Había bastante recelo entre los cazadores en la mañana del sábado. Los partes meteorológicos pronosticaban mucha agua y nieve en la cordillera. Precisamente había que ir a cazar a la cordillera, al lote de Pámanes que está situado en la zona más alta de Pesaguero, por Cueva y Venta Pepín hasta el límite con la provincia de Palencia, en Piedraslenguas.
Cuando la cuadrilla se reunió a las 8 de la mañana en Ojedo, los pronósticos se cumplían ya que la lluvia era persistente, pero, a medida que iba clareando el día, los cielos se fueron poniendo azulados y luego incluso hubo ratos que salió el sol para el agrado de los cazadores.
“Vamos a echar desde Pesaguero, desde el cruce que va a Cueva a la Venta Pepín, de la carretera a la derecha. Más arriba no podemos cazar ya que no está permitido por la nieve”, les indicaba Chanchel el jefe de la cuadrilla.
Una vez recibidas las instrucciones, los cazadores toman los coches en dirección a Pesaguero para ir colocándose en los puestos. No tuvieron mucho tiempo para contemplar el paisaje, ya que apenas estaban colocándose en los puestos cuando Primo ve un rebaño de jabalís que cruzaba por una ladera. “Atentos que estoy viendo un rebañu de jabalís, creo que son seis, uno de ellos es muy grande. Acaban de cruzar la riega y creo que van a salir por esos árboles que están a la parte de arriba. Van en fila india y no van muy deprisa, atentos…..”. Ante las advertencias de Primo, los cazadores, deprisa y corriendo, cogen los rifles y se disponen a frenar la marcha de los marranos que venían sin perros (aún no habían entrado los monteros). Por fin asomaron y se dieron de bruces con Luis, el panadero, jubilado que caza con ésta cuadrilla. La experiencia de Luis salió a relucir y no se puso nervioso cuando vio delante suyo a una fila negra que avanzaba hacia él. Eran los seis jabalís que aún no se habían percibido de la presencia del cazador. Con las tres balas del cargador vio cómo rodaban dos jabalís y aún tuvo tiempo para volver a cargar y rematar a un tercero que venía algo más retrasado. En un minuto había descargado dos veces la recámara y “yo creo que son tres los que maté, tengo que acercarme un poco a ver si cayó unu que desde aquí no puedo ver, pero yo creo que también le maté porque le vi rodar”, avisaba Luis a sus compañeros. “Síiii, aquí está también dando los últimos espoletazos”.
Bueno, bien empezaba la jornada ya que sin entrar aún los perros en acción ya había tres jabalís esperando para dar un paseo en los remolques y un veterano cazador, como Luis, orgulloso de su gesta. Luis había hecho lo que nunca había logrado, hacer un “hattriik” con seis balas.
Luego, ocurrió lo de casi siempre, salieron jabalís que recorrieron el monte para arriba y para abajo. Vueltas y más vueltas, pero no querían salir a los puestos y cuando lo hicieron ya se encargaron de “reírse” de los cazadores. Hay que reconocer que los jabalís nacieron en el monte y le patearon muchas veces, conociéndole mejor que los cazadores, de ésta manera fueron varios los que pudieron escapar de la pólvora, además hoy faltaban varias escopetas y no se pudo cubrir bien el lote.
Era ya mediodía y de nuevo los perros sacan a pasear otro jabalí por debajo de la Venta Pepín. “Es pequeñu, le acabo de ver y va en dirección a Cueva”, avisaba David. Allí estaba Felipe que, como suele ocurrir la mayoría de las veces, no falló dejando al marrano a merced de los perros.
Y así se dio por finalizada la cacería, una cacería que por lo menos estuvo entretenida por lo movida que fue. Salieron bastantes jabalís y unas veces por la pericia de ellos y otras por la poca puntería de los cazadores, salvo la destreza de Luis el panadero que hoy demostró que aún no le tiembla el pulso. Así da gusto.
Informó: Ángel |