Nueva cacería para la cuadrilla 103. En esta ocasión toca ir a cazar al lote de Margaperas, un lote pequeño, posiblemente el más pequeño de toda la zona lebaniega, muy estrecho, con mucha maleza y que abarca terrenos desde Pesaguero y Avellanedo hasta Vendejo, pasando por la Cadena hasta el límite de la provincia de Palencia.

A las ocho de la mañana ya estaban todos los cazadores en Ojedo, donde los Guardo, para presentar la documentación y recibir las órdenes de Chanchel, el jefe la cuadrilla.

“Estuvimos el jueves ojeando el monte y la verdad es que apenas que se ven rastros de jabalís, pero algunu encontraremos. Hoy vamos a cerrar desde los praos que están por encima de Avellanedo y por toda la cordillera con el límite de Palencia a Peñasblancas y bajar hasta Vendejo. Pero vamos a espabilar un poco a ver si nos vamos pronto al monte que nos espera un día con mucho calor”, les advertía Chanchel.

Efectivamente, todos los pronósticos del tiempo anunciaban un día extremadamente caliente, de hecho, en la localidad de Tama, alcanzó la máxima de Cantabria con 35,1 grados que se dice pronto, pero los que tienen que recorrer los montes seguro que lo acusan más.  

Y no hizo falta decirlo más alto ni más veces, ya que enseguida arrancaron los coches para aposentarse en los puestos y seguido a ellos los monteros con los sabuesos.

“Yo llevo una botella de litro y medio de agua para los perros, seguro que lo agradecerán”, comentaba David. “Sí, yo también llevo agua y unos azucarillos por si alguno tiene algún bajón. Hoy hay que mirar mucho por ellos que van a ser los que peor lo van a llevar”, comentaba Berto el de San Miguel que hoy estaba de invitado.

Una vez todos preparados empieza la cacería y los perros no daban señales de jabalís. El lote estaba con mucha vegetación, con muchos bardales, pero por allí no andaban los marranos. A ese inconveniente hay que añadirle que es largo y muy estrecho, lo que dificulta la labor de los monteros a la hora de dirigir a los perros, que en cuatro carreras suelen sobrepasar los límites del lote, con los problemas que eso conlleva.

“No se ven ni pisadas ni ná revueltu el monte”, avisaban los monteros. Efectivamente, no había jabalís. El calor reinante y el poco entrenamiento aún de los sabuesos, decidía el éxito o el fracaso de la cacería.

Pero la emoción volvió de nuevo entre los cazadores cuando en la “Cadena”, donde está la traída de agua a Vendejo, los perros de Berto encontraron medio despistado a un jabalí que emprendió una veloz carrera al que los perros apenas podían seguir. “Atentos arriba que llevan un jabalí. No le llegué a ver, pero seguro que es grande”, avisaba Berto. Un buen montero sabe cuándo los perros llevan algo que merezca la pena ya que cada poco se paraba haciendo frente a los sabuesos. Los puestos se pusieron todos en guardia y el único que llegó a divisar al jabalí fue Primo que le lanzó un par disparos, pero en balde ya que el marrano siguió su marcha aún con más velocidad. Estaba bastante lejano y el disparo no encontró diana. Así que Primo solo pudo echar una carrera para recoger los jadeantes perros que venían detrás del marrano.     
Y como los monteros ya habían recorrido todo el lote y el calor apretaba cada vez más, Chanchel, con buen criterio, decidió dar por finiquitada la cacería. Eran las doce y media de la mañana y “vamos a dejarlo, así que recoger los perros y nos bajamos a comer a Ojedo. Oro día será mejor”.

De esta manera se dio por finalizada la cacería, solamente salió un jabalí y logró salir indemne. No dio más opciones, así que los cazadores recibieron con agrado el final de la cacería. Se estaba mejor en los Guardo, en Ojedo, saboreando unas cervezas que en el monte.

Informó: Angel