Por fin llegó el día del estreno para la cuadrilla 103. Hoy  toca cazar en el lote de Bicobres Norte y cuando toca hacerlo en “casa”, parece  que el semblante de los cazadores es distinto, les cambia la cara y a algunos hoy  hasta el cuerpo, ya que se notaba que había estrenos en el vestuario y también  en algunas armas. 
              A las 8 de la mañana ya estaban todos en San Pedro de Bedoya,  bueno todos no ya que hubo varias ausencias debidas a obligaciones laborales. “Estuvimos viendo el monte el otro día y vamos a empezar  echando desde San Pedro y Salarzón hasta la Burdia. Se ve bastante revuelto el  monte, ya empiezan a caer las bellotas y el hayu y los jabalís lo saben. Por la  tarde echaremos la zona de las viñas y Cobeña”, les indicaba Chanchel el jefe  de la cuadrilla.   
              Y así empezó la cacería, con una fina agua que no impedía el  buen desarrollo de la jornada. Debido a la escasez de puestos resultaba  complicado el poder cerrar huecos, de todos modos se intentaba hacerlo lo mejor  posible.  
              La zona de la Sieta suele ser un lugar muy propio para  detener a los jabalís. Allí, si quieren eludir el acoso de los perros y el vigor  de la pólvora, tienen que salir a los praos y el que sale, en la mayoría de las  veces, tiene mala predestinación.  
              En el hondón de la Sieta estaba hoy de puesto Jesus Caviedes  y oía a los perros que venían muy apurados por la Mata de Salarzón. Se puso en alerta  y enseguida le salió un hermosos jabalí de unos 50 o 60 kilos. El cazador se  preparó, le metió en la mira del rifle, le soltó un pepinazo que sirvió para que  el marrano adquiriese una mayor velocidad. Le siguieron dos disparos más y el  jabalí se adentró en el monte camino de Cobeña, quedándose Jesus con la miel en  los labios, lamentándose de su poca puntería. El jabalí, acosado por los perros  de David, llegó hasta cerca de Cobeña, atravesó el viñedo del Dobru y cruzó el  río por el Prau Lastrá para perderse en la Cuesta del Joyal. Sin duda un gran  paseo, pero con la cabeza alta y el cuerpo indemne.   
               La calleja de Sária suele ser también un buen lugar para detener  la marcha de los jabalís, lo que pasa es que  hay que cubrir bien y hoy había pocas escopetas. En estas situaciones, el resultado  no puede ser bueno, ya que fueron varios los jabalís que se escaparon para el monte  de Lobá por Puentevau y por Prau Redondu. Pero todos no pudieron hacerlo ya que  en Nozalín estaba Benjamín preparado con los cinco sentidos, para ser el primer  cazador en detener un hermoso marrano que pretendía hacer lo mismo que sus  hermanos, pero un único disparo fue suficiente para dejarle a merced de los  perros.  
              Era ya mediodía y Chanchel mandó cambiar varios puestos para  echar la parte baja del lote desde Castro. No tardaron en coger demanda los  perros de Berto que hoy estaba de invitado. Y encima de Cobeña estaba Serafín Alles  que conoce bien aquellos terrenos y se colocó por donde “sabía” que iba a pasar  el jabalí. No se equivocó, ya que necesito dos disparos, el segundo para  rematarle, para dejar al marrano dando los últimos coletazos. 
              Parecía que aquello iba a terminar así, ya que se aproximaba  la hora del cierre de la cacería cuando por encima de Castro, muy cerca de la  carretera general, Felipe se encargó de rematar la jornada parando un hermoso  jabalí que pasaba de los 80 kilos.  
          Y así se dio por finalizada la cacería. Creo que para el  tiempo que estamos, resultó un buen día de caza, con tres ejemplares que según  están los montes cubiertos de maleza y el poco entrenamiento aún de los perros,  es una buena renta. Ya vendrán tiempos mejores. Una merienda-cena en Ojedo puso  el punto final a la jornada.  
    Informó: Angel  |