Otra jornada de caza para la  cuadrilla 103. Hoy toca cazar en el lote de Monte Cubino que abarca terrenos  que van desde Dobres hasta Pineda, un terreno bastante escarpado, con grandes  desniveles y donde los jabalís tampoco suelen abundar. 
                      Frío, mucho frío el que hacía en Vega  de Liébana donde los cazadores se juntaron en el “Mesón” para presentar las  acreditaciones ante la guardería y recibir las instrucciones del jefe de la  cuadrilla. La helada era muy grande, menos mal que, para sorpresa de todos,  pudieron degustar unos sabrosos y calientes frisuelos para acompañar a los  cafés. “Estaban muy buenos……”, comentaban los cazadores. 
          “Vamos a echar primero desde Dobres  hasta por encima de Barrio, debido a la nieve que hay arriba, tenemos que  quedarnos por esa zona. Por la tarde echaremos la zona desde Bárago a Dobres. Estuvimos  el otro día mirando el monte y la verdad es que no se ven hozaduras, pero vamos  a intentarlo”, les decía Chanchel el jefe de la cuadrilla. 
           Una vez colocados los cazadores en sus puestos, se dio la orden a  los monteros para entrar con sus perros. Las advertencias que Chanchel había  dado minutos antes, se iban cumpliendo, los perros no encontraban los rastros,  no los había. Si no hay jabalís, entonces no se puede cazar. Vueltas y más  vueltas, para arriba y para abajo, derecha e izquierda y los jabalís no  aparecían por ningún lado.  
                      Tanto es así que los monteros no llegaron a soltar los perros. No  se escapó ninguno, ni se oyó ningún disparo, únicamente las voces de los  monteros revelaban que se estaba celebrando una cacería.  
                      Pocas  cacerías pueden ser tan sosas como la de hoy. Al no haber jabalís, ni perros ni  monteros tienen dónde entretenerse y claro, mucho menos los tiradores que  permanecieron tediosos en sus puestos, siempre con la esperanza de que aquello  cambe. 
            Así  que a las cinco de la tarde se dio por terminada ésta insulsa y aburrida  cacería. Otro día habrá más suerte.  
                      Menos mal que en el Mesón de la Vega tenían las mesas puestas para  degustar una sopa de pescado bien caliente, unos garbanzos con callos que  picaban lo justo para beber vino y carne abundante, aparte del postre y café.  Lo justo para quedar todos satisfechos. “Ande yo caliente y …….”  
          Informó: Ángel   |