Al mismo tiempo otros van a cerrar desde el pueblo hasta la peña. Son dos tramos pequeños, a ver si tenemos suerte y acabamos pronto que hay vamos a calentar”, les iba diciendo el jefe de la cuadrilla.
Una vez colocados los cazadores entran los perros en acción y no tardaron en encontrar a los jabalís. “Atentos debajo de los túneles, ahí os va un jabalí…..., tener cuidau que va a toa leche”, avisaban los monteros. No hubo que esperar mucho tiempo para oir los primeros disparos de la temporada. El afortunado en tirar fue Francisco, un invitado de Soberado, que necesitó dos disparos para detener al marrano. “Aquí le tengo, no es muy grande, pero está bastante gordu, pesará unos 40 kilos”, comunicaba Francisco.
Eran las diez y media y ya había mercancía para subir al remolque. “Chanchel, aquí debajo del pueblu ya no hay más, lo anduvimos todo y como no se escondan en el túnel, ya no hay nada que hacer”, avisaba David.
“Vamos todos para arriba, seguro que los jabalís subieron para allá”, les dijo el jefe de la cuadrilla. Seguro que así fue porque enseguida los perros de los invitados Roberto (de Los Cos) y Agustín (de Barrio) levantaron de su encame nada menos que a tres. “Van dos pequeños y otru grande; se metieron en un brezal, a ver si les sacan los perros”, avisaban los monteros. No tardaron en salir y se presentaron los tres delante de Serafín Alles que todos sabemos que se las gasta tiesas cuando coge el rifle. Serafín soltó el primer pepinazo al primero que asomó y el jabalí pegó tal bote que debió de asustar a sus colegas que se volvieron otra vez al monte. “Aquí tengo a los perros mordiendo a unu, los otros dos casi no me dio tiempu a verlos y se metieron monte abajo”.
Enseguida dieron los perros con ellos. Vueltas y más vueltas, pero los jabalís no salían a los tiros. Por fin uno de ellos se aventuró a cruzar la línea de rifles. Y fue directamente donde hoy estaba de puesto David Fuente que era la primera vez que llevaba un arma a la cacería. Era su bautizo. Por ser aún joven, tenía que estar tutelado deportivamente por un veterano y allí, unos metros más arriba estaba su vecino Angel Cuevas. El jabalí venía sin perros, pero David, sabe que hay que estar siempre atento y vio moverse unas escobas. Acto seguido vio que asomaban dos tiesas orejas. Es un jabalí, pensó. Automáticamente se echó el rifle al costado mientras el corazón le empezaba a latir fuertemente. No podía avisar a Angel lo que estaba pasando porque si hablaba, se le escapaba la pieza. Cuando David creyó oportuno soltó un disparo y el jabalí se dio la media vuelta, otro disparo sirvió para ver al marrano cómo corría. La desilusión, la frustración y la rabia se apoderaron de David.
“¿Quién tiró?”, preguntó por la emisora el jefe de cuadrilla. Nadie contestaba, aquello parecía un funeral. Por fin una vez tenue contestó con una frase que nunca le gusta a un cazador: “Soy yo, pero se me escapó……”. Sólo David sabe lo que en aquellos momentos le pasaba por la cabeza, quizá tenía que haber esperado un poco más a la hora de tirar, quizá tenía que haber controlado un poco los nervios, quizá……, en fin era la primera vez que llevaba un arma a una cacería y sabía que es difícil el arte de la caza, pero nadie quiere fallar. “No te preocupes, David, si supieras los que se me escaparon a mí…..”. “No te apures, hombre, esi solu era el primeru”, le animaban los compañeros.
Como queda dicho Angel, su tutor, estaba situado unos metros más arriba y vio toda la maniobra, menos al jabalí. “Me asusté un pocu cuando vi a David encarar el arma y soltar un par de tiros, pero seguru que le fallaron los nervios”. Cuando Angel se acercó a David, estuvieron charlando un poco. “¿Por dónde se metió?” le preguntó Angel. “Por ahí abajo marchó corriendo metiéndose en el monte, no creo que le diera”, contestó David. “Baja y mira a ver si dejó algo de sangre….”. Allá que se fue el bueno de David y no había recorrido ni treinta metros cuando ve un bulto negro que aún se estaba retorciendo. Un salto le dio el corazón: ¡¡¡Es el jabalí!!!. “Le maté, le maté, está aquí muertu.....”, gritó con todas sus fuerzas. Y lo que unos instantes antes parecía un entierro, se volvió en una gran festejo. “Enhorabuena David….”. “¡Qué bueno eres, David”. “Eres el mejor”. David se llevó todas las felicitaciones posibles y además merecidas. Era la primera vez que llevaba un arma a una cacería y tocó pelo. Buen bautizo el suyo.
Era ya mediodía, el calor apretaba, los perros cada vez estaban más cansados y con buen criterio Chanchel les avisó que se podían bajar para casa. “Creo que ya cumplimos bien el día. Tres jabalís no se matan todos los días, así que nos vamos todos para abajo a refrescarnos. A las cuatro nos tienen preparada la comida en el mesón de la Vega, así que vamos a dar cuenta de ella”.
Así se puso fin a un día en que nadie hablaba de otra cosa que no fuera de David. Se lo merecía el muchacho.
Informó: Ángel |