Cuando
a las 8 de la mañana llegaban los cazadores a San Pedro, todos
pensaban que el día no iba a resultar muy placentero. Me atrevería
a decir que se veían caras serias, incluso con muestras de recelo.
La cacería debía de haberse celebrado el sábado
pasado, pero hubo que trasladarla al miércoles, día 6,
por causa de la lluvia. Hoy estaba muy frío, incluso también
llovía, pero había que ir al monte, porque era la última
cacería de la temporada y además en Bicobres, en nuestra
casa. No se podía fallar.
Cecilio, veterano cazador curtido ya
en mil batallas, comentaba: “Esti añu hay menos jabalines
que el añu pasau, y además están muy esparcíos….”.
Con esos ánimos algo decaídos empezó la cacería,
entrando los perros por el Cercau. Apenas empiezan a olisquear el terreno,
cuando se oye un disparo en Canal Mayor, al lado opuesto del lote. ¿Qué
pasó...., ocurrió algo?, se oye por la emisora. “Que
ya cayó el primeru…”, contestaba Ramón
con el consiguiente alborozo. Eran las 9 y media de la mañana
y aquello prometía, aunque la meteorología se endurecía,
ya que en los puestos altos del lote a ratos incluso nevaba.
Y siguiendo con la cacería, diré
que los perros pronto cogen demanda y las emisoras trabajando a tope:
“Ahí van los perros con unu en dirección a Retorturas,
atentu Cecilio…” le indicaban, pero Cecilio no llegó
a verle, ya que el jabalí pasó un trozo más alto.
Por otro lado, los perros de Fael
se afanan en seguir y rodear a otro; lo acosan de tal forma que llegaron
incluso a tener una refriega con el animal, hasta que el mismo Fael
de un certero disparo logró derribarle.
A Ceci le salieron otros tres en Canal
Mayor y en un acto de reflejos, de astucia y de rapidez logró
tumbar a dos; aquello parecía una película del oeste.
Donde puso el ojo... puso las balas.
Hay que decir que hubo muchos disparos,
pero también hubo muchos fallos. El que tuvo
que poner las cosas en su sitio fue Santi, que primeramente necesitó
de tres tiros para tumbar a un marrano de unos 60 kilos y luego de un
único disparo despachó a otro, un poco más pequeño
que el anterior.
Por
la tarde se echa la zona de Sarrullá y la Tuemba y salir salieron,
pero la puntería tampoco fue muy buena. ¿Los fallos? Hay
que preguntar a Cecilio que en la Pizarrera logró disparar pero
sin suerte. “Por lo menos esti añu quité la
roña a la escopeta”, comentaba con sorna. El mismo
animal se dirigió posteriormente al Cercau y Mari solo le pudo
dar las buenas tardes (había salido el sol), dirigiéndose
luego en dirección a la Burdia. “Ahí van los
perros con un jabalí en esa dirección, atentos Ivana y
Lucinio ….”. Pum, pum, pum, pum …., y pese a
los cuatro disparos, el jabalí marchó con más vida
que la que tenía.
Peor fue lo de Ramón que por
estar distraído se le escaparon dos buenos en Prauredondu. Pero
el que estaba donde debe de estar fue Primo que en las Posás,
para rematar el día, hizo hincar las rodillas a un marrano que
pasó de los 70 kilos.
Y así terminó la cacería
con siete piezas logradas. Se pudo llegar tranquilamente al cupo (10),
pero siempre conviene dejar alguno en el monte para criar. Las caras
eran bien distintas a las que se podían vislumbrar por la mañana.
Ahora, aunque ya había anochecido, en todos los cazadores se
notaba que les relucían los ojos, y no era para menos. Fue un
excelente y meritorio broche de temporada.
En las seis cacerías se lograron
cobrar 18 jabalíes que, para una cuadrilla con la mayoría
de gente ya muy veterana, resulta excitante y hasta bonito. Ahora a
colgar las escopetas y que los Reyes Magos se porten bien con todos.
Se lo merecen.