Después
de la gran nevada caída la semana anterior que supuso el aplazamiento
de la cacería, por fin hoy jueves se pudo echar, aunque el miedo
a que se perdiera fue grande ya que la nieve, debido a las heladas,
no terminaba de marcharse. Era la última cacería de la
campaña y para remate en Bicobres, en nuestra casa. En una palabra:
era la cacería a la que estábamos esperando desde que
comenzó la temporada.
Como es lógico, debido a la citada
nieve, el lote de Bicobres quedó muy reducido y solamente se
pudo rastrear las cotas bajas. Se empezó la cacería por
Llayo para trillar toda la zona de Lusía y Carrascal, pero sin
sobrepasar la pista que va desde Sierratama al Collau de Taba. El terreno
es bastante propicio y se cree que marranos no van a faltar; aquí
están calientes, tienen bellotas de azufra y están bien
resguardados de los posibles enemigos, ya que la vegetación es
muy espesa.
Ante la poca superficie de terreno a
batir, tanto monteros y perros, como tiradores y me atrevería
decir que también jabalís, formaron un amasijo que casi
se pisaban unos a otros. Para constatarlo, la jauría de perros
pronto dio con los escondites de los marranos. Y el primer jabalí
que se atrevió a salir de su encame fue a parar por donde se
encontraba Pepe que de un solo tiro le mandó la receta deseada.
Por la zona de la Fuente del Sapu, Ceci,
en esta ocasión más fino que en la anterior cacería,
hizo rodar a otro de unos 40 kilos. Y Nel, que este año con su
flamante Mauser está que lo tira, hizo lo propio con el siguiente
que se dignó asomarse por allí.
Encima
del pueblo de Llayo, ya muy cerca de las casas, Aníbal despachó
de un par de tiros al cuarto. Y para rematar la mañana, en Lusía,
José Angel se encargó de bajarle las orejas al quinto
de la jornada.
Por la tarde se echa la zona de Sobrequintana
y Cobeña, también zona muy limitada por la nieve. En la
Sierra de Carbonera, cerca de Cobeña, estaba Manín, expectante
al ajetreo de los perros, cuando se le presenta delante de sus narices
un jabalí y de un par de tiros acabó con el imprudente
animal.
Y en el Enebral, encima del pueblo de
Trillayo, sacaron los perros otro de su encame; mejor dicho, ni siquiera
esperó a que llegaran los perros ya que, en cuanto oyó
a la jauría, emprendió su huida viñas arriba. No
era muy grande, pero correr, corría bien. “Ahí
va…., ahí va unu encima de la caseta de Cantero….,
ahora está subiendo por la viña de Neles….”
se oía por la emisora.
Por todos es conocido el paseo que los
vecinos de Pumareña dan por esa zona de las viñas y hoy
con más motivo: varias personas a la vez que disfrutaban de la
caminata, se estaban recreando también con la cacería.
No todos los días se encuentra en Sobrequintana el ambiente que
se respiraba hoy. Tanto es así que hubo encuentros no muy deseados
entre jabalís y caminantes. Uno de éstos, tuvo que levantar
la cachava en plan desafiante ante el tozudo jabalí, y gritar
para que se desviara, ya que venía ciego a su encuentro: “Dónde
vas…. marranu…!!!!” gritó con todas
sus fuerzas, para que el jabalí cambiara su rumbo y siguiera
viñas arriba. Algún cazador incluso llegó a ponerse
nervioso y mitad en broma, mitad en serio (más vale prevenir)
lanzó por la emisora: “Tener cuidau…., no
me mateis a la mujer…”, refiriéndose a los
compañeros para advertirles que había una espectadora
dentro de la refriega, la que tuvo el imprevisto encuentro con el jabalí.
Y siguiendo con el rastro del animal, diré que, como astuto que
es, no llegó a donde se apostaban los tiradores; de nuevo se
volvió a encamar y tuvieron que ser los perros los que le hicieron
salir para que José Manuel, un invitado que vino desde Santander,
acabara con su vida.
Pero la cacería aún no
había terminado; los perros de David seguían con gran
empeño rastreando en el Enebral; allí todavía quedaba
tela, y lo que no es tela, por cortar. En su encame estaba un viejo
y calculador jabalí que presintiendo dónde estaban las
posturas y viéndose copado por los perros, se resistía
a romper el cerco, prefiriendo partirse los cuartos con la jauría,
antes que cruzar la línea. Medio sentado, con las orejas bien
tiesas, esperaba a que los perros se le acercaran para luego lanzarles
el recado de costumbre. Y buen recadero fue, ya que a un perro de David
le llegó a rajar, aunque después de hacerle una cura,
parece que la herida no es de cuidado. Con la llegada de los monteros,
el jabalí se ve acosado y emprende su huida por toda la cotera
arriba hasta llegar a la Sierra de Cobeña donde estaba el ya
célebre Mauser de Nel para poner las cosas en su sitio. "Nunca
maté tantos jabalís como esti añu….”
decía pletórico Nel, gran triunfador de la jornada. El
marrano rondaba los 100 kilos y parecía imposible que aquellas
dos navajas que apuntaban al cielo, no hubieran dejado marcadas más
secuelas en el perro.
Y así terminó la cacería;
todos felices y contentos se reunieron en el centro social de Esanos
donde Tito les preparó una suculenta cena a base de carne asada
y bacalao a la vizcaína. Se termino la cacería y se terminó
también la campaña con un saldo de 30 jabalís cobrados.
Creo que habrá pocas cuadrillas que puedan presentar estos números.
Ahora a disfrutarlo y hasta Setiembre que ya está cerca.