Luis
de las Cuevas y de las Cuevas, un honesto soñador
Luís de las Cuevas
y de las Cuevas nació en Esanos en el año
1.889. Sus padres fueron Jorge y Agustina, de cuyo matrimonio
nacieron cuatro hijos: Manuel, Luís, Sagrario y Guadalupe.
En los principios
del siglo XX la vida en Liébana era muy difícil
para todos, y para los jóvenes aún peor. Aquí
no se creaban, ni siquiera se vislumbraban, muchas expectativas
de futuro; únicamente las labores propias del campo,
pero tampoco había tanto terreno para tantos brazos,
ni para tantas bocas. Muchos fueron los que vieron su futuro
allá de los mares. Eso fue lo que pensó Luís
y sin nada mejor que hacer en Liébana, prefirió
arriesgarlo todo en México, antes que conformarse
con verse arrastrado con una mediocre existencia en su pueblo
de Esanos. Un tío suyo (Nicolás de las Cuevas)
había hecho en México una gran fortuna y Luís
quería emularle siguiendo sus pasos. Animado y conducido
por su tío, y con una fuerte carga de valentía,
incluso de osadía, decidió emigrar. Era aún
muy joven, apenas un niño recién salido de
la escuela, cuando emprende viaje rumbo a México.
Su estancia allí fue corta ya que regresa a España
en el año 1.910.
No debió de quedar
descontento Luís con ésta su primera salida
ya que en Septiembre del año 1.911, con su amigo
Angel Gutiérrez, de Potes, vuelve a cruzar el charco
y ambos montan en la capital azteca un gran comercio de
comestibles denominado "La Sevillana" en donde
se iniciaron muchos lebaniegos en el complicado manejo de
ejercer como comerciantes. Allí iban a parar todos
aquellos que llegaban a México sin ocupación
concreta. D. Luís les abría las puertas de
su casa ofreciéndoles trabajo para que, si lo deseaban,
una vez situados y acomodados se pudieran establecer por
su cuenta.
El negocio
le iba muy bien con unos balances prometedores. Solamente
enturbiado por la crítica situación por la
que atravesaba México a causa de la revolución,
por la devaluación de la moneda, por los muchos atracos
y robos. Todas estas circunstancias situaron a los españoles
como punto de mira de los revolucionarios, haciéndoles
vivir situaciones bastante apuradas. Luís decide
regresar de nuevo a España y el 16 de Noviembre de
1915, huyendo de los zapatistas, se embarca en Veracruz,
que por aquellos días estaba en cuarentena debido
a unas enfermedades infecciosas.
Una vez en España,
decide construir una casa en Esanos, contigua a la paterna,
y pronto corren rumores de que "se quiere ir al monte",
refiriéndose a sus deseos de cambiar de estado civil.
En el año 1916, concretamente el día 18 de
Julio, se lee en la iglesia de San Pedro de Bedoya la primera
y última proclama, para la semana siguiente casarse
con Gumersinda Cantero González, que ejercía
de maestra en la escuela de Esanos, donde ya llevaba varios
años. De su matrimonio no tuvieron descendencia.
Eran continuos los viajes
que D. Luis (así se le nombraba en toda Liébana,
con el "Don" delante) hacía entre México
y España. Su gran ilusión era hacerse en Liébana
con una gran extensión de terreno para poder hacer
una plantación de vides. Pocos años antes,
una enfermedad (la filoxera) había acabado prácticamente
con todos los viñedos de la zona. Su padre era propietario
de unos terrenos en Lusía y de esa manera comenzó,
comprando tierras colindantes para ir agrandando la finca,
de tal manera que se fue extendiendo por Sierramedio, La
Prada y así hasta el pueblo de Tama, llegando a ser
dueño de una superficie de unas 45 hectáreas.
En el año 1.920 nombra
como capataz de la finca a Florencio Castelao y comienza
la plantación de vides. Viendo que la actividad quedaba
en buenas manos, ese mismo año emprende de nuevo
rumbo a México, concretamente el 8 de Marzo. Fueron
varios los viajes que hizo en ambos sentidos hasta que por
fin el matrimonio decide abandonar su negocio mexicano y
dedicarse en Liébana a los viñedos que ya
empezaban a dar sus frutos para comercializarlos. Lo primero
acuerdan construir una casa en Tama como residencia matrimonial.
En el año 1.925 comienzan las obras de la casa-chalet,
un edificio singular y llamativo que sigue una línea
estilística con todas las características
propias de la arquitectura indiana. A su alrededor también
construyó bodegas, caballerizas y un gran almacén. En ese mismo año emprende juntamente con su esposa un viaje a Roma. El motivo era ganar el jublieo en el Año Santo que se celebra cada 25 años, recibiendo la bendición del Papa Pío XI.
Su famoso tostadillo "Luis
de las Cuevas" se comercializó por toda España
y aún hoy en día se sigue distribuyendo aunque
ya con distinto nombre. Ante el estupor de la mayoría
de los lebaniegos de la época, mucho por ignorancia,
traía a sus bodegas un enólogo para la preparación
y tratamiento del vino. Fue un gran emprendedor y montó
una empresa agrícola que dio trabajo a muchos hombres
de Cillorigo y en especial a gente de su valle de Bedoya.
Como anécdota diré que, el que esto escribe,
se puede contar entre los "obreros" de D. Luis.
En mi niñez recuerdo que los niños íbamos
los Domingos, después del rosario, a coger cerezas,
u otra clase de frutas, como ciruelas, peras, manzanas,
almendras, etc, a su finca. Al atardecer y como recompensa
regresábamos a casa radiantes y contentos con cinco
pesetas en el bolsillo.
La "corta del ratón"
Luís de las Cuevas,
siempre se acordó de las gentes de Bedoya. En la
década de 1.920 ocurrió un hecho insólito
en el valle, que luego los vecinos llamaron "La corta
del ratón". Todo fue debido a un plaga de ratones;
no eran ratones comunes, se caracterizaban por ser más
pequeños, con el hocico y la cola más largos.
Era ya avanzada la primavera y el trigo, aunque verde, levantaba
medio metro. Faltaba un par de meses para su recolección
cuando los sorprendidos labradores se dan cuenta de que
ese año no les hacía falta afilar las hoces,
ni preparar los majones: alguien se había encargado
de quitarles esa tarea, por otra parte bastante dura. Ese
alguien fue la plaga de ratones que se encargaron de cortar
todas las plantas dejando los sembrados de trigo arrrasados.
Ese año ya no haría falta ir al molino. Fue
entonces cuando surge la figura de D. Luís de las
Cuevas que donó un saco de harina a cada vecino del
valle. La harina vino de la fábrica que por entonces
existía en Arenas de Iguña.
Queda dicho
más arriba que D. Luís fue un gran emprendedor,
pero hay que constatar también que no fue un buen
empresario. Cuando los viñedos estaban en plena producción
decide arrancarlos, prepara la finca con bancales y planta
árboles frutales. De su carisma y de su gran sentido
social, cuentan de él que ante la pregunta de porqué
arrancaba las vides, el bueno de D. Luis comentó: "¿qué queréis? que mande a
los obreros a sus casas….? de qué van a vivir?".
Su filosofía comulgaba con la idea de que era más
beneficioso dar un trabajo a estas personas, que darles
una limosna.
El 31 Julio
de 1.958 falleció en Tama su esposa Gumersinda y
D. Luis sigue con su empresa agrícola donde había
invertido todo su dinero, pero el negocio no marchaba bien.
Los años y la salud también iban dejando su
huella y acuciado por los bancos, llegó a hipotecar
todos sus terrenos. Una cooperativa formada por lebaniegos,
sin él saberlo para no disgustarle, decide hacer
frente a dicha hipoteca. Asistido en su casa los últimos
años de su vida por dos Hermanas Capuchinas que le
atendieron hasta su muerte, y sin saber que la finca ya
no era de su propiedad, fallece en Tama el 21 Enero 1.969.
Posteriormente
casa y finca pasaron a ser propiedad del Gobierno de Cantabria,
siendo la casa el lugar donde se encuentra ubicado en la
actualidad el Ayuntamiento de Cillorigo de Liébana.
- D. José Manuel Gutiérrez en la Revista “Luz de Liébana”
- Archivo particular
José Angel Cantero - Febrero 2.008 |