“Mañana hay que madrugar, hay que estar en Lebeña un poco primero, a ver si en vez de las ocho, nos juntamos a las siete y media. Vamos a tener otro día de mucho calor y hay que agilizar y empezar pronto”, les anunció Chanchel el día anterior a los componentes de la cuadrilla 103 que hoy les toca cazar en el lote de Poda.

Liébana está sufriendo una ola de calor que nadie recuerda, con temperaturas muy altas para esta época del año. Por todos es sabido que el calor y la caza están reñidos. A todo esto hay que añadir el fuerte viento del sur que aún hacía más desapacible el día, pero así está el calendario y así hay que cumplirle.

No eran las ocho de la mañana y ya estaban todos los cazadores en el aparcamiento de Lebeña recibiendo las indicaciones del jefe de la cuadrilla y presentando las acreditaciones ante la guardería. "Vamos a empezar por la parte alta del lote, cubriendo desde la la Fuente San Pedro hasta Pasaneu, el Collau de Taruey y  Sandelasierra, les recordaba Chanchel. "Estuvimos viendo el monte y por el Cabeceru se ve bastante andau”.

Cerradas las formalidades, los cazadores, con sus coloridos chalecos, abandonan Lebeña en dirección al lugar donde les correspondió. Muchos creen que los jabalís distinguen los colores, pero no es cierto. Es un animal daltónico. Así que el chaleco no alertará a la pieza, pero sí a los compañeros a la hora de disparar, para evitar accidentes.

Una vez colocados los puestos se da la orden para entrar en escena a los perros con los monteros. Estos portando botellas con agua en previsión para aliviar a los canes.  

Vueltas y más vueltas, hasta que “acaban de sacar un jabalí del hondón de Poda, atentos los que estáis en los Llaos” avisaban por la emisora. El jabalí subió por toda la orilla de Poda y por el Cabecero salió a Sandelasierra donde estaba Chico, que le soltó un par de tiros pero el marrano logró huir para la Cuesta de las Segás, ya fuera del lote. Chico este año se nota que está desentrenado, se dedica más a jugar a los bolos y por cierto eso parece que se le da bastante bien.

Las horas iban pasando y el calor iba en aumento. En vista de ello y como los jabalís no daban más señales de vida Chanchel a las doce de la mañana dio la orden de recoger los perros y dar por finalizada la cacería. “Vamos para abajo, aquí está todo el bacalau vendido. Vamos a ver si compraron algo los Guardo en Ojedo”. Y así lo hicieron. No comieron bacalao, pero tampoco se quedaron con hambre, ni con sed. Otro día será.

Informó: Angel