Bonita mañana la que amaneció ayer sábado en Liébana, con nubes y claros y con una temperatura bastante buena en relación a las heladas que cayeron durante la semana. En Ojedo se reunió la cuadrilla 103 para ir a cazar al lote de Dobra Regaos, que está por la zona de Aniezo, Cahecho, Luriezo y sube hasta Peña Sagra, pero hoy había que quedarse más abajo ya que “tenemos que echar la zona baja del lote, a partir de 1.200 metros ya hay nieve, así que a ver lo que hacemos. Esta semana estuvimos dos días viendo el lote y la verdad es que no se ve muy revuelto. Incluso en la nieve tampoco se ven pisadas. Se acabaron ya los tiempos de cuando en Liébana salían jabalís debajo de las piedras. Este año hay muy pocos, así que atentos a los que nos salgan para que no se nos escapen”, les recordaba Chanchel el jefe de la cuadrilla. “Hoy vamos a echar lo primero la zona que va desde Somaniezo a Luriezo; es poco terreno, pero hay que andarlo, luego iremos de Somaniezo para arriba por la zona de la pista que asciende a la Virgen de la Luz.

Una vez colocados los puestos, entran los monteros y aquello parecía un funeral. Los perros no abrieron la boca en todo el rato. “Aquí no hay nada, vamos a empezar de Somaniezo para arriba” les señalaba el jefe de la cuadrilla. Si a primera hora de la mañana los perros no abrieron la boca, ahora la tenían cosida. Parecía que los jabalís habían desaparecido del mapa. Menos mal que los que estaban en los puestos, hoy no pasaban frío, pero seguro que les hubiera gustado que el día estuviera más entretenido.

Eran ya casi las tres de la tarde y Chanchel mandó cambiar de tercio. “Vamos a echar desde Aniezo hasta el collau de Perejita. Los perros van a entrar desde Cambarco y Aniezo. Hay que tener cuidado para que no se pasen los perros para la parte de Torices”, les anunciaba.

El cambio de puestos se hizo de forma acelerada, ya que la hora de cierre de la cacería se venía encima y todos tenían detrás de la oreja que se iba a bajar del monte con los remolques vacíos. Pero no hubo que esperar mucho a que los perros abrieran la boca. Por lo menos se daban cuenta que estaban en una cacería y una cacería sin ladridos, sin tiros y sin voces deja de ser cacería. Y hoy por fin hubo esto.

“Atentos los que estáis en Perejita, acaban de arrancar los perros muy acelerados, van en esa dirección”, anunciaba David por la emisora. Esas palabras sirvieron para que las alertas y la atención aflorase entre los cazadores. Más de uno quitó el seguro del rifle y le agarró con fuerza. Los perros de David y Emilio se oían lejos, pero el ambiente que se respiraba era otro muy distinto al de la mañana. “Creo que llevan dos jabalís….., el unu va más altu que el otru, pero atentos arriba que para allá van”, anunciaban los monteros.

Un trozo más abajo de Perejita estaba de puesto Primo y estaba oyendo todo el proceso. Se recostó junto a un viejo roble y puso en máxima alerta sus cinco sentidos. La primera alerta que tuvo fue el revuelo de los jayos un trozo más abajo. “Ese alboroto se debe a que algo raro hay por allí”, pensaba el cazador. Y no pensaba mal, ya que enseguida tuvo delante suyo a un hermoso jabalí que subía jadeante por el empinado monte. Y Primo no le dejó coronar la cima. Un par de disparos sirvieron para verle rodar unos metros antes que llegaran los perros.

No había pasado mucho tiempo de esto, cuando de nuevo se oyen dos disparos seguidos muy cerca de allí. “Aquí tengo dando los últimos espoletazos a un jabalí”, anunciaba Jorge que tuvo que echar una pequeña carrera para cortar la marcha del marrano. Era ya casi la hora de acabar la cacería y por lo menos se habían cobrado dos piezas, cosa que minutos antes parecía una utopía.

“Coger los perros y nos vamos para Ojedo que nos están esperando”, les indicaba Chanchel. Y allí, en Ojedo, les aguardaban unas sabrosas alubias, un par de huevos con jamón y un delicioso picadillo, todo regado por un buen vino. Seguro que el menú les supo mejor con los dos jabalís en los remolques que si los hubieran bajado vacíos. Algo es algo.

Informó: Angel