| Nueva cacería para la cuadrilla  103. En esta ocasión le toca cazar en el lote de Cotera Oria, que está por  encima de los pueblos de Vendejo y Caloca. En principio, parece una buena  cacería porque se han visto bastantes jabalíes.  A las ocho de la mañana del  pasado Domingo estaban ya todos los cazadores en la Viñona para acreditarse  ante la guardería y  recibir las  instruccio0nes de Jorge Cuevas, el jefe de la cuadrilla. Pero en esta ocasión  fue Chanchel el que tomó la palabra para “leer la cartilla” a más de un cazador  y a la vez recordarles algunas cosas. “Quiero deciros que la cuadrilla tiene un  jefe y ese jefe es UNO y lo que diga él va a misa. A la vez quiero deciros que  le tenemos que ayudar todos en lo que podamos y dejarnos de otras tonterías.  Otra cosa que os quiero decir es que veo un poco de despreocupación , tenemos  que colaborar todos, y me quiero referir ahora a los que están en los puestos, que  tienen que colaborar y hacer todo lo posible para coger a los perros para que  no se nos pasen fuera de la cacería. El otro día alguno estuvo hasta las 10 de  la noche buscando los perros. Y cuando los cojáis tenéis que avisar a los  dueños, si lo sabéis.  Por la emisora, y me incluyo, tenemos que hablar sólo lo  imprescindible. Al final de las cacerías tenemos que juntarnos todos y luego  iremos a cenar todos juntos. Manuel y Felipe son los encargados de buscar el  sitio, concertar el menú y su precio. Eso es lo que os quería decir”, concluyó  Chanchel.         A continuación tomo la palabra  Jorge para señalar que, “me comunica el guarda que se puede matar en la cacería  hasta un lobo y que hay que extremar la precaución ya que en el lote se ha  detectado la presencia de dos osos grandes y una osa con crías”.          Después de éstas pláticas y  sorteados los puestos, los cazadores inician el ascenso hasta los puntos altos  del lote, cerrando desde la peña el Ciñal, Campunuera, Collau de Bárago, Bistruey,  Chozu de Piedra, Matavegas y Caloca. A las 9 y media se da orden de entrar los  monteros. Tardaron bastante en entrar en acción los perros. Me refiero a que no  encontraban lo que iban a buscar. De hecho, el primer disparo no se oyó hasta  pasadas las diez, y fue Felipe el que disparó a un buen jabalí que venía sin  perros, pero el marrano se esfumó entre los brezos en dirección a tierras  palentinas.          Fueron los perros de Jesús los  primeros que abrieron la lata, pero ésta era muy pequeña. “Son dos jabalís  pequeños”, anunciaba el montero. “Pues atentu que no estará muy lejos la  madre”, le contestan. Tomó la palabra el guarda de la cacería para preguntar si  eran rayones. “Sí, sí, son rayones”, le contestó Jesús. “Entonces déjales y no  tiréis tampoco a la madre”, le advirtió el guarda. Así lo hizo el montero, que  logró ver a la jabalina emprender la huida. “Tiene unas tetas de la hostia…..”,  rubricó el montero.  “Atentos en las antenas, que  acabo de ver pasar un jabalí en esa dirección. Va sin perros, atentos Soberón y  Sebrango…., que os va derechu…..”. No hubo que esperar mucho para oir un  disparo y segundos después otro. “Ya le maté, le di con el primero y todavía  siguió la ruta. Venía derecho a mí, si no le tiro el segundo me atropella”,  avisaba un radiante y feliz Soberón. “No es muy grande, pesará unos 40 kilos”,  apostillaba el cazador.          Se oyó también otro disparo de Benjamín  que tiró desde bastante lejos a un jabalí que iba también sin perros y que  logró escapar fuera del lote. “Era muy grande y tenía el pelu blancu ….”, comentaba el  cazador.  Los perros de Raúl  también levantaron. El jabalí emprendió su carrera hacia el Collau de Bárago.  “Atentos arriba, que ahí os va…….”, avisaba el montero. Pero nadie dio señales  de él. “¿Esi jabalí voló?”, preguntaba al poco rato. Nadie contestaba, hasta  que alguien dijo: “Sí voló, porque por aquí no pasó”.  “Pero si esto es parecíu al desiertu del  Sahara…., está limpiu como una patena, no sé cómo se os pudo escapar sin tirarle”,  les recriminaba Chanchel.  Minutos más tarde fueron los perros de Rubén los que levantaron  otro jabalí. “Atentos arriba, que van muy apuraos, le van pisando los  talones…., están dando 20 ladridos por minuto", les avisa el montero. Fue Nisio,  el de Espinama que hoy estaba de invitado, el que con un par de disparos dejó  seco al marrano a merced de los sabuesos. “Chanchel, aquí tengo al Palomo, que traía un jabalí muy  grande en la boca…..”, avisa Benjamín socarronamente al montero. “Cógele y  amárrale”, le contesta. “Sí, ya le tengo amarrau, venía cansau hasta el  culu…..,” le remata Benjamín. “Angel…., ¿estás al sol o a la sombra?", le preguntan. “Estoy  en tribuna, pero tengo una sed…., que reviento”, contesta el cazador, y es que  el sol apretaba.         Eran ya las dos y media cuando se  oye otro disparo. “Tírale otru, que se te escapa…...”, advierte Sergio. “No, no,  no se escapa, aquí le tengo a mis pies mordiéndole los perros”, le contestó  David, el de Pumareña, que fue el encargado de disparar. Era pequeño, de unos treinta  kilos.  “Por cierto, Sergio, tienes que  pagarme una comida, acuérdate de la apuesta que teníamos hecha”, le recuerda  David a Sergio.  “No habléis tantu, que os entran  más jabalís por atrás…...”, les recuerdan. Así era, un jabalí  muy grande hizo acto de presencia en la  cacería y además se erigió como el verdadero  protagonista de la jornada. Fueron los perros  de Sergio y de David los que le encontraron en su encame en la peña Garzón,  junto a las minas, pero el jabalí estaba tan a gusto que se resistía a  levantarse. Cuando decidió salir, empezó a repartir leña a todo aquel que  intentaba acercársele. “Hay que ir a ayudar algunu a los perros, unu de ellos  marchó monte abajo y no me gustó nada..….”. “Voy para allá, que estoy cerca”,  avisaba Chanchel. A continuación se inició el tiroteo: Chanchel, Sergio, David,  Primo, Manuel y algún otro más, tuvieron ocasión de disparar, pero el jabalí no  acababa de caer. Por el contrario, aún tuvo fuerzas para herir gravemente a dos  perros de Sergio que tuvo que llevarlos a la clínica y que por fortuna lograron  salvar la vida.  “Atentos en la Peña el Ciñal, que  le llevan los perros a 50 metros. Corre, Jesus, que baja por la riega abajo, a  los apartamentos. Quédate en esa curva”, avisa Chanchel. “Primo, ahora le tienes  parau en la riega, debe de estar jodíu. Matarle primero, que no joda más  perros”. Un sólo disparo sirvió para que …., “¿A ver...., David, cayó…….?”. “Sí, le  acabo de rematar”, contesta el montero. Y allí se armó la “marimorena” con casi  una docena de perros mordiendo al que les había hecho trabajar más de la  cuenta. Era un buen ejemplar, de unos 90 kilos, al que hubo que “vaciar” para  que le pudieran sacar de la riega cuatro personas, debido a su peso.          Y para finalizar la jornada, la cuadrilla  remató el día con una merienda-cena en la parrilla de Mieses donde no faltaron  las consabidas bromas y los comentarios sobre los lances y anécdotas de la jornada.  (Pincha en las fotos para agrandarlas) |