Después de casi un mes, la cuadrilla 103 volvió a subir al monte en busca de jabalís. Hoy toca visitar el lote de Cotera Oria, que está por la zona de Vendejo y Caloca hasta los límites con la vecina Palencia.
Precioso día el que amaneció el Domingo en Liébana, con buena temperatura y ligero viento del sur. Chanchel, el jefe de la cuadrilla, avisó a toda la cuadrilla que la presentación de credenciales ante la guardería se iba a hacer en el Mesón El Laurel, de Caloca, donde a las ocho de la mañana ya estaban todos los cazadores esperando las indicaciones del jefe. “Vamos a empezar desde Vendejo a Sierras Albas, Chozu Piedra y puerto de Bárago. Estuvimos el otro día mirando y la verdad es que no se ve el monte revuelto, pero seguro que algo encontraremos, aunque sea debajo de las piedras. Por la tarde, vamos a echar de Caloca para abajo por la Cadena”, les informaba Chanchel.
Una vez colocados los puestos entran los monteros a calentar el ambiente. Hoy había bastantes monteros y bastantes perros para levantar a los jabalíes, pero vueltas y más vueltas, para arriba y para abajo y no se oía ni un ladrido. Parecía un día cualquiera por los alrededores de Caloca, únicamente sonaba el ruido de unos campanos del ganado que andaba por aquellos lugares.
“No hay jabalís…., por aquí no hay nada”, era lo único que se oía por la emisora. La verdad es que el lote de Cotera Oria no es muy pródigo en jabalís, pero alguno tendrá que haber por allí porque la zona es preciosa y muy soleada. “Decía ésta mañana Chanchel que había que buscarlos, si hiciera falta, hasta debajo de las piedras y estoy seguro que ni ahí los hay, igual queda alguno debajo de todo, en los infiernos….”, clamaba Nel que estaba aburrido por la falta de ajetreo en la cacería.
Llegó el mediodía y Chanchel mandó cambiar los puestos para echar la zona baja del monte, “la que está casi rozando con los infiernos”, pero tampoco por allí estaban hoy los jabalís. Ni un triste rastro salió en todo el día, así que a media tarde el jefe de la cuadrilla mandó recoger los perros y las armas y atender otras necesidades más perentorias del cuerpo y seguro que mejores como era ir hasta el Mesón El Laurel donde Marta les estaba esperando con una sopa bien caliente y unos picantes callos que hicieron las delicias de los cazadores, donde a los postres no faltó la alegría con los cánticos de rigor. A falta de pan, buenas son tortas….. |