Hacía ya tiempo que la cuadrilla 103 no cazaba, ya que se suspendió la cacería que tenían programada en Dobres. Hoy toca batir el lote de Cotera Oria, por la zona de Caloca y la cuadrilla estaba al completo, no faltaba nadie. Frío, mucho frío era el que hacía en la Viñona a las ocho de la mañana. Según iba clareando el día, se vislumbraba la fuerte helada que había caído.
“No se puede cazar en la parte alta del lote por culpa de la nieve, así que vamos a empezar por Vendejo hasta mitad de la praería de Caloca. Parece que no hay muchos jabalís, pero a ver si encontramos algunu durmiendo……”, les decía Jorge, el jefe de la cuadrilla.
Una vez colocados los puestos entran a escena los monteros y parece que los jabalís no se despertaban. Vueltas y más vueltas de los perros y nada en claro. Los monteros, cayendo unas cuantas veces por culpa de la fuerte helada, aunque poco a poco se fue quitando por culpa de un tenue sol que, en aquellas alturas, calentaba poco. Así se llegó hasta mediodía con el resultado de cero demandas y por consiguiente cero disparos.
“Tenemos que cambiar para la zona de la izquierda de la carretera, aquí no hay jabalís……”, les avisaba Jorge. Y así se hizo, cubriendo por el Pino, las Cadenas y las Antenas. Había que probar porque hoy no se podía bajar de vacío. Si no había jabalís, había que inventarlos.
Y no hubo que llegar a inventarlos porque pronto fueron los perros de David Cuevas los que cogieron demanda. “Atentos, que llevan un jabalí muy buenu…..”, les indicaba el montero. Pero el marrano no llegó a los puestos, no quería probar el “tientu” de los cazadores. Tuvo “mala pata” porque se dio de bruces con Rubén González, otro montero, que tuvo que echarse rápidamente el arma al hombro para soltarle un par de disparos para dejarle tieso. Era un buen jabalí, de unos 80 kilos.
Los perros de Rubén son ahora los encargados de sacar de su encame a otro jabalí, que parecía un rayo por la forma de correr. Pero no fue muy lejos, ya que llegó al puesto de Julio Sebrango, de Soberao, que le quitó las ganas de trotar. Era una jabalina de unos 60 kilos que hacía el segundo de la jornada.
Ya, a última hora, los perros de Sergio fueron los encargados de coger una demanda. “Ahí os van, yo creo que son dos, unu parece buenu….”. En realidad eran tres. Anibal fue el encargado de verlos porque le pasaron relativamente cerca, pero se dio cuenta que era una jabalina con dos crías, así que no les tiró. Los cazadores responsables saben cuándo tienen que disparar y en éste caso Aníbal respetó las reglas porque las crías aún eran rayones. Allí quedarán esperándole para el año que viene.
Y así se dio por finalizada la cacería, que resultó muy sosa. No había jabalís, solamente salieron cuatro en todo el día y de esos cuatro se mataron dos, que no está nada mal, pero muy poco para lo que se esperaba.
Para calentar el cuerpo y el alma se juntaron luego todos en el bar de la Viñona. Allí, mientras se contaban las incidencias del día, repusieron las fuerzas en una merienda-cena.
(Información de Abelín) |