El
Marqués de Morante
“Joaquín
María Ignacio Donaciano de la Santísima Trinidad
Gómez de la Cortina” con este
nombre está registrado en la Partida de Bautismo
de la parroquia de San Miguel Arcángel de la ciudad
de México. Un día antes, el seis de Diciembre
de 1.808 “a las dos y tres cuartos de
la mañana”, había nacido
el que con el tiempo sería el primer Marqués
de Morante.
Sus padres
D. Vicente Gómez de la Cortina, “natural
de Salarzón, valle de Bedoya, Provincia de Liébana,
Obispado de Palencia y Montañas de Santander”
que había contraido matrimonio con su prima Dª
María Ana Gómez de la Cortina, natural de
México, que fueron los segundos Condes de la Cortina.
Joaquín
era el cuarto hijo del matrimonio. México se encontraba
a principios del Siglo XIX en una aparente calma, pero para
los ojos de D. Vicente, su padre, que fue Coronel de Milicias,
ésta tranquilidad era ficticia desde un tiempo atrás.
Comenzaba la etapa de la iniciación de la Independencia
mexicana y los insurgentes empezaron a conspirar contra
el gobierno establecido.
Por eso
los Condes de la Cortina decidieron que sus tres hijos varones
(José Justo, Mariano y Joaquín) vinieran a
España para hacer las Humanidades y proseguir luego
sus estudios en universidades españolas para alejarles
de los acontecimientos que por aquel entonces se preveían
en México.
Joaquín
pronto se da cuenta que las disciplinas estudiantiles relacionadas
con el conocimiento y la cultura eran sus preferidas y de
ahí vino su inclinación por la lectura y por
el estudio de las Humanidades, especialmente en lo relativo
a las lenguas clásicas.
Aparte de
un gran escritor, fue un célebre académico,
un erudito y un gran humanista y bibliófilo; en su
haber hay que decir que llegó a reunir una de las
mejores bibliotecas de España, según opiniones
entendidas de la época. Llegó a tener más
de 100.000 ejemplares. De su amor por los libros llegó
a decir Menéndez Pelayo de él, que se hubiera
dejado matar, antes que ceder un libro: "libro
prestado, libro perdido". Ese era su lema. Su biblioteca se dispersó en una subasta en París a fin del siglo XIX.
El Diccionario
general de Bibliografía Española dice del
Marqués: "Elogio y no escaso, merece
el señor marqués de Morante por haber dado
a conocer al público el gran tesoro de los libros
que encierra su escogida y numerosa biblioteca. Para dar
a luz un trabajo de esta clase, ha sido necesario que la
casualidad haya reunido en un solo individuo, la raras cualidades
que por lo común no se encuentran en la alta clase
social a la que pertenece: amor al trabajo y a las letras,
mucha inteligencia y no poco dinero".
En los últimos días
de su vida llegó a donar a centros de Beneficiencia
alguno de los libros de su Biblioteca para su venta, invirtiendo
su producto para aliviar las miserias de los pobres. El
gran montante de los libros restantes pasó a la Biblioteca
Nacional.
Entre sus
obras cabe destacar la Antología realizada por Raimundo
de Miguel y el Marqués de Morante, por encargo del
gobierno, con el Nuevo Diccionario Latino-Español
Etimológico, además, de un utilísimo
vocabulario español-latino y de un breve tratado
de sinónimos latinos (Madrid 1.926).
Otra obra digna de mención del Marqués es
el Catalogus Librorum donde, entre
otros, inserta la Biografía del Maestro Francisco
Sánchez el Brocense (Madrid 1.859). En su casa madrileña
se celebraban grandes tertulias literarias frecuentándolas
los aún jóvenes escritores Mesonero Romanos,
Larra, Espronceda, Roberto Franssineli, etc.
Entre sus
títulos académicos, profesionales y nobiliarios
están: además de Marqués de Morante,
Caballero profeso del hábito de Santiago, Caballero
Gran Cruz de la Real y distinguida orden Española
de Carlos tercero, Gran Cruz de la Real Orden Americana
de Ysabel la Católica, Gentil hombre de Cámara
de S. M. con ejercicio, Ministro cesante del Supremo Tribunal
de Justicia, Consejero Real de Instrucción pública,
Senador vitalicio, Magistrado supernumerario de la Audiencia
de Madrid, Catedrático de Derecho y Magistrado del
Tribunal Supremo, Catedrático de Derecho Canónico
en la Universidad de Alcalá, Presidente de la Real
Academia de Jurisprudencia y Legislación, Rector
de la Universidad Central que por aquel entonces era la
primera universidad española, etc, etc.
De sus padres,
los Condes de la Cortina, heredó también una
gran fortuna, como una finca de 35 hectáreas en Alcalá
de Henares, llamada la Esgarabita, así como todos
los bienes que tenían en Liébana, y cinco
viviendas en el centro de Madrid.
Siempre
que sus obligaciones se lo permitían, acudía
a Salarzón, donde sus padres habían construido
la monumental casa-Palacio y la Iglesia donde reposaba el
cuerpo embalsamado de su padre y de sus abuelos. En sus
múltiples visitas se dio cuenta de las necesidades
que había entre las gentes del valle, tanto económicas
como educativas, y haciendo gala del gran sentido caritativo
que heredó de sus antepasados, decidió dejar
parte de su herencia para los más pobres y necesitados
del Concejo.
Primeramente
mandó construir unas escuelas en Esanos, con su correspondiente
vivienda en la parte superior para el maestro, e instituyó
una fundación por un importe de 41.600 pesetas, nombrando
como único patrono a la Junta Vecinal de Bedoya.
Los intereses de dicha aportación deberían
repercutir en la concesión de ayudas a los alumnos.
Así
mismo, en su testamento ordenó vender la finca antes
mencionada de la Esgarabita, y el capital líquido
que produzca su venta “se empleará
en inscripciones intransferibles del tres por ciento consolidado
y se destinarán los productos, o réditos,
para limosnas a los vecinos más pobres del Concejo
de Bedoya, en Liébana. Una junta compuesta de los
dos vecinos mayores contribuyentes, de los Párrocos
de Bedoya, Salarzón y Cobeña y del Alcalde
pedáneo del Concejo, calificarán los pobres
y harán la distribución de las limosnas. En
caso de empate, por cualquier motivo que fuere, tendrá
voto decisivo el párroco de Bedoya. Si hubiere pleito,
por cualquier motivo, cosa que no espero por tratarse de
una obra de caridad, es mi voluntad expresa que lo decida
como árbitro único el Sr. Obispo de Palencia,
y cuando se haga la división de Diócesis,
el que fuere Diocesano del Concejo. Madrid, veinte de Abril
de mil ochocientos sesenta y ocho. El Marqués de
Morante”.
Este fue
el gran legado que dejó al valle de Bedoya, hasta
que en el año 1.999, duró más de cien
años, se extinguió dicha Fundación
por superar los gastos a los intereses que producían
las 217.800 pesetas en que se vendió la finca en
el año 1.869. inviertiendo su producto en aliviar
las miserias de los pobres del valle de Bedoya.
Un año
antes, concretamente el día 19 de Junio de 1.868
fallecía en Madrid D. Joaquín Gómez
de la Cortina, Marqués de Morante. Sus restos mortales
reposan, embalsamados y ya irreconocibles, en el panteón
subterráneo de la capilla que está al lado
del Evangelio de la Iglesia de San Juan Bautista en Salarzón,
junto a su padre y abuelos.
- Diccionario
universal de historia y de geografia, por Lucas Alaman
- Arbol genealógico del apellido Salceda, de Juan
Francisco Salceda Andrade (México)
- Diccionario general de bibliografía española
- Internet y Archivo particular
- María Aurora Diez Baños de la Biblioteca Histórica (Madrid)
José Angel Cantero - Diciembre 2.007 |