Pilar Peña, misionera en el Camerún Pilar Peña Gutiérrez no nació en el valle de Bedoya, pero aquí vivió parte de su juventud, junto a su familia. Al pueblo de Trillayo le tiene en un lugar privilegiado de su corazón, tan privilegiado como puede tener a otro pueblo lebaniego, Toranzo, que fue donde nació a mediados del siglo pasado. De familia profundamente cristiana que se preocupó de dar estudios y educación a todos sus hijos, alguno de ellos incluso tomó los hábitos religiosos. Animada y aconsejada por su hermano sacerdote, Pilar con 16 años también siente la llamada de Dios e intenta ingresar en un convento, pero su padre llega a convencerla para que desista. A los 21 se enamora de un joven y cuando ya estaba más o menos en preparativos de boda, Pilar notó algo que la hizo cambiar de parecer. Leyendo los evangelios supo que había de entregar su vida a Dios de una manera distinta al matrimonio. Se lo comunicó al joven que la pretendía, incluso éste vino a hablar con su padre, pero la decisión que había tomado Pilar era irrevocable. Iba a abrazar la vida religiosa para ser misionera, para dar lo poco que podía ofrecer a otros seres más necesitados que ella. Quiso compartir su vida, lo que era y tenía con los pobres y con los despreciados de la sociedad. Elige la Congregación de Nuestra Señora de la Compasión, por ser donde menos dote había que aportar para el ingreso. Esta congregación tiene raíces francesas, pero acoge a religiosas de distintos países, edades y culturas, para ser testigos de la Buena Noticia de Jesucristo anunciada a los pobres, haciendo presente la Compasión de Dios entre los más necesitados de ella. Las hermanas de éste Congregación se autodenominan como “espigadoras en el campo del Padre”. Así reza el emblema de ésta Orden y así son sus religiosas. Son mujeres capaces de descubrir lo que otros no pueden ver; estos descubrimientos ponen de pie a la persona humana convirtiéndola en testigo del Amor Compasivo de Dios. Su finalidad es la santificación de los miembros del Instituto, la educación cristiana de las jóvenes y el alivio de los pobres por todos los medios posibles. Entre las actividades y obras que lleva a cabo, la Congregación atiende colegios, hogares de niños y adolescentes sin recursos, pensionados de señoras mayores y comunidades de inserción. También colaboran en la pastoral parroquial. Expresan su seguimiento a Jesús mediante una vida comunitaria de obediencia, castidad y pobreza, donde no falta la alegría, la sencillez, la calidez en las relaciones, la reconciliación, la preferencia por el indefenso y el compartir su vida y su fe con los más débiles. Ese fue el verdadero compromiso de Pilar. Para llevarlo a efecto, en el año 1.970 emprende su camino a África para compartir con los más necesitados su propia vida. La acompañan otras dos religiosas lebaniegas: Josefina Róiz, de Piasca y Pilar Gómez de Enterría, de Bores. Desde entonces llevan trabajando y predicando el evangelio con los más necesitados de Camerún, concretamente en la Misión de Minkán, en plena selva camerunesa. Lo que encontraron en Minkán las tres misioneras es fácil de imaginar. La ciudad mas cercana de la Misión dista 30 kilómetros y no hay carretera. Las casas son de madera y adobe, no hay agua potable ni electricidad. La vida es de mucho sacrificio aunque la tierra es muy rica, da dos cosechas, pero las herramientas para cultivarlas son rudimentarias. Cultivan maíz, cacahuete, frutas tropicales, papaya, piña, aguacate, abundando la caza y la pesca. “Lo primero que intentamos hacer fue anunciarles el Evangelio, darles catequesis y hacer grupos de formación. Pero pronto nos dimos cuenta de que no se puede predicar el Evangelio sin trabajar por su promoción integral, sin ayudarles a su formación humana y su desarrollo económico y social ”. “Para desarrollar todo esto se necesita dinero y pedir es muy duro", nos dice Pilar. "Por eso Liébana, con lo pequeña que es, está haciendo mucho por Camerún, a través de la Asociación de la Santa Cruz y diferentes colectivos de lebaniegos, y nosotras estamos muy agradecidas porque lo vivimos con esas gentes en persona”. Por otra parte la vida de las misioneras en la Misión esta expuesta a múltiples peligros o enfermedades como la malaria, que todavía en ocasiones asalta a Pilar. De vez en cuando necesita coger aire lebaniego y reponer fuerzas. A Trillayo viene de visita cada tres años. “Vengo a ver a los míos, los quiero y me quieren, pero luego a mi casa, en la misión de Minkán, donde me están esperando. Allí necesitan agua, alimentos, pero sobre todo consuelo, educación, salud y justicia a gritos", dice Pilar. Obras En la Misión es urgente y necesario trabajar en la enseñanza, en la sanidad y dar salida comercial a sus productos. En la escuela tienen unos 400 alumnos y con la ayuda económica lebaniega se renovaron las mesas y se compraron libros y cuadernos para los alumnos. Allí cada niño no tiene un libro; en la actualidad tienen uno para tres y se pretende rebajarlo a uno para dos. Se compraron terrenos para la Escuela Familiar Rural y el internado. A los adultos los mandan a cursos de formación humana. En pequeños grupos se ocupan de la granja de cerdos y gallinas y otros cultivan hortalizas. Les ayudan a excavar pozos de agua, porque la que tienen no es potable y con el agua cogen enfermedades. En la actualidad ya pueden disfrutar de varios pozos de agua potable que funcionan de maravilla y hace ya mucho tiempo que no aparece ningún caso de meningitis. Y sobre todo necesitan medicinas, allí no hay seguridad social, ni siquiera médico; acuden a pedir ayuda a la Misión y aunque las misioneras no escatiman esfuerzos para ayudarles, no siempre se dispone del remedio que se precisa. Son gentes pobres, sencillas, acogedoras y a la vez se les ve risueños. Las casas son primitivas, no hay cemento, apenas cultivan nada y esa es un labor que les están tratando de inculcar las misioneras. Así viven en aquella tierra, pero sus habitantes son felices, haciendo bueno el adagio que dice: "No es mas feliz el que más tiene, sino el que menos necesita". Pero la gran obra realizada son los pozos de cultivo de pescado, al estilo de piscifactorías. A 5 kilómetros de Minkán, en AVOUNDI, se inició un proyecto piscícola, concluido en Abril de 2.005, que fue con diferencia su gran obra. Aprovechando el agua del río, se construyeron pequeños lagos donde producir pescados para el consumo y su venta. Lo inauguró el ministro para el Desarrollo de Animales y Pesca del Camerún, el Gobernador, alcaldes…, hasta el embajador de España estuvo allí. Les llevó años el ver terminada la obra, pero da trabajo a jóvenes de la zona y les proporciona pescado para una mejor alimentación, para que los pobres puedan comer, vestirse y educar a sus hijos. Condecoraciones Los premios no es precisamente lo que las religiosas lebaniegas pretenden, aunque creo que bien merecidos son y que también a ellas las llenará de orgullo el saber que otras personas reconozcan su dedicación y su compromiso solidario con los más débiles. De todos modos, en reconocimiento a su servicio caritativo y social prestado en la Misión de Minkán, Pilar Peña Gutiérrez, religiosa de la Orden de Nuestra Señora de la Compasión, fue condecorada en el año 2.004 con la Medalla al Mérito del Gobierno de la República de Camerún. En Septiembre de 2.001 se les hace entrega en Santo Toribio de Liébana el galardón de "VECERAS MAYORES" (tambien a Josefina Róiz, de Piasca y Pilar Gómez de Enterría, de Bores). Este premio lo institucionalizó la Agrupación Lebaniega de Santander y se pretende reconocer la labor social por personas lebaniegas o ligadas totalmente a Liébana. Ayudas “Nosotras estamos trabajando en nombre de la iglesia y para la iglesia. Nos ayuda mucho el pensar que detrás de nosotras hay muchos cristianos que apoyan nuestro trabajo aportando lo que buenamente pueden”, nos dice Pilar. Entre las ayudas recibidas hay que destacar la subvención de la Agencia Española de Cooperación que financió el lago de AVOUNDI, así como la del Ministerio de Asuntos Exteriores Español que donó casi cinco millones de pesetas como ayuda para la adquisición de un vehículo. Los Ayuntamientos lebaniegos también participan con su ayuda, Luz de Liébana, las parroquias lebaniegas, la Cofradía de la Santísima Cruz, particulares … etc., nadie olvida el trabajo y el sacrificio de estas misioneras lebaniegas. En "Caja Cantabria", en su oficina de Potes, está abierta una cuenta para ayuda de tal fin. Por si alguien está interesado su número es 94673. Una maravillosa ocasión para compartir algo de lo nuestro con otros seres mucho más necesitados, como lo hizo y está haciendo Pilar..... Datos:- Luz de Liébana - Diario Montañés - Internet José Angel Cantero - Abril 2.008 |
- Celestino Cuevas González |
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