Los
Condes de la Cortina
D. Servando Gómez
de la Cortina nació el 23 de Octubre del año 1.741,
en el pueblo de Cosgaya (Liébana, Cantabria), en
el seno de una familia que ya era propietaria de una gran
fortuna.
Unos años
antes, concretamente en el año 1.737, su tío
don José Gómez de la Cortina
había emprendido, desde la citada Cosgaya, su marcha
hacia México en busca de fortunas que, debido a su
trabajo, a su sapiencia y a su visión de futuro,
no tardaron en llegar. D. José no tuvo familia y
viendo que necesitaba a alguien en quien confiar y por quien
trabajar, se fijó en el joven Servando, su sobrino.
De esta manera, empujado
y animado por su tío, llegó a tierras aztecas
Servando, para establecerse siempre a la sombra de su tío
y llegar a ser el sucesor del mayorazgo fundado por D. José,
vinculado a las grandes haciendas mexicanas de San Francisco
(después llamada San Servando) de Tlahuelipán
y Santa Bárbara.
A la vez
que atendía estas Haciendas, D. Servando
tuvo otras ocupaciones. En un principio fue capitán
del Regimiento de Milicias Urbanas de la ciudad de México,
ascendiendo luego a coronel de las Milicias Provinciales
y entre las varias condecoraciones recibidas, hay que resaltar
la de Caballero de la Orden de Santiago.
Con fecha
15 de Enero de 1.783, el Rey Carlos III le concede el título
de Castilla “para sí y sus hijos”
con la nominación de Conde de la Cortina
tras abonar 10.000 pesos por el impuesto de “Las
lanzas y medias annatas”. Fue también
diputado de la Congregación del Santo Cristo de Burgos.
Por cuanto por parte de vos D. Servando Gómez de la Cortina, Capitán del Regimiento de las milicias Urbanas de la ciudad de México, se me ha hecho presente por documentos, que descendiendo de familiares notoriamente ilustres de estos reinos, habíais conservado todos los honores y distinciones de vuestra nobleza esforzándoos a imitar el celo con que vuestros ascendientes manifestaron su amor a mi real servicio, he venido a condescender haciéndoos merced, como por la presente os hago de título de Castilla, con la designación de Conde de la Cortina.
Don
Servando se casó con D.ª María
de la Paz Gómez Rodríguez de Pedroso, natural
de dicha ciudad de México. Este matrimonio
tuvo una única hija: Dª María Ana Gómez de la Cortina,
nacida en México el año 1.779, que fue su
sucesora y segunda condesa de la Cortina.
D. Servando
falleció en la ciudad de México el 23 de Octubre
de 1.795.
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Alrededor
del año 1.760 comenzaron a vivir en el pueblo de
Salarzón, en la casa llamada “La Caseta”
el matrimonio de Pedro Antonio Gómez de la
Cortina (hermano de D. Servando) y Dª Catalina
de Salceda y Morante, naturales él de Cosgaya y ella
de Esanos.
De su matrimonio
tuvieron 8 hijos, todos nacidos en Salarzón. Nosotros
nos vamos a centrar únicamente en Vicente
Gómez de la Cortina y Salceda, cuarto de
los hermanos, que nació en el año 1.765.
Al igual
que hicieron con su tío D. Servando Gómez
de la Cortina, éste descubre también en su
sobrino Vicente unas propicias aptitudes y a una temprana
edad le lleva consigo a México, trabajando en la
administración de una parte de los bienes de su casa.
De esta manera,
llegaron a convivir y conocerse los dos primos: Vicente
y Maria Ana, tratándose entrambos como verdaderos
hermanos, aunque con una notable diferencia de edad.
D.
Vicente ocupa en México destacados puestos
en los principios del siglo XIX y sabe unir a él
la generosidad, especialmente para cuantas empresas nacionales
que por entonces podían necesitar ayuda.
Llegó
a ser Coronel del Regimiento del Comercio en México,
Alcalde Ordinario de primera elección y Gran Cruz
de la Real Orden de Isabel la Católica y Subdecano
de la Asamblea de dicha ciudad, caballero de Santiago y
Gentil-hombre de Cámara de S. M. con ejercicio, entre
otros.
Dª
Mariana, su prima, siendo aún muy niña,
tuvo la desgracia de perder a su madre, que había
comenzado a cultivar su carácter amabilísimo,
perspicaz, tierno y sensible.
A la edad
de 16 años tuvo también la desgracia de perder
a su padre, D. Servando. Éste había dejado
a su hija el ejemplo y dechado de sus virtudes: la dejó
heredera del referido título de Condesa de
la Cortina, y de una fortuna cuantiosa en bienes
de campo, en casas y en metálico, de las más
limpias y saneadas que se han conocido en México.
Varios jóvenes
de las familias más visibles de la ciudad, pretendieron
entonces su mano. Ella libre y espontáneamente prefirió
la de su primo D. Vicente Gómez de la Cortina,
con quien se casó en 1.795 con apenas 16 años
cumplidos.
Al casarse con su primo carnal, puede conservar el título,
dentro de la varonía, sin perder el apellido. De este matrimonio
tuvieron cinco hijos llamados D.ª María de Jesús,
D. José Justo (que sería el tercer Conde),
D. Mariano, D. Joaquín (que fue Marqués de
Morante) y D.ª María de Loreto.
D.
Vicente y Dª Mariana venían a menudo
a visitar a sus familiares de España y así
eran largas las temporadas que pasaban en Salarzón.
Debido a la arraigada religiosidad que tenían y viendo
el lamentable estado en que se encontraba la vieja y ruinosa
iglesia de San Juan Bautista de Salarzón, a principios
del siglo XIX acordaron sufragar los gastos de una nueva
iglesia, así como también la donación
de la nueva casa rectoral en el mismo pueblo, y diversas
fincas. Así mismo, la vieja casa familiar denominada
"La caseta" se demolió para sustituirla
y levantar lo que en la actualidad se llama el Palacio.
La iglesia
de Salarzón, de estilo neoclásico, supuso
una aportación importante al panorama arquitectónico
de Cantabria, ya que no hay muchos ejemplos de templos de
este estilo. En 1.818 se terminó su edificación.
En su interior y al lado del evangelio, se construyó
una capilla con un panteón familiar.
A D. Vicente,
como al resto de su familia, hay quien los trata y denomina
como los más relevantes de los indianos lebaniegos,
debido a sus grandes aportaciones a la zona.
Su vida estaba
montada en México, pero cuando en 1.821 se consumó
la independencia de dicho País, el Conde de la Cortina
creyó en su deber de regresar a vivir en España,
en donde, por sus virtudes, conservó el ilustre rango
de sus mayores, y fue agraciado por la corte de Madrid con
varias distinciones.
Tres de sus
hijos (los tres varones) estaban recibiendo educación
en España, y deciden que el padre venga a reunirse
con ellos dejando a la condesa Mariana con las dos hijas
en México.
Pero un grave
contratiempo surge en el seno familiar ya que en el año
1.824 tuvieron el gran pesar por la pérdida de su
hijo D. Mariano a la prematura edad de 22 años,
justamente cuando en España comenzaba a distinguirse
en la carrera de ingeniero de la Guardia Real que había
abrazado.
Y nuevamente
la desgracia hizo acto de presencia en la familia, cuando
su hija María de Loreto murió en Liébana
en los primeros días del año 1842.
En ese mismo
año, el 31 de Marzo, D. Vicente testó ante
Domíngo Fernández y tres días más
tarde falleció, concretamente el 3 de abril de 1.842
a los 77 años de edad, hecho acaecido en una de sus
posesiones territoriales de Fuentes de Duero, cerca de Valladolid.
Sus restos fueron trasladados al panteón que había
construido dentro de la iglesia de Salarzón.
En dicho
panteón están enterrados él
y su hijo, el primer Marques de Morante, gran erudito, que
fue rector de la Universidad de Alcalá de Henares
(Madrid) y de quien hablaremos en otro capítulo. En dicho panteón también descansan los restos de los padres del Conde, D. Pedro Gómez de la Cortina y Dª Catalina Salceda y Morante.
A consecuencia
del fallecimiento de D. Vicente, en el año 1.843
se procedió al inventarío y partición
de todos los bienes ubicados en España y en México,
entre la condesa viuda y sus cuatro hijos, por el crecido
montante de los gananciales habidos durante el matrimonio.
Cuando la
condesa supo ya exactamente lo que le correspondía
en pleno dominio y propiedad, guiada de aquel amor ardiente
hacia la humanidad que la distinguía, concibió
el proyecto de introducir en México, llevándolas
desde España, el Instituto de las Hermanas de la
Caridad de San Vicente de Paul.
Recabó
del gobierno mexicano su permiso al efecto, que le fue concedido
por el Exmo. Sr. presidente D. Antonio López de Santa-Anna,
que ejercía entonces el mando supremo, en virtud
de su decreto de 9 de octubre de 1.843. Y después
de haber vencido muchos obstáculos, las fundadoras,
en número de once, llegaron a México instalándose
en un principio en propiedades de la Condesa para asentarse
luego en un colegio llamado “Las Bonitas”, con
la caritativa y sufrida tarea de trabajar y socorrer a todos
los necesitados en varios hospitales de la zona, como el
de San Juan de Dios y para dar clases en escuelas gratuitas.
Mariana vio cumplido su gran sueño, y de esa manera
pudo socorrer a tantas personas necesitadas.
El día
15 de Noviembre del año 1.844, en la Fragata "His"
y procedentes de Cádiz, llegaron al puerto de Veracruz
las once religiosas para luego desplazarse hasta la ciudad
de México. Durante este trayecto hicieron una parada
en Puebla donde fueron recibidas por el Sr. Obispo de la ciudad.
"Y a la una de la tarde del 15 de noviembre entraron
en México en cuatro coches llegando hasta el palacio
arzobispal, acompañadas de algunas señoras,
del que salieron por la puerta falsa de dicho palacio pasando
a dar gracias a Dios a la inmediata y célebre iglesia
de Santa Teresa, y recibir la bendicion de este prelado,
el arzobispo a la sazón de México el Ilmo.
Sr. Posada, teniendo en sus manos al Divinísimo.
Pasaron despues a comer a la casa de su magnánima
protectora la señora Condesa de la Cortina,
y ya de noche, siguieron las religiosas el camino de la
casa que se les tenia preparada en el puente de Monzon.
Siguiólas un númeroso público, y las
calles de su tránsito se vieron adornadas de cortinas
e iluminadas".
Todos los
gastos de las religiosas: permisos, viajes, traslados, manutención
etc, corrieron a cargo de la Condesa, lo que supuso un desembolso
de 162.000 pesos. Siete años más tarde, en
el año 1.851 las once religiosas se habían
convertido en 400. Pero tuvieron que abandonar el país
en 1.874, por haberse incorporado a la Constitución
las leyes de Reforma.
Dª
Mariana, observando en el año 1.845 que se acercaba
el fin de su vida, pidió con gran instancia al superior
general de la Congregación, residente en Paris, que
la concediese el humilde hábito de las Hijas de San
Vicente de Paúl. Llevando
una gran satisfacción cuando se vio, una vez concedido
éste permiso y aunque postrada en cama, vestida con
el hábito de sus predilectas hermanas. Desde aquel
instante dio orden, que nadie la llamase por su nombre de
pila, sino con el nombre de "Sor Mariana."
Desde allí, desde su casa de la calle Don Juan Manuel,
nº 22, lo disponía todo. Agobiada por sus enfermedades,
no podía salir a gozar del aire libre.
Falleció
la condesa el día 6 de enero de 1.846, a las cinco
de la tarde, fortalecida con los Santos Sacramentos, a los
66 años de edad. En su testamento dejó una
donación para la casa matriz de la Congregación
de las Hermanas de la Caridad de San Vicente Paúl
por un importe de 141.000 pesos.
Fue provisionalmente
sepultada en el panteón de las religiosas capuchinas
de la ciudad de México, para ser luego trasladada
al que definitivamente construyeron las Hermanas de la Caridad
en su casa-noviciado.
- Diccionario
universal de historia y de geografia, por Lucas Alaman
- Arbol genealógico del apellido Salceda, de Juan
Francisco Salceda Andrade (México)
- Internet y Archivo particular
José Angel Cantero - Diciembre - 2.007 |