Debido a la nevada que cayó el fín de semana pasado en Liébana, se suspendieron varias cacerías. Una de ellas era de la cuadrilla 103 que tenía que cazar en La Hoyona y la cacería, con buen acierto, se trasladó a este jueves, que amaneció un día con cielos azules y baja temperatura, ya que toda la cordillera está blanca de la nieve.
Como suele acostumbrar, la cuadrilla se reunió a las ocho de la mañana en Ojedo, donde los Guardo para recibir las indicaciones de Chanchel, el jefe de cuadrilla, y presentar las acreditaciones ante la guardería. Como era día entre semana, en estos casos la afluencia de cazadores es menor. “Ya sabeis que el mes pasado estuvimos cazando en este mismo lote y no encontramos jabalís. A ver si hoy tenemos más suerte. Debido a la nieve que hay en la zona más alta, sólo vamos a echar la parte de abajo desde Cueva a Avellanedo, así que, como es poco terreno, a ver si lo hacemos bien y bajamos a comer a Ojedo. Yo ya avisé que nos tengan preparada la comida para las dos de la tarde, como mucho”, les iba diciendo Chanchel.
Una vez terminada la charla, los cazadores toman los coches en dirección a Cueva para colocarse en los puestos y los monteros esperando a que les indiquen entrar con los sabuesos. Eran las 9 y media cuando se inicia la suelta de los perros. Saltar de los remolques y volverse “locos” fue un instante. Era una señal palpable que no hacía mucho tiempo que por allí habían estado los jabalís. Así lo testificaron los perros de Elías, de Buyezo, que se tiraron al vuelo y sacaron de su escondite a un rebaño de ellos. Rafael, el de Casillas, fue el que primero los vio. “Suben un montón de ellos por un prau, son una pila de ellos. El prau se volvió negru….”, avisaba por la emisora. “Los estoy viendo yo también, si la vista no me engaña conté hasta trece”, comentó el guarda de la cacería que estaba en la carretera general.
Efectivamente, era un ejército el que ascendía por el prao y se introducía en el hayedo. En los puestos todos estaban atentos, cada uno pensando en la posibilidad de tener que pararles. Pero los jabalís venían tan unidos que se presentaron los trece delante de Julián Torre, de Toranzo, que hoy estaba de invitado. Julián es un experimentado cazador y no se puso muy nervioso, aunque nunca había visto tanto jabalí junto. Deprisa y corriendo, quitó el seguro del rifle y empezó a soltar dinamita. Algunos jabalís salieron rodando por el monte, otros se dispersaron, otros quedaron secos…., total que después de la refriega Julian fue a contar los jabalís que estaban ya en el dique seco. “Aquí tengo a unu muy grande y estoy viendo allá abajo a otro que también cayó. Por lo menos son dos. Ah, otru, otru, ya están los perros con él. Creo que no hay más. En total son tres jabalís”, pregonaba un radiante Julián por la emisora.
Aquello había empezado muy bien y los perros seguían trabajando. Así los sabuesos de Kiko y de Sergio encontraron otro encame que sacaron a corretear por el monte. “Son varios, yo creo que más de cinco. Van dirección a Avellanedo. Atentos los que estéis por allí que van a toda leche”, avisaba Sergio.
No hizo falta esperar mucho para oir los primeros disparos y enseguida avisa Francis que tiene un magnífico ejemplar a sus pies.“Tiene una boca muy grande”, remataba el cazador.
Y como eran varios los jabalís, algunos se dispersaron y uno de ellos llegó donde estaba de puesto Chico que quiso demostrar lo bueno que es cuando tiene el rifle en las manos. Dos disparos sirvieron para ver cómo el jabalí aún movía una de las patas pero ya estaba muerto. “Este también anda bien de boca. Es muy grade”, proclamaba un eufórico Chico.
El tiroteo seguía y uno de los cazadores era Primo que disparó y el marrano cayó rodando por el monte. “Creo que le maté….”, avisaba Primo, pero cuando se fue acercando pudo comprobar que el jabalí se había adentrado en el monte y había desaparecido. “Va soltando sangre, traer los perros que va dejando un buen rastro de sangre”, avisaba Primo. No hizo falta que llegaran los perros ya que el marrano llegó a “trancas y barrancas” hasta donde estaba José Antonio Posada que le remató. Tenía ya una pata rota.
Apenas eran las once de la mañana y Chanchel se dio cuenta que ya habían llegado al tope de jabalís que podían cazar, así que “coger los perros y nos vamos todos a Ojedo que nos están esperando". Efectivamente en Ojedo tenían preparada una suculenta paella, que según contaban, estaba buenísima. De segundo plato un filete rebozado con patatas fritas, postre, café, chupito, música y alegría, mucha alegría.
Y para rematar Chanchel les indicó que “el próximo sábado tenemos cacería en Cotera Oria, pero debido a que está el lote nevado, se suspende la cacería y en principio, si no nieva más, la echaremos el miércoles día 18”. |