Nueva cacería para la cuadrilla 103. En ésta ocasión hay que ir a cazar al lote de Cotera Oria que está por terrenos de Vendejo y Caloca y sube hasta el Picu de Bistruey.  No es muy normal, pero en ésta ocasión se cambió el lugar de encuentro de la cuadrilla. “Mañana vamos a juntarnos en el bar de Caloca, así que tenéís que madrugar un poco más y a las ocho allí os quiero ver a todos”, había avisado el día anterior Chanchel, el jefe de la cuadrilla.

Y no faltó nadie. No había terminado de amanecer y ya se apreciaba que los campos lebaniegos estaban completamente blancos por culpa de la fuerte helada. “El coche marcaba 3 bajo cero…..”, comentaban los cazadores. A las ocho de la mañana la cafetera echaba humo, los cafés rodaban por el mostrador como si fueran bolas, mientras los cazadores se acreditaban ante la guardería y recibían las instrucciones del jefe de la cuadrilla. “Estuvimos viendo el monte y la verdad es que no se ven muchos jabalís, pero hoy estamos prácticamente toda la cuadrilla. Vamos a empezar a echar la zona que va desde Caloca para arriba hasta Piedras Albas. Si nos da tiempo, por la tarde echaremos luego la zona de Vendejo".

Después de recibidas las instrucciones, los cazadores inician el ascenso hasta los puntos altos del lote, cerrando desde la peña el Ciñal, Campunuera, Collau de Bárago, Bistruey, Chozu de Piedra, Matavegas y Caloca.

Eran ya las 10 de la mañana cuando se da aviso de que entren los monteros. El sol ya lucía y el color blanco de los campos iba cambiando de tono. El reloj iba marcando los tiempos y no se oía nada, ni un ladrido, ni una voz, ni siquiera el trinar de algún pájaro. Aquello parecía un funeral. Vueltas y más vueltas y los sabuesos no encontraban nada, solamente un par de venados que salieron por debajo del Chozu de Piedra y se perdieron en dirección al picu de Bistruey. El silencio en el monte presagiaba que los jabalís estaban de invernada en otra parte.

Menos mal que ahora el sol calentaba ya con fuerza y los que estaban de puesto tenían tiempo de admirar las bellezas que desde allí se divisaban con los Picos de Europa relucientes, Peña Labra, Peña Sagra….., pero habían ido hasta allí a avistar jabalís y de eso nada de nada.

Era ya mediodía y en vista de que no localizaban nada, Chanchel mandó cambiar los puestos, “desde Vendejo hasta la praería de Caloca, cubriendo por la carretera y por Camponuera. A ver si tenemos suerte”, pero parecía que a los jabalíes se los había tragado la tierra. O no los había, o los sabuesos no dieron con ellos, más bien sería lo primero. Cuando en una cacería no se oye ningún disparo, siempre resulta triste. Hoy faltó la guinda que son los jabalíes.

“Aquí no hay nada, vamos a dejarlo que en Caloca tenemos las mesas puestas”, les indicaba Chanchel. Una sopa de pescado bien caliente, unas alubias, carne guisada, pollo, café y un buen vino puso la guinda al soso y aburrido día.

Pero mientras unos comían, otros seguían por el monte. “Alguien vio a los mis perros” preguntaba David. Nadie contestó y no era por desidia, es que nadie los había visto. El montero tuvo que echar a funcionar el GPS y le señalaba que estaban cerca de Camasobres. Allá tuvo que ir, pero eran ya las nueve de la noche y David aún no había llegado a casa con sus perros. Esperemos que los haya encontrado sanos y salvos.

Informó: Angel