La cuadrilla 103 volvió a subir al monte ayer sábado. Toca ir a cazar a lote de Poda-Cordancas, un lote que en el transcurso de los años no se le da muy bien a la cuadrilla y eso que le conoce muy bien ya que abarca terrenos desde Lebeña hasta Cicera, Poda y el monte de Cordancas.
Chanchel, el jefe de la cuadrilla, estuvo “estudiando” la mejor manera de recorrer el monte y decidió empezar por el pueblo de Cicera. Así a las ocho de una fría mañana ya estaban los cazadores en la plaza de ese pueblo para recibir las instrucciones y entregar las acreditaciones a la guardería.

“Estuvimos mirando esta semana el monte y decidimos empezar por aquí, por Cicera, y cubrir por la falda del monte Cordancas hasta el Collau de Arceón. Por otra parte, cinco puestos y dos monteros entraron por los invernales que están encima de Lebeña. Así que a ver si tenemos suerte. Me comenta Serafín que ayer un grupo de peregrinos, que hacían el Camino lebaniego, se toparon con un lobo en Arceón. Mala cosa, porque ya sabéis que los lobos y los jabalís hacen malas migas y no suelen andar juntos. A ver cómo se nos da el día”, les arengaba Chanchel.

Una vez todos en sus puestos entran los monteros en acción y no tardaron los perros de David en coger demanda. Levantaron por encima de Cicera, junto a los invernales de Gobia. “Atentos arriba, yo creo que llevan más de unu porque los perros llevan caminos diferentes. Atentos que van muy apurados”, les avisaba el montero.

“Sííí…., acabo de ver un rebañu de jabalís que suben en fila por la orilla del monte. Unu, dos, tres, cuatro……, cuento hasta doce”, avisaban por la emisora.

Todo el mundo se puso atento, se quitaron los seguros de los rifles y los corazones empezaron a latir más fuerte y más deprisa. No tardaron en oírse los primeros disparos, hasta cuatro se oyeron, pero en principio con poco acierto. “Yo creo que tuve que dar a alguno. Eran unos cuantos y tiré a los más grandes, pero estaban bastante lejos. Creo que a uno por lo menos le di porque cayó, se volvió a levantar y siguió la marcha”. El que así se explicaba era José Angel que no daba crédito a que se le hubieran escapado. De todos modos se acercó por donde se habían metido los jabalís y pudo comprobar que habían perdido sangre. No tardaron en llegar los perros y unos metros más adelante encontraron a un hermoso jabalí dando las últimas convulsiones. Y no acabó ahí la cosa, ya que a los pocos minutos…. “Son dos, cayeron dos. Ya me parecía a mí que les había dado”, comentaba un exaltado y jubiloso José Angel.

Minutos más tarde fue el montero Sergio el que llegó tras sus perros que estaban muy afanados alrededor de un urcial y no lograban sacar de allí a la pieza. Las voces del montero y los ladridos de los canes no eran suficientes para que el supuesto jabalí saliese a escena. Los perros entraban, chillaban, rechinaban, se apuraban y de nuevo salían. Así estuvieron varios minutos hasta que un enorme marrano salió bufando del urcial, aunque no fue muy lejos ya que Sergio se encargó de pararle los pies. Era muy grande con una enorme boca.

La mañana estaba resultando muy entretenida ya que le presencia de jabalís invitaba a ello y se oían disparos por todas partes, unos con más fortuna que otros, pero todos con la intención de acabar con el jabalí de turno.

Fue Manuel Relea el que cogió la emisora para avisar que tenía allí a un hermoso jabalí, con unas buenas navajas y un poco más abajo a otro que no era tan grande, pero también aprovechable. “Tuve que tirar primero al más pequeño y echar una carrera para detener al grande. Venían los dos separaos, pero aquí les tengo”, señalaba Manuel.

“A mí se me escapó unu. Estaba algo lejos, le tiré pero no le dí”, avisaba Benjamín, que hoy no tuvo el acierto que tiene normalmente.
“A mí me pasó lo mismu con otru, le tiré dos veces pero se escapó”, decía Nel que estaba de puesto en Jayornal, cerca de Arceón.
Chanchel, el jefe de cuadrilla, tuvo la oportunidad de cerrar la jornada con el sexto jabalí, pero hoy no pudo ser ya que el marrano se escapó de la metralla y quedó en el monte.

Al principio de la crónica dije que por encima de Lebeña había colocados cinco puestos. Estos tuvieron el día más placentero, ya que por esa zona no había tantos jabalís, aunque también los hubo. Kiko el de Pendes y Serafín tuvieron esa oportunidad, pero no pudieron disparar ya que el jabalí estaba bastante lejos.

Era mediodía y faltaba rematar la jornada con el cupo. Hacía falta uno más y tuvo que ser de nuevo el montero Sergio el que no desaprovechó la ocasión y paró los pies a un jabalí que llevaban sus perros en volandas.

Por eso, con el cupo hecho, Chanchel mando recoger los perros y bajar hasta Ojedo. “Acabo de avisar a los Guardo que ya vamos para allá para que nos vayan preparando la comida”.

Una sabrosa paella, filetes con patatas fritas y pimientos, postre y chupito cerraron una hermosa jornada con un nuevo cupo. Ah, y para rematar Abelín, un gran cazador que perteneció a esta cuadrilla, les obsequió a todos con unos deliciosos roscos que trajo de su panadería de Heras.