Segunda cacería de la cuadrilla
103 correspondiendo hoy el lote de Monte Cubino, que se encuentra por
la zona de Dobres hasta el puerto de Pineda.
Espléndido día amaneció
en Liébana; la niebla merodeaba por las cuencas bajas de los
ríos, pero apenas se ascendía, un radiante sol bañaba
los picachos y montes lebaniegos. Se presagiaba un buen día de
caza, aunque con los lógicos recelos por si, en las horas centrales
del día, el sol fuera demasiado justiciero para monteros y perros.
En
Dobres, lugar de concentración, en el ambiente se notaba optimismo
y a más de uno se le oyó decir: “Creo que en
ésti lote hay muchos jabalines; se lo oí a Fonso que es
de ésti pueblu …”. Así que bien temprano
Jorge, como jefe de cuadrilla, distribuyó primeramente los puestos
y una vez cubiertos estos, se oyó por las emisoras el permiso
para que entrasen monteros y perros. Con la lógica jauría
pronto cogen demanda, y alguien suelta: “Ya traen algo, ya
vienen cantando ….”. Así
empezaba la cacería, los perros “cantando”, los monteros
voceando y los cazadores vigilantes en sus puestos.
No eran aún las 11 de la mañana
y se oye el primer disparo. Lo hizo José Angel y a continuación
la emisora también “cantaba” el primer jabalí
en el saco; era una chona de unos 50 kilos. Aquello prometía
y apenas unos minutos después el eco de los tiros volvía
a retumbar en los montes de Pineda y para no quedar mal con sus paisanos
Fonso logró abatir a un marrano de unos 60 kilos.
Pero lo bueno vino por la tarde ya que
salieron varios jabalíes y los tiradores se encargaron de entrenarse
tirando tiros. Aquello se asemejaba a los fuegos artificiales del día
de la Cruz. A Cheles se le escapó uno bastante bueno que siguió
su camino más listo que venía y era más pequeño
del que le salió a Gaspar. Había bastante distancia entre
Gaspar y el jabalí que cruzaba por la panda de enfrente. Gaspar
nunca tiró tantos tiros a un jabalí como a éste:
uno, otro, otro, otro…, le daba tiempo a volver a cargar el rifle
y lo mismo, uno , otro… y el jabalí cada vez con más
ganas de vivir. “Le tiré como 15 tiros y si no se me
esconde, le hubiera seguido tirando” comentaba el bueno de
Gaspar. Y el jabalí, como es lógico, se escondió,
pero no lo suficiente porque a continuación le sale a Manuel
y el muchacho se puso algo nervioso, aunque logró tirarle tres
tiros si bien sin consecuencias. A favor de Manuel hay que decir que
la distancia entre cazador y la pieza era bastante grande.
“De ésta y de éstos
me libro” pensaría el morrocotudo jabalí, pero no
contaba que por allí estaba Abelín que, como experto cazador,
de un solo tiro en los cuartos delanteros, donde en realidad se hace
daño, acabó con la vida del marrano que llegó a
pesar los 100 kilos. Se aproximaron a veinte los disparos que se lanzaron
contra él y solamente un solo tiro, que fue el mortal, logró
tocarle.
Mientras tanto, David en compañía
de su perro se tropieza con otro macho de unos 60 kilos; le dispara
y el jabalí sale más vivo que venía. El perro se
avalanza sobre el marrano y ambos bajaron rodando, hechos un ovillo,
por un precipicio hasta que David le propinó un certero tiro
ante la mirada perpleja del perro que pudo morder pelo más tranquilo.
Para festejar el día, y ya entrada
la noche, en el mismo pueblo de Dobres, hubo cena para todos donde se
comentaron las incidencias de la fascinante jornada entre el alborozo
de todos.