Parece que fue ayer cuando la cuadrilla 103 comenzó la temporada en Bicobres Norte. Han pasado ya cinco meses y toca cazar ya la última cacería en el lote de Margaperas, que para los menos entendidos diré que es un lote pequeño, muy estrecho y abarca terrenos desde Pesaguero y Avellanedo hasta Vendejo, pasando por la Cadena hasta el límite de la provincia de Palencia.

No había hoy en Ojedo, donde se juntaron, mucha animación entre los cazadores, y más cuando Chanchel les dice que: “estuvimos el jueves ojeando el monte y la verdad es que está pocu andau, apenas que se ven rastros de jabalís, pero algunu encontraremos. Hoy vamos a cerrar desde los praos que están por encima de Avellanedo y por toda la cordillera con el límite de Palencia a Peñasblancas y bajar hasta Vendejo”. 

Margaperas es, como queda dicho más arriba, un lote pequeño, posiblemente el más pequeño de toda la zona lebaniega. A ese inconveniente hay que añadirle que es largo y muy estrecho, lo que dificulta la labor de los monteros a la hora de dirigir a los perros, que en cuatro carreras suelen sobrepasar los límites del lote, con los problemas que eso conlleva.

Una vez cubiertos los puestos, se dio la orden de que los perros entrasen en danza. Pero hoy la danza daba la impresión que era muy humilde, faltaba lo más esencial. Había músicos, pero faltaban las guitarras. Hoy en Margaperas se metió poca bulla. Tan poca que únicamente los perros de un invitado se animaron a meter algo de ruido, emprendiendo una veloz ascensión hasta la cordillera adentrándose en terrenos de la provincia palentina. Es de suponer que harían este recorrido tras alguna pieza, pero nadie vio si arreaban algún jabalí.

Lo demás, vueltas y más vueltas y con mucho cuidado que no se escapasen los perros hacia otros lotes, aunque la mayoría ni siquiera llegaron a estar libres, pues los monteros no los soltaron.

Hoy, ni jabalís, ni corzos, ni venaos, ni osos, que suelen abundar por estos lares; no se vio nada. “No se ven ni pisadas de ná en el monte”, avisaban los monteros. Efectivamente, no había jabalís. Ni se vieron, ni se levantaron y como es lógico no sonó ni un disparo. Ya dije que faltaban las guitarras.

Lo mejor del día es que llegó a hacer sol y como esa noche no había helado, la estancia en el monte no fue muy desagradable. “Lo mejor de todo es que comí el bocadillu tranquilu”, comentaba un cazador.

Apenas eran las tres de la tarde y ya se había recorrido todo el lote, así que con buen criterio, Chanchel mandó retirarse y bajar hasta Ojedo donde los Guardo tenían preparada la comida.

Y así se dio por finalizada la cacería y la temporada. Una cacería con pocas cosas que contar, por no decir ninguna, pero con la satisfacción de rematar la temporada con los deberes bien hechos. A modo de resumen, diré que fue una temporada bastante buena, sin incidentes dignos de mención y donde se consiguieron en las doce cacerías que se echaron, 35 jabalís. No fueron muchos, pudieron ser algunos más, pero tampoco está tan mal. Yo diría que aceptable. Ahora toca limpiar las armas y guardarlos en el armario hasta le próxima temporada, que el mes de Setiembre está ya a la vuelta de la esquina.   

Informó: Ángel