Por fin llegó el dia tan esperado por los componentes de la cuadrilla 103. Hoy toca cazar aquí en Bedoya y cuando eso ocurre, las caras de los cazadores se trasforman en alegría, bromas y alboroto. A las ocho de una espléndida mañana, fresca pero sin nubes, ya estaban todos en Ojedo para recibir las instrucciones del jefe de cuadrilla y presentar las acreditaciones ante la guardería.

“Estuvimos estos días mirando el monte y vamos a tener trabajo. Hay bastantes jabalís, ahora tenemos que poner nosotros de nuestra parte para bajarlos en el remolque. Vamos a entrar con los perros por San Pedro y Salarzón y cubriremos por la Calleja Saria, Sardanes, La Burdia, Retorturas, los Llaos y la Sieta. Por la tarde, echaremos la zona de Cobeña, pero los jabalís están arriba, ya caen las bellotas…..”, les anunciaba Chanchel.

Acababan de entrar los perros de Posada y junto a las casas de San Pedro cogen una demanda que les llevó a cruzar por el Corral de Concejo en dirección a Prau Redondu, ya fuera de donde estaban los puestos. No se llegó a ver al jabalí, pero los perros “fotografiaron” por dónde había pasado.

Esto no desanimó a los cazadores ya que los perros seguían ladrando, señal que estaban trabajando bien y fruto de eso fue que en el Ojeu estaba Diego, un montero invitado, siguiendo a sus perros cuando se le presentó delante un hermoso jabalí, y Diego se encargó de pararle en seco. Era el primero de la jornada.

Hace una semana comentábamos que a Juan María Alvarez se le había escapado un enorme jabalí. Hoy el cazador estaba de puesto en los praos de Sardanes y estaba oyendo a los perros que cruzaban por encima de los Cotillos hacia su dirección. El cazador se preparó, quitó el seguro del rifle y se parapetó detrás de un bardal. De repente vio asomar por los praos de la Patatera una enorme bola que cruzaba a toda velocidad. Pummmm, y el marrano lo acusó, pero siguió su marcha. Un segundo disparo acabó con el jabalí sentado de media atrás, pero aún seguía arrastrándose. Un tercer disparo sirvió para que el marrano rodase unos metros hasta la riega. Fue todo muy rápido y cuando Juan María se acercó para ver el resultado, ya llegaban los perros para morder lo que quisiesen, ya que hoy tenían carne para ello. “Aquí le tengo, es muy grande, pero teneis que venir a ayudarme a sacarle de la riega, yo no puedo”. Cuatro cazadores tuvieron que juntarse para sacarle de allí y así y todo les costó. Pesa más de 90 kilos, decían unos y 100 también los pesa, otros. Se aproximará a los 120 kilos, comentaba el guarda de la cacería. Para salir de dudas le pesaron en San Pedro y dio un peso de 112 kilos. Un gran ejemplar que sirvió para que Juan María se desquitara de la semana pasada.

Pero no todo era alegría, ya que éste jabalí, antes de llegar a la Patatera, había dejado un triste recado por el camino. A su paso por Resundias, ante el acoso de los perros de Victor, un invitado de Cabezón de la Sal, el jabalí se ensañó con uno de ellos y allí le encontró luego el montero ya dando sus últimos suspiros. No todo son alegrías en las cacerías.
 
Los que estaban de puesto en la Sieta, estaban aburridos, allí ni se oían los disparos ni el cantico de los perros, únicamente se pudieron divertir con un amigo que tuvieron durante bastante tiempo delante de los ojos. “Estoy viendo un zorru toa la mañana en los praos cogiendo grillos o ratones, no lo sé. Es muy grande y se hincha a dar saltos”, comentaba Serafín.

El calor iba haciendo mella en los perros, pero aún tenían agallas para seguir en la refriega. En la Dobra los perros de Berto, el de san Miguel, cogieron una demanda y se plantaron con el jabalí en los Llaos. Allí se encontraba hoy Manolín Heras que estaba viendo al jabalí y a los perros ascender por la cuesta. “Va a pasar por aquí”, pensaba el cazador. Y bien pensado, porque a los pocos minutos allí tenía delante un hermoso jabalí. Un único disparo sirvió para dejarle a merced de los perros que llegaron posteriormente.

A la orilla del río, en las Bárcenas, levantaron otro marano los perros de David y emprendieron una veloz marcha, cruzando por el Caldillu y la Dobra en dirección a la Sieta. Allí estaba hoy Kiko, el de Pendes, que no tuvo que gastar mucha munición para dejarle seco, ya que un único disparo sirvió para rematarle.

El montero Segio se tropezó con un marrano en el Lomberu, apenas le dio tiempo a echar el arma a la cara y el jabalí siguió su marcha en dirección a Retorturas.

El calor ya apretaba, era ya casi mediodía, pero los perros de Sergio y Marcos, todavía tenían fuerzas para perseguir a un jabalí que levantaron en la Fuente Taruey y le llevaron hasta la Burdia donde estaba Manolín el de Bejes. Manolín se puso nervioso, o algo parecido, ya que el jabalí no le pasó muy lejos; le disparó un par de veces, pero el marrano siguió su marcha y quedó en el monte para otra ocasión.  

Por la tarde se echó desde Cobeña a la Sieta y el resultado fue nulo ya que no salió ningún jabalí, y con eso se dio por finalizada la cacería con el resultado de cuatro jabalís que bajaron en los remolques y con el perro de Victor que quedó bajo tierra en el monte. Una pena. “Era un gran perro, le voy a echar mucho de menos”, decía el montero.   

Una merienda- cena en los Guardo puso fin a la jornada; ahora a esperar un mes para volver a subir al monte.